Foto: José Tohá, entonces ministro de Defensa, encabeza a los militares "leales" encabezados por el jefe del Ejército, general Carlos Prats y Pinochet, de casco, rumbo a sofocar la rebelión militar el 29 de junio de 1973
Video de hace TVN de hace dos años
Por Alfredo Peña R.
El “Tanquetazo” (también conocido como “Tancazo”) fue un alzamiento militar liderado por el teniente coronel Roberto Souper, al mando del Regimiento Blindado N°2, de la calle Santa Rosa cerca de Avenida Matta, donde ahora hay un grupo de departamentos, ocurrido el 29 de junio de 1973 contra el gobierno del presidente Salvador Allende.
22 personas murieron por la asonada golpista de los militares, previo al 11 de septiembre de 1973.
Este movimiento, al no ser secundado por el resto de las fuerzas armadas, fue sofocado rápidamente por el comandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats, con el apoyo de otros oficiales como el general Guillermo Pickering y el general Augusto Pinochet, que era jefe de la guarnición de Santiago.
Los militares que participaron en la sublevación fueron detenidos y los civiles que la apoyaron realizando actos de terrorismo -miembros del grupo de extrema derecha Patria y Libertad- escaparon y se asilaron en la embajada de Ecuador. Este motín fue un anuncio de lo que sucedería a mayor escala unas 10 semanas más tarde, el 11 de septiembre de 1973.
Al ocurrir de día y en el centro de Santiago, existen varios registros del alzamiento, que fueron utilizados en noticieros y documentales. Entre ellos está la dramática filmación del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, que captó en imágenes su propia muerte por disparos de una patrulla de militares sublevados, y se convirtió en un símbolo de la violencia que amenazaba al Chile de esos días.
El asesinato del periodista-camarógrafo ocurrió en las afueras del Banco Central, en calle Agustinas entre Morandé y Bandera, donde hay mini monolito que recuerda el crimen del comunicador. El video de abajo muestra el crimen del camarógrafo.
El intento de Golpe y la singular actitud de defensa de Pinochet del Presidente Allende y de la democracia. Acompaño a José Tohá y al general Prats, armado con una metralleta a defender al Gobierno
En una fría y mañana de invierno en Santiago de Chile, muy parecida a lo que ocurrió este domingo, pero que en esa fecha era un día hábil, unos 20 tanques y vehículos armados -tanques M41 Walker Bulldog-, comenzaron a avanzar por las calles del centro de Santiago. Dos de esos tanques no tenían combustible en sus motores, y la fotografía que marcó esa jornada eran esos tanques en una bomba bencinera de calle Santa Rosa, para poder seguir su camino golpista.
La idea era atacar La Moneda y el ministerio de Defensa que era dirigido en ese entonces por el ministro José Tohá, padre de la candidata Carolina Tohá, quien aparece en las fotografías con Prats y Pinochet, sofocando la rebelión de los militares que habían sido apoyados por el grupo violentista de extrema derecha, Patricia y Libertad, encabezados por el abogado Pablo Rodríguez Grez y el expresidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Benjamín Matte, que luego se asilaron en la embajada de Ecuador para eludir la justicia.
El grupo que huyó, cuando tuvieron la certeza que la sublevación había fracasado eran Pablo Rodríguez, John Schaeffer, Benjamín Matte, el periodista Manuel Fuentes y Juan Eduardo Hurtado que se asilaron en la embajada de Ecuador solicitando asilo político.
Allende en Tomás Moro
El presidente Salvador Allende monitoreaba el ataque desde su residencia, ubicada en el oriente de Santiago, en la calle Tomás Moro, en la comuna de Las Condes, a cien metros de Apoquindo, casa que utiliza hoy una organización de apoyo a los adultos mayores conocida como Consejo Nacional de Protección de la Ancianidad, Conapran.
"Un sector sedicioso se ha levantado. Es un pequeño grupo de militares facciosos que rompen con la tradición de lealtad", dijo Allende en un discurso transmitido a todo el país por varias radios.
"Llamo al pueblo, primero, a que tome todas las industrias, todas la empresas, que esté alerta, que se vuelque al centro, pero no para ser victimado. Que el pueblo salga a las calles pero no para ser ametrallado, que lo hagan con prudencia. Con cuantos elementos lo hagan en sus manos. Si llega la hora, armas tendrá el pueblo", agregó.
Tanques sin combustible y sin aceite para frenos de retroceso para los cañones
El grupo de sublevados lo encabezaba el teniente coronel Roberto Souper del Regimiento Blindado N.º 2, que iba a ser destituído.
El oficial salió en una columna de 20 vehículos armados y más de ochenta soldados hacía La Moneda.
La columna avanzó rápidamente por la avenida Santa Rosa, con dirección a Santiago centro. En su recorrido los tanques respetaron los semáforos, y dos de ellos se detuvieron a recargar combustible en una estación de servicio, incluso pagándole al bencinero.
A las 8:58, los tanques abrieron fuego contra La Moneda y el ministerio de Defensa.
