La ciudadanía conoció los resultados del SIMCE 2022 que se realizó en noviembre pasado. La información divulgada por el ministerio de Educación de este “Simce de la pandemia” muestran caídas de aprendizajes relevantes en lectoescritura, matemáticas en 4º básico y 2º medio; lo que ratifica que la cuarentena, la prolongada ausencia de clases, la falta de conectividad digital en vastos territorios que hicieron inviable la tele-educación deterioraron los aprendizajes tanto en lectura como en matemáticas y principalmente en 2º medio.
Los resultados confirman lo que esperábamos la mayoría del país: la pandemia afectó negativamente los aprendizajes, especialmente en el alumnado de familias de clases medias y vulnerables y revivieron las brechas de aprendizaje en desmedro de las niñas estudiantes. Este deterioro ocurrido durante la pandemia a nadie puede sorprender, porque así pasó en todo el mundo y ya hace meses lo alertaban distintos organismos internacionales.
Sobre estas malas noticias no resulta sensato enfrascarse en rencillas políticas sobre si el piñerismo o el frenteamplismo tienen más o menos responsabilidad en esta caída de los aprendizajes -como está instalado en algunas redes sociales como Twitter-; lo importante es actuar con sentido de urgencia para recuperar la educación, para tener un Plan de Reactivación Educativa con un mayor financiamiento fiscal y que sea capaz de movilizar transversalmente al conjunto de la sociedad en implementar nuevas medidas que reviertan este deterioro.
El año pasado en el Senado las distintas fuerzas políticas -desde PC hasta UDI- coincidieron que este presupuesto 2023 debía tener recursos, programas y dispositivos de reasignación presupuestaria que enfrentarán la urgencia de tener un Plan de Recuperación Educativa; en enero MINEDUC formó una Comisión de expertos para elaborar propuestas de reactivación educativa; pero los problemas siguen ahí en los colegios.
La presencialidad escolar está mejor que el año pasado, pero sigue baja si se le compara con los años pre-pandemia, incluso ahora el promedio de asistencia escolar es apenas 82%, hay otras comunas donde a los profesores se les paga solo el 40% de su sueldo como ocurre en comunas de la isla de Chiloé; la prensa nos informa además, de la violencia escolar en varios Liceos emblemáticos y estos malos resultados del SIMCE caen en este complejo cuadro educativo, de un sistema que no se moviliza por causas pedagógicas y que sigue entrampado en peleas políticas, gremiales y con estudiantes inadaptados de “overoles blancos”.
Post Simce 2022 se requiere construir una mayoría política y social que se movilice y reclame la implementación urgente de un Plan de Recuperación Educativa con foco en recuperar aprendizajes con un mayor financiamiento fiscal, a lo menos por los próximos 3 a 4 años, con metas específicas en lecto escritura, en matemáticas, en convivencia comunitaria y habilidades sociales y que se despliegue por la mayoría de los colegios donde asistan alumnos/as de familias de clase media y vulnerables; con un foco especial en el apoyo a los colegios dependientes de los Servicios Locales de Educación (SLEP) y colegios de municipios vulnerables .
Debemos actuar con rapidez, aquí está en riesgo el desarrollo futuro del país; porque con esas carencias en lectura y matemáticas no podremos enfrentar los retos que impone una civilización altamente tecnologizada.
No podemos seguir esperando para ponernos en acción y de manera unida y transversal, en esta tarea de futuro.
Se requiere un ministerio de Educación con un liderazgo abierto y convocante, con capacidad de apoyar en terreno a los colegios, con habilidad para conversar y construir alianzas con la sociedad civil, con las comunidades escolares, con las familias, con las Universidades formadoras de docentes y también se requiere que el Ministerio de Hacienda reasigne y refuerce los recursos fiscales para financiar estas nuevas acciones que empiecen a recuperar la calidad educativa. Para mejorar la calidad de la educación se requieren más recursos para implementar nuevos programas y no recortes presupuestarios como se anticipan para 2024 en el sector.
También es una buena señal que la Comisión de Educación del Senado haya actuado transversalmente para convocar a una sesión de la sala con el ánimo de concordar un llamado al país para unirse en torno a respaldar un urgente plan de recuperación de la educación con el apoyo de las diversas fuerzas políticas que ahí están representadas.
No es la hora de las mezquindades políticas, es la hora de unirse para empezar a revertir este terremoto educacional; ese desafío requiere unidad política y social y la pregunta es si en este clima de polarización que estamos viviendo primará el interés superior de trabajar unidos/as por una educación de calidad para todas y todos.
Ojalá se entienda que recuperar la educación es prioridad nacional.