A propósito de la celebración del Día del libro, se señala que uno de los errores más difundido es hacer coincidir la fecha de la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare el día 23 de abril. Aún cuando Cervantes falleció el día 22 abril.
Pero no queremos recordar fechas de muertes, sino el nacimiento de un grande de la literatura chilena. Ocurre que si hubiese tardado unas horas más en nacer, el día del libro coincidiría con la fecha de nacimiento de Poli Délano. El 22 de abril de 1936, “en plena primavera madrileña” nace Enrique Délano Falcón, o como lo llamó Neruda, Policarpo. Según nos cuenta su padre. “Era un niño colorado, gordo, de
ojos acuosos y una pelusilla dorada en la cabeza”.
“No le vamos a poner Policarpo”, dijo su madre, “es un nombre estrafalario”. Sin embargo desde antes de nacer ya todos hablaban de Policarpo, incluso Gabriela Mistral que se lo contó a Yinyín, quien con mucho entusiasmo lo consideró un nombre extraordinario, Don Luis Enrique Délano no quiso decepcionar al joven y lo mantuvo con la idea de que su hijo se llamaba Policarpo o Poli, como lo conocemos.
Este 22 de abril, recordaremos su nacimiento sin tenerlo presente para cantarle las mañanitas y brindar con un buen whisky, como a él le gustaba, pero habiendo cumplido la tarea que nos encomendó antes de partir “¿Están escribiendo?”, “Tienen que sacar el libro”, “El Taller debe seguir y se llamará Taller Poli Délano segunda versión” les decía a sus talleristas que lo visitaban en el Hospital El Salvador.
Poli fue un fructífero creador, que inició cada obra desde la experiencia vivida y logrando con la palabra precisa cautivar al lector, hacerlo recorrer calles y bares, cantar un tango e incorporarse en las escenas de su narrativa como un protagonista más.
Un gran maestro, que cautivó a sus alumnos y talleristas en el oficio de escribir. Para él, la escritura era un proceso sin recetas, ni censura, pero de alta rigurosidad y precisión. “A escribir se aprende escribiendo” “la escritura mejora con la revisión crítica, y esta es siempre al texto y no al autor o autora”, recomendaba que a quienes se iniciaban en la narrativa. También nos enseñó el valor de la precisión en el lenguaje, el respeto por las creaciones particulares y la diversidad.
Siempre tenía una referencia bibliográfica para apoyar el trabajo literario, ya fuera en la forma o en los contenidos y los libros de su biblioteca circulaban cada semana. Alguna vez nos dijo “contar historias es una artesanía comparable a la de un orfebre”.
Poli Délano ha dejado un legado en las letras de Chile y en la formación de escritores. Al igual que Bombal y Teillier, no obtuvo el Premio Nacional de Literatura. Sin embargo el año 1975 recibió el Premio Nacional del Cuento en México, en 1973 el Premio Casa de las Américas en Cuba, y tres veces obtuvo el Premio Nacional otorgado por la Municipalidad de Santiago (1961, 1969 y 1985) Pero como él nos dijo “Si uno escribe algo bueno, esa es la máxima victoria de un escritor”.
El mayor premio que le podemos dar es “Polinizar” las aulas y bibliotecas con cuentos y novelas de Poli Deláno. De seguro que después de leerlo, alguien quedará con ganas de contar historias, escribirlas e iniciar un proceso de creación literaria. Este sería sin duda un fructifico reconocimiento que se puede concretar con el apoyo del Ministerio de Educación y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Salud Poli. Feliz Cumpleaños.
Tus talleristas.