El 11 de septiembre de 1973 es parte de nuestra historia, pero una historia tergiversada y acomodada al interés de quienes la han escrito o relatada, esta es una de las razones por las cuales 47 años después de ese hecho, que cambio nuestras vidas de manera radical, se repiten situaciones y hasta los personajes que jugaron un rol y que llevaron a un país entero a ese brutal y triste desenlace. Con cierto desparpajo han acusado a Allende de haber hecho un mal gobierno y de haber creado las condiciones para la polarización de la sociedad chilena, algo que han hecho desde la derecha y desde la centro izquierda, eludiendo responsabilidades hasta hoy no asumidas, olvidando que la violencia ideológica y discursiva, la violencia terrorista, durante los tres años del gobierno popular, fue un instrumento para desestabilizar al gobierno y crear caos en el país.
Para quienes vivieron y sobrevivieron al golpe de estado y a la dictadura, para las generaciones de jóvenes que aun sienten los impactos de un sistema económico usurero creado e impuesto a balazos, no hay justificación posible mas que la cobardía e indiferencia, para que luego de casi cinco décadas, los que tuvieron la responsabilidad directa en el genocidio que cometieron por 17 años se escondan en la impunidad e intenten nuevamente imponer un modelo de sociedad en la cual sobrevivan sus intereses y privilegios. Tampoco es aceptable ni leal con todos aquellos que perdieron la vida luchando por la democracia (incompleta) que tenemos, que las cúpulas militares continúen sintiéndose héroes de una guerra inventada, la que en la realidad fue la ocupación que hicieron de su propio país y un ataque en contra de miles de personas desarmadas.
No es admisible que las elites económicas que defienden un modelo que les brindó años de enriquecimiento a costa del abuso de las fuerzas de trabajo intenten ahora con los mismos argumentos enfermizos del pasado, crear la imagen de que Chile esta siendo atacado por “alienígenas y comunistas”. Menos aceptable es el rol de quienes en la centro izquierda, asimilando todo el discurso de la derecha, toman distancia del presidente héroe, que murió combatiendo solo y con sus mas cercanos y leales seguidores, ni menos, que se denigré a nombre de una democracia construida en base a acuerdos espurios, a un gobierno que intento hacer transformaciones, que hoy son vigentes y que pudieron significar un cambio real en la vida, fundamentalmente del pueblo trabajador, explotado y empobrecido.
Por eso es que indigna escuchar y repetir ese discurso anticomunista que fue la excusa para perseguir y asesinar al militante de la izquierda y a todos los y las simpatizantes de la Unidad Popular, muchos de los cuales nunca fueron militantes de partido alguno, los asesinados y desaparecidos, partiendo por el ejemplo de Salvador Allende, todos y todas, fueron perseguidos por haber intentado construir un país distinto, son compatriotas ejemplos para nuestra futuras generaciones y deben ser recordados con orgullo y no en voz baja. Son otros los que han vivido en la impunidad y que merecen reproche, no son los militantes de la izquierda, son políticos, periodistas, maestros, catedráticos, publicistas, de la prensa, el libro, la tribuna y militares, quienes son parte de la premisa y la causa de las convulsiones y efectos del golpe de estado de 1973 que hasta el día de hoy lamentamos.
Danmiato memorae le llamaban los romanos el dejar en el olvido a personas o instituciones que contradecían el poder religioso y político de la época, que es lo que ha sucedido en nuestro país, como si se pudieran arrancar las páginas escritas con honor y sacrificio, relegando a personajes tan decisivos para nuestra historia como Manuel Rodríguez, los Hermanos carrera, Balmaceda y en la historia reciente a Salvador Allende, a los dirigentes y militantes comunistas y socialistas, del MIR y del FPMR, a muchos cristianos que se comprometieron con el ideario de la UP, todos ellos con su sacrificio y esfuerzo son los que que abrieron la ruta de la democracia. Sin embargo nos imponen a personajes como la del Coronel Silva Renard, autor del asesinato de miles de obreros en la escuela Santa María de Iquique, la de Patricio Aylwin uno de los protagonistas del golpe de estado, ni hablar de los intentos que hizo la Concertación para lavar la imagen del general Cheyre, “el general de la transición” le llamaban y ahora preso por cómplice de crímenes de lesa humanidad,
Pero no se atreven a recordar y a institucionalizar el papel y la figura del General Rene Schneider, asesinado por la extrema derecha para evitar que Allende asumiera la presidencia de la republica en 1970. Al General Bachelet, al General Poblete, al Coronel Cantuarias del ejercito. A los marinos que fueron detenidos y torturados antes del 11 de setiembre por denunciar el golpe de estado y a todos los militares que en sus cuarteles se opusieron a la masacre militar en contra e su propio pueblo.
