Oh I'm just counting

El retorno de los brujos. Por Roberto Mayorga, abogado, académico, exembajador de Chile

¿Podría alguien el 17 de octubre del 2019 haber imaginado todo lo que hemos estado viviendo en Chile y el mundo a contar de los siguientes días?
Generalmente se define lo inimaginable, lo fantástico, como contrario a lo natural, a lo racional, como algo imposible o inexplicable, señalan Louis Pauwels y Jacques Bergier en su alucinante y controvertida obra de los años 60, “El retorno de los brujos”, no obstante, agregan, no es nada de eso.
 
Lo fantástico, explican, es una manifestación de la misma naturaleza, un efecto de la percepción de la realidad cuando ésta se observa desde otras ópticas y no filtrada y cercenada por los hábitos o un racionalismo precario. La experiencia nos enseña que detrás de lo simple y visible está lo incierto, lo invisible e inexplicable. Todos sabemos que el cielo estrellado que nos deslumbra es absolutamente diferentes a como lo vemos y que el verde azul de los mares, que con su hermosura nos cautiva, es sólo una visión que oculta el misterio de sus profundidades. En este sentido, lo asombroso, fantasioso e inaccesible, por una parte, junto a lo concreto, perceptible y aparentemente real, conforman una inseparable alianza.
 
Existen el universo visible y el universo invisible y, ¿quien sabe?, incontables universos en el infinito y dimensiones paralelas en el tiempo, que sin duda la ciencia jamás logrará desentrañar, que la razón no logra entender y que sólo la imaginación puede concebir. ¿Quién no ha llegado a veces sentirse física o mentalmente en ámbitos desconocidos o situarse en extrañas dimensiones?, se preguntan los autores de este libro de esoterismo, alquimia y parapsicología, que se nos viene a la mente hoy, en medio de un mundo impensado hasta hace un par de meses atrás, cuando un virus desconocido y acontecimientos imprevistos trastocaron al planeta entero.
 
Una mañana despertamos y todo ha cambiado, reflexiona un estudiante en el libro digital recién editado “Las y Los Estudiantes Opinan”, provocando aquel súbito despertar un impacto desconcertante y desorientador ante una realidad insospechada hasta horas antes.
 
Pauwels grafica mediante una singular anécdota el fenómeno que experimentamos al enfrentarnos de sopetón ante realidades inimaginables: “Encontrar otro mundo -dice- no es únicamente un hecho imaginario. Puede ocurrirles a los hombres y también a los animales. A veces las fronteras se deslizan o se confunden: basta con estar allí en aquel momento. Yo presencié cómo le ocurría esto a un cuervo. Este cuervo es vecino mío. Jamás le he hecho el menor daño, pero tiene buen cuidado en mantenerse en la copa de los árboles, volar alto y evitar la humanidad.
 
Su mundo empieza donde se detiene mi débil vista. Ahora bien, una mañana, nuestros campos se hallaban sumidos en una niebla extraordinariamente espesa y yo caminaba a tientas hacia la estación. Bruscamente, aparecieron a la altura de mis ojos dos alas negras y enormes, precedidas de un plumaje gigantesco, y todo se alejó como una exhalación y con un aullido de terror como espero no volver a oír otro en mi vida. Este grito me obsesionó toda la tarde. Llegué hasta el punto de mirarme al espejo, preguntándome qué habría en mí de espantoso..., por fin comprendí.
 
La frontera entre nuestros dos mundos se había borrado a causa de la niebla. El cuervo, que se imaginaba volar a su altura acostumbrada, vio de pronto un espectáculo sobrecogedor, contrario para él, a las leyes de la naturaleza. Había visto a un hombre que andaba por los aires, en el corazón mismo del mundo de los cuervos. Había presenciado una manifestación de la rareza más absoluta que puede concebir un cuervo: un hombre volador..., ahora, cuando me ve desde arriba, lanza unos desgarradores aullidos, y yo descubro en ellos la incertidumbre de un espíritu cuyo universo se ha desquiciado. Ya no es, ya no volverá a ser jamás como los otros cuervos...»
 
¿Qué pretendían demostrar los autores del libro con sus reflexiones? Que la realidad podría ser mucho más compleja de lo que suponemos o imaginamos, y que nuestra percepción de los hechos y nuestro juicio acerca de lo verdadero y de lo falso podrían estar sesgados por concepciones y teorías implícitas en el limitado sentido común. Lo que nos parecería sobre natural o fantástico podría ser simplemente lo que no cabe en la manera común de ver las cosas, en nuestra frágil racionalidad.
¿No se aloja en cada uno de nosotros el aullido de un cuervo que explícita o ahogadamente resuena ante hechos o situaciones que nos han precipitado a realidades ignotas?
 
Lo fantástico y misterioso serían entonces lo que queda tras el velo del sentido común y la razón oficial. Esta especie de realismo fantástico o mágico es una suerte de síntesis integradora de ciencia y poema capaz de develarnos visiones nuevas y trascendentes ocultas en las sombras. A la inversa, la insuficiencia del realismo a secas, -de la razón pura diría alguien-, se mide en la incapacidad de ver lo sustancial, como lo sublimiza Saint Exupery:“lo esencial es invisible a los ojos”, y se constata prosaicamente en la fábula de la calabaza y el simio que narran los autores de “El Retorno de los Brujos”. “Los indígenas, para cazar vivo al animal, fijan en las ramas de una palmera una calabaza que contiene cacahuetes.
 
El simio acude, mete la mano, coge los cacahuetes y cierra el puño. Entonces no puede retirar la mano. Lo que ha cogido lo atrapa y mantiene prisionero”. Es la prisión de la realidad ramplona que atrapa e impide conocer y proyectarse más allá de ella. Por consiguiente, hay que sopesar y examinar con cautela las trampas de la realidad a secas y retirarse con sabiduría para mirar en torno a ella y más allá de ella. La vida no es sólo ciencia sino también poesía, no es sólo razón sino también inspiración y fantasía. Una vez satisfechos la curiosidad y el conocimiento, conviene volver ágilmente la atención hacia lo que nos rodea, recuperar la libertad y la lucidez, reemprender el camino en el universo al que pertenecemos y del que tan escasamente sabemos, ciertamente con realismo pero, sobre todo, con imaginación y ensoñamiento. Ello constituye el idealismo y la esencia de las genuinas almas jóvenes. Emulando el himno de mayo 68, ser realistas pero anhelar lo fantástico e imposible, para transformarlo en posible y realizable.