Oh I'm just counting

Cómo han influido en los nombres de los chilenos los artistas y personajes públicos: Así han surgido los Bryan y Kevin

Foto Portada.-Cuando los Backstreet Boys hicieron furor en Chile muchos niños fueron bautizados con el nonbre de los integrantes de  este grupo musical.

 

Cuando los Backstreet Boys (BSB) vinieron a Chile en febrero pasado al Festival de Viña del Mar, circuló un "meme" que decía: "Joven chileno, si tienes entre 20 y 22 años y tu madre bordea los 40, hoy sabrás por qué te llamas Bryan o Kevin", en alusión al nombre de dos de los integrantes de la popular "boy band". Si bien la agrupación causó furor entre las jóvenes chilenas a fines de los 90's, ¿el fanatismo podría haber llevado a algunas a bautizar a sus retoños con el nombre de sus ídolos? Según los datos del Registro Civil –a los que accedió Emol–, efectivamente entre 1995-1996 y principios de los 2000 –que coincide con los años de mayor fama de la banda– se produjo una notoria alza en el número de bebés que fueron inscritos con esos nombres en el país consigna Emol.

En el caso de Kevin, en 1995 tuvo un alza significativa, pasando de 834 a 1.241; y en 1996 los Kevin ya eran 1.476, llegando a su peak en 1998, cuando 1.808 bebés fueron registrados con ese nombre. Luego se siguieron inscribiendo más de mil Kevin al año hasta 2003, y luego empezaron a decaer hasta ser sólo 194 el año pasado.

Los Bryan y Brian también tuvieron su récord de inscripciones en la misma época. Mientras en 1994 –pre BSB– había 878 Bryan, en 1998 llegaron a su peak de 1.317. En 1999 aún eran más de mil y en el 2000 más de 900. Luego fueron disminuyendo progresivamente hasta ser el año pasado sólo 86, 15 veces menos que en pleno apogeo de la banda. Una curva similar tuvo Brian –nombre exacto del integrante de BSB–.

Hasta 1996 se había mantenido estable, en torno a las 300 inscripciones al año, pero en 1997 subió a 410 y en 1999 tuvo un récord de 673 inscripciones. Se mantuvo sobre 500 hasta 2001 y luego decayó, hasta ser sólo 55 en 2018, doce veces menos que su peak de fines de los 90's. Las Jacqueline en los 60's y las Diana en los 90's.

Pero no sería el único caso. Una situación muy particular ocurrió con Jacqueline, que hasta 1950 era bastante desconocido en el país, con apenas 44 inscripciones. Pero en 1961 –año en que John Kennedy asumió como Presidente de Estados Unidos y su esposa alcanzó fama mundial por su carisma y estilo– la popularidad de ese nombre se disparó y fue inscrito 1.293 veces. 

Aunque el mayor boom de Jacqueline se produjo tras la trágica muerte de Kennedy –ocurrida en noviembre de 1963–. Al año siguiente (1964), se duplicó el número de niñas inscritas con ese nombre en Chile, llegando a 5.251, y en 1965 se registró el récord de 5.302. De hecho, en esos años, irrumpió entre los diez nombres de mujer más inscritos en el país, lo que no volvió a ocurrir.

Si bien comenzó a bajar a partir de 1970, la popularidad de Jacqueline se mantuvo alta durante toda la década siguiente, y en 1980 todavía eran 1.611 las niñas inscritas con ese nombre. En 2018 ya habían bajado y sólo llegaban a 72. Otro nombre que tuvo un alza sorpresiva en una época específica fue Diana, que en 1997 –año de la trágica muerte de Diana de Gales– duplicó su número de inscripciones respecto del año anterior, pasando de 171 a 348.

El peak fue en 1998, cuando 474 niñas fueron inscritas con ese nombre en Chile. Luego comenzó a descender, manteniéndose en torno a las 200 inscripciones por año, hasta la actualidad. Aconsejan no elegir nombres que tengan una "carga" para los hijos.

El psicólogo y antropólogo Sergio González, de la Universidad de Santiago, explica que el fenómeno de poner a los hijos el nombre de personas admiradas ha sido recurrente en la historia, desde la antigüedad. Dice que eso tiene que ver con el "efecto halo", que consiste en que, con ese acto, los padres intentan traspasar a sus hijos los atributos de esas personas. Por eso, señala que eso sólo ocurre con figuras que tienen alta valoración social. "Hay un pensamiento mágico de querer traspasar ciertas características al hijo por el solo hecho de cargar su nombre con esos atributos, que ya estarían en una persona que se admira, que tiene éxito, que le va bien (...) es construir un relato de la vida del hijo con esa estrella", señala.

Dice que eso ocurre sobre todo en los sectores populares, donde "el pensamiento mágico funciona con más fuerza; hay mayor fuerza de la emoción por sobre lo racional". No obstante, asegura que el fenómeno también se observa en los sectores acomodados, pero con una variante, ya que las personas suelen ponerle a sus hijos el nombre, no de un famoso, sino de algún antepasado exitoso.

"Buscan mantener el tronco de los nombres de los bisabuelos, como una manera de mantener el prestigio y el linaje, pero también, como a ellos les ha ido bien, para traspasarle al hijo ese relato de las características positivas de su abuelo, su bisabuelo", señala.

Pero como en los sectores más populares no están esas figuras en la familia, éstas "se buscan afuera, en los medios de comunicación, etc. y se utilizan nombres que representan un éxito social". Advierte que esto tiene el "problema" de que, a través del nombre, "se le trata de dar una identidad al niño y mostrarle una figura que para él no va a tener ninguna significación, porque esas figuras son todas perecibles".

"Lo que aconsejaría es que los nombres fueran singulares y que no vinieran con una carga que uno le trata de imprimir a la identidad de los hijos", concluye.