Oh I'm just counting

Campanadas. Por Jorge Orellana Lavanderos, escritor y maratonista (Cuarta parte)

- La inquietante imagen de una mujer en la ribera del Ganges, en la India, que, asolada por la pandemia, narraba al periodista la pérdida de su marido y su espanto por el destino de sus hijos, que jugaban inocentes en la orilla miserable del río, me resulta insoportable – confidenció uno de los amigos al otro, en el mismo escaño, una semana después.
- No será posible que los chicos resistan ese infierno – agregó, y confesó a su amigo: desosegado, me he revolcado en la apatía de mi lecho mullido y tibio, y ha remecido mis sueños una cruel actividad onírica que, incesante, aportilla mis noches. Se detuvo y añadió: la incómoda sensación persiste y mi angustia crece con el paso de los días.
Sobrevino un prolongado silencio, en el que se destacaba con nitidez el rasgueo de las hojas muertas arrastradas por una tibia brisa matinal sobre la vereda de concreto.
- Supongo – exclamó finalmente el otro, que la mayoría de los políticos son seres inspirados por la buena intención, y que, por el camino adoptado, buscan el bienestar de la comunidad. De ahí mi incredulidad, al observar que, aunque se dijo: será por solo una vez, la mesiánica diputada ha enviado ahora un proyecto de ley para retirar todos los fondos de pensión ¿Sabrá del contenido de su propuesta y de las consecuencias que acarrearía? Así, ¿Le creerá un ciudadano a alguien que le asegure que no nacionalizará los fondos de pensiones?
- La complicidad del silencio da inicio al desconcierto – replicó su amigo. A vista y paciencia del país se ha vulnerado la palabra empeñada y se ha ido perdiendo confianza – aceptó el otro, y reflexionó: Los ideales de un joven centellean como los botones de un soldado que va a la guerra, pero… tal como estos se nublan al fragor de la batalla, los golpes de la vida menguan en un viejo el fulgor de sus ideas juveniles.
- El poder se sostiene en su propio círculo de apoyo, y el temor a su pérdida simboliza el fracaso del líder que, al sucumbir, arrastra como un vórtice a todo quien le rodea, que teme reinventarse y tener que volver a empezar. Eso aumenta con la edad y se transforma en un pesado lastre que atenta contra todo desafío. Careciendo de otro oficio que el de la política, nuestros líderes, obsesionados, padecieron esa enfermedad.
- ¿Representará el fracaso de la democracia el triunfe de un “aparecido” sin experiencia, y con conocimientos reconocidamente inferiores a los de su contendor poseedor en cambio de amplia trayectoria y probidad?
- Es la expresión emocional del ciudadano al votar, inspirada por políticos que no alcanzan el rango de líder y que se dejan llevar por la voz popular; sin coraje para contradecir sus excesos, tal vez, porque nunca supieron de coherencia, o porque nadie les enseñó que líderes sin conocimiento, carácter, criterio y convicción, nunca satisfarán el primer requerimiento de un votante: ser guiado en el camino de la paz, con justicia y sabiduría.
- Sí, creo que un Legislador, Alcalde o Constituyente, debe estar preparado para el cargo al que postula y se le debe exigir determinados estudios. Me produce estupor oír a veces como, con frivolidad, nos comparamos con países avanzados.
Una joven pareja que con timidez ocupó el escaño vecino, ha ido subiendo el moderado tono de su conversación, hasta que, a medida que han discrepado en sus ideas, han caído en una discusión.
- Circula en la campaña de Karina – dijo él, una foto con un representativo grupo de dirigentes de la vieja Concertación, que llama a “botarlos”, votando por ella. Sintetiza eso, que la lucha de la izquierda dura – una vez derrotada la derecha – es con esa coalición.
- Claro – respondió ella, y por otro lado aparece Lavín dándole el “abrazo del oso” a Orrego – y termina con una estridente risotada.
- Pero… ¿Has leído el programa de Karina? – se molestó su compañero.
- Ya empezaste con tu machismo. Puede que su programa sea débil, porque ella nunca ha pertenecido al establishment, jamás ha sido parte del núcleo influyente que controla y domina el país, y que es lo que hay que derribar. ¿Te cuesta tanto darte cuenta de lo evidente?
- Lo evidente es que, sin propuestas, si llegan a ganar, quizás a dónde van a llevar al país. ¡Esa es mi preocupación! – reaccionó él, yendo del sarcasmo a la cólera. La cuestión es re´ simple, querida: sin esfuerzo ni trabajo, no vamos a conseguir nada ¡Te lo aseguro!
- ¡Machista de mierda! ¡No me levantes la voz! Y satisfecho el berrinche, deliberó. La política es curiosa y la elección está muy entretenida.
- Es una insensatez definir como entretenido lo que ocurre. En lo político todo es incierto y en la pandemia, vivimos un momento aciago. No se puede ser feliz cuando tanta gente sufre.
Se miraron con la tolerancia del amor construido, y los amigos, en turbado regocijo, los vieron alejarse de la mano. Un cálido viento otoñal levantó del suelo las hojas muertas que, se alzaron en misterioso vuelo cuando una campanada anunció el despiadado paso del tiempo.
- ¿Puede una candidatura pretender triunfar sin ofrecer propuestas claras? ¡Íbamos tan bien! Éramos un ejemplo en el mundo y ante nuestros vecinos. ¿Qué nos pasó? – meditó uno, en triste melancolía.
- El país usufructuó del modelo y Chile debe estar orgulloso y agradecido de estos treinta años, sin embargo; la indolencia del hombre; la ambición del ser humano; y la victimización adoptada por algunos ciudadanos ha traído un profundo desconsuelo.
- Lesivo es que, sin sumar fuerzas, la discusión pierde legitimidad, pues el perdedor no compromete su apoyo a quien lo derrota, y eso impide que - como los ríos que concurren al cauce formando una masa avasalladora - se logre la unidad impetuosa, que contiene la fuerza que inspira un verdadero movimiento social.
- En este tiempo inocuo, de tanto vacío, tal vez sea la poesía la herramienta que nos permita encontrar la sensibilidad perdida y nos conduzca hasta la reflexión requerida, pero… el hombre está aquí para vivir, y el exceso de poesía nos hunde en el placer de la melancolía, y nos aleja de la economía que también ayuda a nuestra felicidad. He visto a la gente - en desbocado consumismo - correr al centro comercial, y… ¿Quién soy yo para criticar su actitud? ¡Qué fácil es sobornar al hombre! Con devota admiración distinguimos a personas como Moro o Sábato, seres que jamás, usando un resquicio práctico, habrían aceptado alterar las ideas que consolidaron su pensamiento.
Un hombre viejo llega a ocupar el escaño que la pareja ha dejado. Su rostro es enjuto y parece aniquilado por la tristeza; lleva un sombrero de alas diminutas, su cuerpo tiembla y sus manos reposan sobre sus rodillas que mantiene unidas. Como voces de alerta, las campanas resuenan vibrantes, acentuando su humildad y su rostro refulge con un recuerdo:
Hace 30 años - murmura, ganamos la Copa Libertadores, y agradecido, alza la vista hacia las nubes en la que ve dibujadas gloriosas escenas del pasado.
-La ganamos – reitera, ahora con poderosa voz y orgulloso semblante, por la convicción de un extranjero venido desde Croacia, que tuvo fe y trabajó disciplinadamente. Con ambos preceptos, todo es posible.