Hace una semana en la Cámara de Diputados no lograron aprobarse los proyectos de Retiros. Ninguno alcanzó el quorum requerido y se generó una seria derrota política al nuevo gobierno.
Lo que sorprendió al mundo político fue que el proyecto del Gobierno sobre un Retiro Acotado -presentado una semana antes- solo obtuvo 68 votos en la Sala, lejos de los 78 votos requeridos. Esto fue un fracaso de su gestión política, revelando que es un gobierno de minoría en la Cámara ya que obtuvo sólo un 44% de apoyo y el proyecto del gobierno tuvo 83 votos en contra.
El Ministro de Hacienda estuvo primero -durante varias semanas- cuestionando el 5º retiro y su impacto negativo en subir la inflación, después se desplegó en mostrar las bondades de su proyecto de ley de retiro acotado y agregaba que era “responsable y sostenible” al centrarse en que solo sería usado en pagar las pensiones alimenticias y las deudas hipotecarias, con los bancos y con los servicios básicos.
El resultado legislativo final es que no habrán proyectos de retiro, aunque estos tenían el apoyo de cerca del 70% de la ciudadanía, lo que ha generado una fuerte crítica hacia el gobierno -que encabezó el cuestionamiento a esta iniciativa-, a pesar de que siendo oposición en 2020/2021 estos sectores respaldaron los anteriores retiros durante la pandemia.
La señal política preocupante para el futuro es que el Gobierno solo tuvo el apoyo de 68 diputados para su proyecto de retiro acotado. Es la primera iniciativa compleja del nuevo gobierno y la votación en la Cámara develó que es una fuerza parlamentaria minoritaria en esa instancia legislativa, lo que los convierte en un gobierno de minoría.
Esto unido a una lenta y compleja instalación de sus equipos gubernamentales que muestra a un Gobierno sin agenda legislativa y programática, generando sus autogoles y sin control de la agenda pública determinan un escenario complejo para el nuevo gobierno.
Con una administración de minoría en el Parlamento no se puede avanzar en la agenda de transformaciones en materia de reforma tributaria que aumente la recaudación fiscal, ni tampoco en materia de una reforma previsional que instale en el país la solidaridad intra e intergeneracional.
Es importante entonces que el Presidente de la República asuma que un gobierno de minoría en el Parlamento no es capaz de hacer reformas sociales y económicas, ni tampoco puede avanzar en una agenda legislativa que apunte a reducir las actuales desigualdades.
La prioridad política del gobierno no debiera ser huir hacia el futuro ni seguir negando estas derrotas, tratando de adelantar el timming legislativo de las reformas tributaria y en pensiones, sino abocarse a construir puentes y diálogos con aquellos actores políticos presentes en el Parlamento con los cuales tiene coincidencias programáticas y que no integró a la gestión gubernamental.
Se abre ahí un espacio político en que el gobierno debiera mostrar capacidad para dialogar y construir coincidencias en materia programática y legislativa que pueden dar origen a un Pacto político por las transformaciones que dé viabilidad a las urgentes reformas en pensiones y también una reforma tributaria progresiva que recaude más fiscalmente. Es hora de que el equipo político de La Moneda sea capaz de dialogar y construir una agenda de acuerdos programáticos, por eso preocupa leer que actuales ministros no parecieran tener esta misma lectura.
Eso significa que el gobierno debiera cambiar su diseño político actual de ser minoría que se conforma con buscar votos -vía pirquineo- individuales en las salas e ir buscando aliados según sean los proyectos de ley; pero este método desgastante ha fracasado con la votación del lunes sobre el retiro acotado, donde se expresaron las limitaciones que tiene este diseño político del primer mes legislativo y si eso se une a que estamos frente a un gobierno con dos coaliciones entonces se tendrá una gestión lenta e incapaz de enfrentar los imprevistos propios del devenir social.
Este mal diseño político genera estos tropiezos que además se une a la ausencia de un plan legislativo que ordene las prioridades del gobierno en el Parlamento. Hay una cierta sequía legislativa que está generando nerviosismo en los actores políticos del Parlamento y ya tenemos dos actores políticos como los senadores DC y del PS que han presentado sus propias propuestas de agendas legislativas cortas ante la ausencia de un plan legislativo del gobierno.
No es un momento político cualquiera, porque se ha develado la principal debilidad política del nuevo gobierno y es de esperar que haga los cambios a su diseño inicial que rápidamente los llevó a caer a solo un 28% de aprobación ciudadana.
Es de esperar que se actúe con realismo y se asume que los gobiernos de minoría no le hacen bien a Chile, ni menos al éxito de las transformaciones que la mayoría espera.
Debe ser capaz de ampliar su plataforma política y si no lo hace, probablemente volverán a fracasar las necesarias reformas sociales que nos encaminen a un Chile más inclusivo.