El palacio de gobierno recibió alrededor de 500 impactos de bala, mientras que la Guardia de Palacio, que disponía de armamento automático, disparó 480 balas de calibre 7,62 mm. Los tanques sólo dispararon sus ametralladoras y no sus cañones, ya que los frenos de retroceso de éstos no disponían del líquido o aceite necesario.
Un tanque irrumpió en la entrada principal del Ministerio, y con sus armas comenzó un ataque intenso contra las oficinas, con el objetivo de rescatar al capitán Sergio Rocha, uno de los detenidos a raíz de la conspiración. El sargento Rafael Veillena, de la Segunda División de Ejército, fue asesinado cuando miraba hacia afuera en su ventana del noveno piso. La ráfaga de las ametralladoras y de los tanques aterró los trabajadores y los empleados en el área, que a esa hora hacían sus trabajos. Una de estas balas mató a una mujer que trabajaba en la sede principal del Banco del Estado de Chile, cerca del ministerio.
En la calle Agustinas, el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen filmó su propia muerte a manos de un grupo de soldados sublevados. (Vean el VIDEO)
Militares leales
Inmediatamente al conocer la noticia, el comandante de la guarnición de Santiago, general Mario Sepúlveda Squella, llamó a Guillermo Pickering, comandante de los institutos militares, solicitando a tropas leales sofocar la rebelión. Después de asegurar a estas tropas, llamó al comandante en jefe del Ejército de Chile, general Carlos Prats, ya con un plan listo para neutralizar a las fuerzas de Souper. El general Prats lo aprobó inmediatamente y, pocos minutos más tarde, el general Sepúlveda Squella comenzó a colocar sus propias tropas.
El general Carlos Prats condujo su automóvil hacia La Moneda, pensando que no era lógico que el Batallón Blindado N.º 2 estuviera solo en su aventura; por lo menos parte de otras unidades podían estar comprometidas o a la expectativa del resultado inicial. Prats se propone sofocar el motín antes de mediodía.
El general Prats lleva un subfusil Thompson. Una gran cantidad de curiosos se había juntado cerca de La Moneda, mirando nerviosos el movimiento de tropas. El coronel Julio Canessa llegó con las fuerzas de la Escuela de Suboficiales, y Prats pidió que se desplegaran sus hombres y que emplazara artillería pesada por la Alameda.
Prats realiza «un riesgo calculado», decidiendo hablar directamente con los soldados amotinados en un esfuerzo por evitar un enfrentamiento. Tomando esta línea de conducta, Prats intentó prevenir una confrontación larga con víctimas militares y civiles innecesarias. Según sus memorias, Prats narra: «Decido avanzar, entonces, acompañado solo por el subdirector de la Escuela, teniente coronel Osvaldo Hernández, (luego exintendente nombrado por Pinochet) por el capitán Roger Vergara (en 1980 es asesinado por un grupo del MIR) y el sargento primero Omar Vergara. El capellán Villaroel, muy conmovido, nos da la absolución", dice Prats.
A las 11:10, Prats y sus hombres se encaminan resueltamente hacia el tanque más próximo a ellos. El comandante del tanque apunta con su ametralladora, pero no dispara. Prats le ordena bajar del tanque e identificarse, indicando que cumpla sus órdenes y se rinda a los efectivos de la Escuela de Suboficiales. Sucesivamente se repite esta acción con los otros tanques y carros de combate, hasta que al llegar al tanque del teniente Garay: éste se resiste a cumplir las órdenes de Prats, retrocediendo y apuntando al general. En ese momento, el mayor Osvaldo Zavala salta por detrás de Garay, le apunta en la sien y lo desarma.
Souper huye y es detenido. Luego del golpe del 11 de septiembre es liberado junto a todos los que hicieron la intentona golpista del 29 de junio
El comandante Souper huye en su tanque hacia el sur de Santiago, seguido por sus hombres. En el regimiento Blindado es reducido junto a sus hombres. El tanquetazo había terminado.
Otros oficiales militares implicados eran René López, Edwin Dimter, (uno de los que asesinó a Víctor Jara), Antonio Bustamante, Mario Garay, Carlos Martínez, Raúl Jofré y José Gasset. Todos fueron detenidos.
Entre las medidas de seguridad adoptadas con posterioridad al hecho, se propuso que la Guardia de Palacio dispusiera de armamento antiblindaje.
Menos de 10 semanas después, ocurrió el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 liderado por Augusto Pinochet, quién había reemplazado en agosto al general Prats en la jefatura del Ejército. Pinochet había sido designado por Allende a recomendación del general Prats, como un "militar leal".
Todos los conjurados del 29 de Junio fueron absueltos por Pinochet luego del golpe de Estado del 11 de septiembre. E incluso los miembros del grupo terrorista Patria y Libertad, que se asilaron en la embajada del Ecuador y que habían salido hacia ese país en agosto de 1973, pudieron volver a Chile sin ningún inconveniente, quedando absueltos de los cargos criminales en los que participaron.
Según el propio Pinochet, el "Tanquetazo" había servido para que los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas pudieran medir la capacidad de las fuerzas paramilitares pro-UP, registrar el tipo de armas que éstas usaban, y comprobar que los llamados de Allende al pueblo a defender el gobierno prácticamente no habían tenido ningún eco.