La semana recién pasada, en la Cámara logramos una votación histórica de un proyecto que compensa la incapacidad del Gobierno por dar respuesta efectiva a la urgente necesidad de la clase media e intenta resolver una necesidad evidente de trabajadores (as) de nuestro país. Esta votación ha sido un hito histórico y nos llama a ser firmes en las convicciones que tenemos por mejorar las ayudas que se requieren con urgencia.
Lo que ocurrió en la Cámara no fue sólo la votación de un proyecto relevante; ha sido la decisión política que hemos tomado de iniciar la revisión del sistema previsional, entendiendo que las y los trabajadores de Chile son los dueños de los dineros que tienen ahorrados para una esperada vejez digna. Durante más de 30 años se han señalado los problemas que tiene el actual sistema administrado por las AFP respecto de cómo los fondos de las personas son sometidos a un sistema de vaivenes en el mercado especulativo que finalmente termina generando ganancias repartidas entre “controladores”, AFP’s y algo para los cotizantes, mientras que las pérdidas se cargan a los afiliados cuando los dineros invertidos por estas grandes empresas tienen resultados adversos.
Espero que el Senado no cambie la idea matriz ni la señal dada por la Cámara. Es hora que como representantes de la comunidad comprometamos esfuerzos para avanzar en la búsqueda de respuestas rápidas para quienes producto de esta pandemia han quedado cesantes o han visto disminuidos sus ingresos, pero especialmente la voluntad de iniciar una revisión y mejora sustantiva del sistema previsional chileno.
Hago un llamado a las y los Senadores, para aprobar el proyecto de Reforma Constitucional que permite a los afiliados el retiro voluntario de hasta el 10% de sus fondos, y que sean los dueños – la gente- los que decidan si retiran hasta un 10% o no, además de la recuperación a través de un fondo solidario. Démosle la posibilidad a la comunidad de que así sea, no con falsas promesas ni con la recurrente “letra chica” de los anuncios de apoyo en pandemia; y de paso, comprometerse a trabajar en un sistema previsional más justo y solidario.