A estas alturas y con tanta mentira que se ha dicho y escrito, se olvida que Salvador Allende llegó a la presidencia de la republica como un presidente socialista y mandatado por el pueblo para llevar adelante un programa de gobierno socialista y que eso fue lo que marco el antes y e después de nuestra historia. Ese gobierno democrático alteró el esquema político controlado por la oligarquía y el latifundio chileno, quienes hasta ese entonces marcaban el rumbo y el cambio de presidentes sin alterar la estructura de poder político ni económico.
Salvo algunas excepciones, como la de Balmaceda en 1891 o la de Pedro Aguirre Cerda en 1938, el gobierno de Salvador Allende fue una victoria política que removió la sociedad y a sus elites conservadoras hasta en sus más escondidos sentimientos, quedando establecido tácitamente al principio y explícitamente después, que Allende y su gobierno eran enemigos de estas clases y elites dominantes las que, por lo tanto, no iban a participar en su gobierno y no entregarían sus privilegios sin luchar.
Ese odio de clases no logro desarticular al gobierno de Allende y el apoyo a la Unidad Popular creció, incluso en los meses anteriores el golpe, así lo demuestra la elección parlamentaria de 1973 en la que obtuvo el 43,4 % de los votos, un hecho que indudablemente aceleró los planes golpistas, porque constataron que el gobierno de la UP y su presidente, tenia el apoyo de su pueblo. A pesar de los ataques de El mercurio, de la cámara de diputados, los ataques de la derecha, de los empresarios y comerciantes coludidos con el golpe, de los continuos ataques de Eduardo Frei, de Patricio Aylwin, del bloqueo norteamericano a nuestra economía, Allende continuó avanzando y ganando apoyo en el pueblo, pero sin crear lo mas importante en ese momento, la defensa de su gobierno.
Desde el primer momento la derecha demostró con hechos que la violencia era el camino para terminar con Allende, mataron al Comandante en jefe del Ejercito, al general Rene Schneider, para impedir que Allende llegara a la presidencia en 1970, en julio de 1973 asesinaron al edecán de la presidencia de la republica, Comandante de la marina Arturo Araya, crímenes en los que participaron oficiales del ejercito comprados por la CIA junto a terroristas de extrema derecha, Patria y Libertad. Intentaron un levantamiento militar, la sublevación del Coronel Souper en el blindado Nº2 en contra del gobierno en agosto de 1973. Finalmente presionaron al Jefe del ejercito, al general Prats quien renunció a su cargo de Comandante en Jefe del ejercito dejando a Pinochet en su reemplazo.
Por eso aun queda la insatisfacción tremenda, el vacío histórico como suele llamarse, de la incapacidad de la dirigencia de la Unidad popular para crear las condiciones para defender la voluntad popular, expresada democráticamente, y las conquistas alcanzadas. Pero esa dirigencia no se movió de la idea equivocada, que las Fuerzas Armadas eran respetuosas de la constitución y que se mantendrían al margen de los procesos y disputas políticas.
Honestidad política, consecuencia con una tradición que nunca fue tal, porque lo cierto es que las FFAAA y a lo largo de nuestra historia, han sido siempre el ultimo recurso de la burguesía y del latifundio para defender sus intereses. O fue un error, que lo diga la historia, pero esa fue una apreciación política errónea, lo fue antes y lo es ahora, la oficialidad de las Fuerzas Armadas chilenas se consideraban ( y consideran ) parte integrante y con un papel protagónico dentro de las estructuras del Estado.
