La mayoría del país ha vibrado y ha apoyado a los distintos deportistas que han mostrado que en Chile se pueden hacer las cosas bien como ha sido en Santiago2023.
79 medallas son el testimonio de qué con disciplina, esfuerzo, trabajo en equipo pueden alcanzarse logros deportivos, si además, estos cuentan con apoyo del sector público y de las empresas y si se tiene una infraestructura deportiva de alto nivel. Eso se logró en estas dos semanas donde se destacaron mujeres como Martina Weil, Valentina Toro y muchas más como historias de migrantes como Santiago Ford, jóvenes del mundo popular como Emanuel Silva, las hermanas Abraham que mostraron un Chile diverso, plural, pero unidos por ese canto mágico que es el himno nacional que se tocaba con las medallas de oro.
Ahora el desafío es promover una cultura deportiva, demostrar que el fútbol es un deporte más, pero también hay otros deportes competitivos como el remo, el patín, hockey césped, handball, karate y muchas otras expresiones deportivas que ojalá los medios de comunicación siguieran visibilizando. Muchas actividades deportivas deben implementarse en las comunas y en los colegios, aumentar las horas de educación física en los colegios para que nuestra juventud crezca alejada de las drogas y el alcohol y también mayor inversión pública vía Ministerio del Deporte para los deportistas de alto rendimiento, cuyo presupuesto cae levemente para 2024.
Los y las medallistas deben convertirse en líderes positivos para una juventud que debe enfrentar un mundo más incierto y complejo, son ellos testimonios de valores como el esfuerzo, el diálogo, la búsqueda de acuerdos y el trabajo en equipo y que esta experiencia que hemos vivido estas 2 semanas de Juegos Panamericanos es mucho más que una competencia deportiva, es una lección de vida.
Pero lamentablemente se terminaron estos Juegos y ojalá que preservemos su legado para avanzar hacia un nuevo Chile; pero están ahí agazapados esperando los promotores del odio, de las divisiones y las polarizaciones ahora para promover su opción de cara al Plebiscito Constitucional del 17 de diciembre.
Las diversas encuestas y estudios de opinión muestran que se tendrá un resultado holgado a favor del Rechazo; lo relevante es que se asuma que la cuestión constitucional debiera ser un capítulo que debiera cerrarse por el bien del país que ha estado 4 años debatiendo sobre la materia y donde los grupos ultras tanto de izquierda como de derecha han desaprovechado la oportunidad de construir un nuevo texto constitucional que sea de mínimos consensos. Ha predominado en ambos grupos extremos la idea de imponer sus visiones minoritarias y partisanas al resto de la sociedad, lo que ha acentuado la situación de polarización de una sociedad incapaz de construir esos pisos comunes que debieran ser un texto constitucional democrático. Esa incapacidad de las élites en medio de un fuerte clima de desconfianza ciudadana solo debilita la convivencia democrática.
La sensatez política debía haber caminado por la senda de ratificar la propuesta del comité de expertos, pero la mayoría ultraderechista con su conservadurismo moral busca imponer sus nuevas expresiones culturales y morales en el texto constitucional, así repiten método de los grupos conservadores de EEUU que constitucionalizan sus posturas conservadoras y regresivas que se plebiscitaran en unas semanas más.
La ultraderecha quiere evitar ese debate sobre ese conservadurismo moral del texto y busca convertir est plebiscito en una nueva pelea y medición contra el gobierno y la coalición FA y PC -estrategia que le resultó en septiembre del 2022-; por tanto, sería razonable que tanto el gobierno como sus partidos políticos de izquierda no cayeran en la trampa de la derecha y no buscarán tener un protagonismo que puede llevar a una nueva derrota ante el conservadurismo de la ultraderecha.
Lo relevante es que la ciudadanía vote informada, que compare esa propuesta ultraderechista con el actual texto constitucional que es el que quedará vigente y ampliamente legitimado si gana el “en contra”; por tanto, aquí no hay vacíos ni incertidumbres constitucionales como la publicidad derechista intentará imponer estas semanas de campaña.
Estas semanas hemos vuelto a descubrir que “Chile es el vibrante encuentro de múltiples historias de vida” que requieren un marco de convivencia común donde pueden desarrollarse esa pluralidad y no donde un sector -la ultraderecha- nos quiere imponer su visión dejándola amarrada como norma constitucional.