Oh I'm just counting

Campanadas. Por Jorge Orellana, escritor y maratonista. Séptima y última parte

-Al término de una película conmovedora, suelo permanecer en el asiento sin abandonar la sala, temeroso de romper el embrujo de la experiencia vivida, pero…, al encenderse las luces, se desvanece gradualmente el placentero efecto – confidenció a su amigo mientras sonaban cuatro campanadas, y éste, intentaba develar, una semana después, cuanto de su historia en la Población El Castillo, era ficción y cuanto realidad.     

- La vida – continuó ante la indiferencia del otro y aterido del frío que los atacaba impiadoso - ha sido para mí una fantástica película, pero me he empezado a liberar de su poderoso arraigo, y tengo la inequívoca impresión de que el juego de mi vida está llegando a su fin.

- Cierto es que la vida es un juego. Algunos lo usan para atesorar dinero que no se llevarán con ellos. Otros lo destinan a seducir mujeres sin conseguir amar jamás. Y otros acumulan poder cuya inevitable pérdida les provocará un irreparable dolor. ¡Paciencia amigo! Hemos vivido una vida en paz. ¡Esto pasará! En algunas partes se levantan ya las restricciones.

- ¡Esto no acabará nunca! No hablo solo de la pandemia que, en algún punto encontrará su equilibrio y el maldito bicho perderá la batalla; hablo de la enorme inestabilidad que persistirá; hablo del proceso político que se nos viene ¡Tan incierto!

- es cierto que hay mucha incertidumbre, pero no puedes permitir que esa fuerza socave tu espíritu y te derrumbe.

- Predomina sobre el poderío de la naturaleza - añadió el pesimista - la esencia que habita al interior del hombre, y se instaló en él, un inmortal desasosiego que alertó a su amigo que, sin intervenir, siguió escuchando su discurso de derrota.

- La declaración de la Vocería del Pueblo – así se llaman – de desconocer las reglas, revela su desinterés por dialogar y construir una Constitución representativa, lo que será un problema insoluble para la unidad que dicho trabajo requerirá. ¿Cuál es la representatividad de 34 constituyentes que se pretenden instaurar una verdad destructiva?

- Querido amigo, se han posicionado tres almas en la izquierda y la derecha está destrozada.  ¡Ese es el escenario! Eres un hombre conservador y estás abatido – endulzó el tono, para elevar su estado de ánimo.

- Y tú eres muy izquierdista – replicó el otro, acentuándose en su semblante una risueña expresión de amargura.

- Esas calificaciones no existen, solo son caricaturas. Tus ideas son las mías tenemos pequeños matices de diferencia, pero no diferimos en lo sustancial. Me distancié de la dictadura antes que tú, pero…, acabamos bajo el mismo alero.

- ¿Participarás en las primarias?  Yo debería votar en la derecha, pero estoy pensando hacerlo en la primaria de la izquierda.

- A mí me ocurre al revés. En fin, falta todavía para eso.

- De los cuatro candidatos en la derecha, no distingo al jinete que, blandiendo la espada de la justicia y montando el brioso caballo blanco se ciña la corona del vencedor – reaccionó aludiendo a la simbólica historia poblada de prodigios, en que los protagonistas se enfrentaban a nuestros mismos temores y deseos.   

- La Biblia está llena de referencias mitológicas que no aluden a reflexiones nuevas, pues los anhelos y miedos más profundos de los seres humanos no han variado a través de miles de años de historia y se representan por el hambre, la guerra y la muerte, pero quien triunfa contra las adversidades y sobre los otros tres, es el jinete del caballo blanco, que representa la esperanza.

- Claro, pero yo perdí la esperanza: ¿Cómo gobernaría el país alguien que resultó derrotado en las elecciones de su propio partido? ¿Cómo lo haría quien, conociendo las leyes de la economía carece de las destrezas políticas necesarias para dirigir el país? ¿Podría mantener orden en el país quien, aun teniendo la mejor evaluación, cargará, en forma justa o injusta, con el estigma de haber formado parte de la dictadura? Por último, el jinete que representaba mi esperanza, el que sufrió y tuvo el mérito de sobreponerse a la influencia de una familia disfuncional en un ambiente de pobreza, ha desperdiciado el debate, y dicen los críticos que ha optado por atacar a sus adversarios.

- Comparto tu análisis, pero sinceramente, creo que este no es el tiempo para un gobierno de derecha. No pongas esa cara de afligido. Aunque lo percibas como una situación injusta, seguirían los disturbios y protestas, y por la razón que sea, carecen del apoyo popular y el respaldo político para controlar expectativas desenfrenadas, por lo que un gobierno de derecha no sería sustentable. ¡Sobrevendría el caos!

Una aislada campanada los encontró sumidos en cavilaciones, y siguieron en silencio por un prolongado intervalo de tiempo que interrumpieron solo con el remecedor llamado de seis campanadas. 

-En el extremo – insistió el pesimista – las posturas son incomprensibles para mí ¿Cómo entender ese desquiciado afán por destruirlo todo? ¿Tiene lógica que nadie se atreva a defender - ni siquiera los líderes que dirigieron el proceso – todo lo rescatable de los treinta años, que tiene incluso el reconocimiento internacional? ¿Se trata de que en ese período todo estuvo mal hecho? Tanta irracionalidad ofende mi intelecto, excede la dimensión del campo de mi lógica y de verdad, es algo que no entiendo.

- Primará la sensatez, verás que ante posiciones extremas la voz popular, representada por el ciudadano, votará con la mesura que caracteriza las grandes decisiones del país, y créeme que el señor que intenta reproducir en el país fórmulas que han fracasado en cada lugar en que se las intentó implementar y relegado por sus evidentes contradicciones no superará la mitad de la votación.

- Pero una vez lo consiguieron y mira las consecuencias que se derivaron ¡¿Cómo no voy a estar aterrado?!

- ¡Despreocúpate! Nunca obtendrán la mitad más uno. La Constitución de entonces lo permitía, pero eso cambió. De igual forma que en la elección de gobernadores, el centro y la derecha votarán unidas y apoyarán a una de las candidatas de la izquierda moderada ¡Te lo doy firmado!

- No estoy tan seguro de que recuperaremos la armonía perdida. Mi tiempo se agota y tal vez creo que mi juego termina. Mientras decía aquello, se había ido levantando, se acomodó el abrigo y con pasmosa lentitud se despidió de su amigo, que se quedó mirándolo marcharse preocupado.

Antes de perderse en la bruma de la noche que se había apoderado de la tarde    

Cuando se despiden quedan dudas, aunque quedan en verse en la semana siguiente, como nunca antes, al despedirse advirtió que su rostro estaba bañado por el llanto, quiso abrazarlo, pero  la destructiva fuerza del orgullo se lo impidió, e impresionado, lo vio alejarse lentamente, hasta que su imagen se desvaneció, absorbida por la bruma de la tarde.   

A la semana siguiente llega la mujer que reconoce y que le cuenta como se durmió y nunca despertó pero pidió una ceremonia íntima, le cargaban las ceremonias tan formales.