Se sienten por convicción ideológica el último recurso de la violencia institucionalizada, para preservar la soberanía, la integridad territorial, la defensa contra cualquier agresión desde el exterior. Y como sucedió en 1973, actúan convencidos, como instrumento de la Doctrina de la Seguridad Nacional en la lucha contra el enemigo interno.
Esa es la historia, las decisiones políticas erróneas impidieron que luego del Tanquetazo se tomara la iniciativa para hacer una limpieza en el ejercito, dando de baja a todos los oficiales golpistas y poner al descubierto sus relaciones con los civiles sediciosos, pero no se hizo, a pesar de la oportunidad que era propicia. Luego vino la renuncia del general Prats, quien abandonó su puesto de mando en los momentos mas críticos del gobierno de la UP, no soportó la presión sobre el y particularmente la que le pusieron mujeres de militares, ese fue el momento decisivo para los golpistas ya que saliendo Prats, en el alto mando militar, no había un general que simpatizara con el gobierno y que estuviera dispuesto a mantenerse fiel a su juramento.
Para los militares que estuvimos hasta el último con Allende la renuncia de Prats fue la llave que abrió la puerta a la decisión final del golpe, porque si él u otros oficiales hubiesen adoptado una posición constitucional, mientras eso pasara el golpe no era posible sin una rebelión militar interna. Las fuerzas armadas funcionan a través de una cadena de mando, de manera jerarquizada y disciplinada, lo que hubiera permitido que en los distintos eslabones del mando se hubieran manifestado todos aquellos que si estaban dispuestos a mantenerse en la línea constitucional y otros quienes derechamente habíamos decidido defender al gobierno.
Quizás en el ultimo llamado de Allende en su discurso de despedida envió el mensaje para el futuro, el que aun no es asimilado como lo fue su obra y su vida : “Las Fuerzas Armadas no pueden permanecer impasibles ante el derrumbe de nuestra Patria…... Estamos formados en la escuela del civismo, del respeto a la persona humana, de la convivencia, de la justicia, del patriotismo…”. .
Han pasado 47 años desde 1973 pero aun están en nuestra memoria esos momentos en que la situación histórica nos puso frente a la disyuntiva de ser fieles a nuestro deber militar, a nuestro juramento de servir a la patria, o traicionar este juramento y nuestros principios haciéndonos parte de una conspiración que terminó en acciones cobardes como la traición, la tortura y el asesinato de personas inocentes, a nombre de la patria y de la lucha en contra del comunismo.
Esa es la diferencia entre nosotros, militares leales a nuestro pueblo, y el puñado de generales, oficiales subalternos y suboficiales, quienes conspiraron en contra de un gobierno elegido democráticamente y legalmente constituido por voluntad popular. Nos pusimos al lado del pueblo y de la defensa del gobierno de Chile, manteniendo una postura digna en un momento y en un ambiente corporativo en el cual solo pensar distinto significaba el encarcelamiento, la tortura y en casos, la muerte.
A estas alturas algunos de esos militares honestos y patriotas ya no estan con nosotros, algunos murieron a consecuencias de las torturas a las que fueron cometidos, entre ellos el general Bachelet, el Coronel Cantuarias, otros cayeron asesinados durante la lucha antidictatorial, como Enrique Reyes e Ivan Figueroa y otros, que nos dejaron a consecuencia de enfermedades.
A todo ellos, sin distinción, nuestro reconocimiento y homenaje, a los que levantaron la voz cuando había que hacerlo, en momentos en que las ruindades y las ambiciones personales, la traición política y la mentira se apoderaron de Chile y de nuestras instituciones, opacando por medio del terror el pensamiento libre, el arte y la cultura.
Finalmente, Chile tiene que cambiar, Chile ya está en el camino de cambio y lo haremos sin olvidar nuestro pasado, la lista de héroes y heroínas anónimos (as), que cayeron luchando con el poder dictarorial es larga. Son ejemplos que no debemos olvidar porque señalan que las ideas de cambio y, por un país mas justo no han fracasado, por el contrario hoy han adquirido mayor fuerza y vigencia, es la la realidad la que confirma su validez histórica