El mejor homenaje que podemos rendirle hoy al recordar los 22 años de su Pascua, es transcribiendo una oración privada que tuvo con Jesús, sin percatarse que tenía el micrófono abierto. En esa oportunidad le rezó a Jesús acerca de la razón de su profunda vida sacerdotal con esta oración (1):
“No soy nada…
Tú no puedes querer, Señor, que todo el esfuerzo de este hombre que Tú llamaste a tu servicio, sea inútil.
Por tu amor, por tu bondad, haz que se cumpla la palabra de tu sacerdote: te pido que crezca el amor, que llegue la comprensión, que los hombres sean hermanos, que se acabe la violencia, que se termine la guerra.
Señor, te lo dice el pobre niño que Tú llamaste hasta aquí, y que ha dejado muchas cosas por seguirte. Tú no puedes dejar de responder a este llamado. Tú eres mi Padre, Tú eres mi amor, el único amor de mi vida.
¡Que difícil es, Señor, todo esto! ¡Que difícil es entrar en la lucha de los hombres para apaciguarlos, para hacerles creer que amar es mil veces más hermoso que odiar, y que una vida, una ciudad, un estado, una nación no se construyeron sino con el amor!.
Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida.
¡Déjame, Señor, seguir este Camino, déjame vivir la Verdad, déjame llegar a esa Vida que me espera!
Te lo pido humildemente, por el amor que yo siento. Así sea”.
(1)Extraído del texto “Mi amigo el Cardenal”, escrito por Reinaldo Sapag.