Oh I'm just counting

Encrucijada. Por Jorge Orellana, ingeniero, escritor y maratonista

Mira –dijo Marcial a Simón ¿No es
Anselmo el señor aquel?


-Sí, es él, pero… ¡Como envejeció,
carajo!


-¡Es verdad! ¡Anselmo!-Gritó. Ven,
siéntate con nosotros.


-Si me permiten –acomodando una silla en la mesa- almorzaré con ustedes y será un verdadero placer –dijo sin eludir su tristeza.
-¿Ha estado desanimado? –dijo de golpe Simón y aunque su pregunta traía el sesgo ingenuo de su real preocupación, Anselmo, un viejo residen￾te que había dejado el condominio previo al negocio inmobiliario y desde siempre cercano al
partido comunista, interpretó cierta ironía en la
pregunta.


-¡¿Cómo quieres que esté?! ¡Deprimido
estoy, pues! Acabo de cumplir 75 y mira lo que me
está tocando ver.


La taberna se había ido llenando, y el mozo, que exultaba regocijo, se movía con agilidad entre las mesas. La música, de otra era, refrendaba la nostalgia del otoño. En su apogeo, la luz de mayo refulgía y el pavimento de las calles se había cubier￾to con hojas secas de sombríos tonos arrastradas
por la leve brisa. El aroma del alimento embriagaba
el local, siempre impregnado con el olor de los hombres que permanecían al centro de la incesante y agitada corriente de la vida.


-¿Lo de siempre por tres? –gritó el mozo a la mesa.


-¡Tan contento que anda éste! ¿Les
parece lógico el resultado del domingo? De verdad, no puedo soportarlo. De cada tres votantes ¡Uno! es de extrema derecha, más allá de la UDI! Estoy agobiado, sumido en el desaliento –Reconoció Anselmo- Créanme, esta es mi primera salida, me he mantenido encerrado, sin hablar, ni siquiera con mi mujer, que se ha declarado de centro y sostiene que el resultado es lo mismo de siempre. Yo espera￾ba un Chile más humano… ¿Qué va a salir de todo
esto?


-También estoy desconcertado –replicó Simón, que con los días se había ido resignando, buscándole explicación al asunto.


-Esta elección –interrumpió Marcial- es de repudio a la autoridad; la gente que piensa que sus representantes no cumplen sus expectativas; el sistema que con su burocracia no permite resolver los desastres en el narco tráfico, en la seguridad…


-¡Ahora habrá seguridad señores! –irrum￾pió el mozo posando humeantes platos con la especialidad de la casa frente a cada puesto -mien￾tras Simón- llenaba con generosidad los vasos.


-¡Las fuerzas populares deberán reagru￾parse! –Acotó Anselmo, mirando con sorna al mozo que para él representaba al “facho pobre”, insensatos que con su votación inclinaron la elección favoreciendo los intereses de la derecha y cuyos beneficios, a su casta, nunca alcanzarían.


-No creo que sea un análisis acertado


–insistió Marcial, en esta ocasión, el resultado de la elección no responde a lo que se ha consultado. Es una voz de rechazo que debe alertar al espectro político completo y nadie debería arrogarse el triunfo como propio.


-Pero hubo un claro ganador don Marcial
–arremetió el mozo rellenando la panera, ante la
mirada torva de Anselmo.


-¡Claro que lo hubo! –Repuso Marcial, el Partido Republicano ganó, pero con un triunfo a medias, que le cae de manera indirecta, porque el elector, en su desesperanza, se aferró a lo opuesto, y coincidió que al otro lado del péndulo estaban ellos.


-Si es así –Replicó Simón entusiasmado, para alcanzar en realidad el triunfo completo, deberán consolidarlo.


-¡Eso es Simón! Si no están a la altura, solo conseguirán que en la próxima elección, el péndulo, cada vez con una mayor amplitud, supere el extremo alcanzado, pero en la dirección contraria.


-Y si seguimos así, el péndulo irá tan lejos que acabará destruyendo el país. Me da pánico pensar en la responsabilidad que la ciudadanía -por la razón que sea- ha depositado en un grupo tan conservador en lo ideológico y tan rígido en lo
económico.


-¿Qué pasará con las reformas?
-No fue buena idea Anselmo, imponer el espíritu refundacional de algunos, que hoy deben lamentar sus insensatas propuestas. Fue el fracaso
de ideas irresponsables ajenas a nuestra idiosincra￾sia las que han permitido ganar al otro sector que
sin embargo, como dice don Marcial, deberá conso￾lidarse en el segundo tiempo, es decir en diciembre.
-Y si una estrategia da buenos dividen￾dos… ¿Por qué cambiarla? –Adujo el mozo retiran￾do los platos y anunciando el café.


-¡Qué tipo tan pesado! –Susurró
Anselmo, cuando el mozo distante no pudo escucharlo, ni menos la respuesta de Marcial.
-Porque si no la cambian están condena￾dos a repetir un fracaso y se trataría en este caso, de dos años perdidos.


-Sería la paradoja de que en el gobierno de Boric… ¡En vez de las reformas propuestas, se ratificaría la Constitución de Pinochet! –gritó Anselmo que, por los efectos de la conversación y el vino, tenía el rostro entre ceniciento y colorado.


-¡Eso es autoflagelación de la izquierda radical! No existe tal Constitución. Escrita durante la dictadura, sufrió muchas modificaciones en democracia. Esa definición indujo al mamarracho propuesto. ¡Nunca en exceso! –Cita el griego. El
exceso ideológico llevó al fracaso y a la insospecha￾da situación en que nos encontramos. ¿Por qué no se la modifico cuando, aterrada ante un levanta￾miento popular espontáneo, la derecha era un interlocutor más dócil que el actual grupo republi￾cano, investido ahora con el protector atuendo del voto mayoritario?


-¡Jamás se pondrán de acuerdo! –Añadió Anselmo a punto de reventar.


-El exceso ideológico de la izquierda -ha dicho el presidente con evidente altura de miras- no debe ser repetido por la derecha, y Kast…, al que ha felicitado, fue certeramente cauto en sus declaracio￾nes, porque se da cuenta del compromiso que le ha caído encima.


-El problema –Agregó Simón, será controlar a su gente, es difícil armonizar la pasión juvenil con la sapiencia de la edad.
El agua –musitó Anselmo con suma y resignada delicadeza- es como el ideal humano, brota pura en la vertiente y se enturbia en su recorri￾do, como las ideas del hombre en su paso por la vida. ¡Son los jóvenes los llamados a salvarnos!
-¡El humanismo cristiano nos salvará!
–Aseguró Marcial optimista.


-¿A quién tilda de humanista cristiano?
¡Dímelo! –Se descompuso Anselmo nuevamente.
-Un humanista cristiano es alguien
que…, y se quedó callado, meditando su respues￾ta… hasta recuperar la oración, lo ilustraré con una historia: Un hombre corpulento, en torno a los 35, conducía un camión en Denver, Colorado, cuando advirtió la presencia de una chica bajando de un autobús y un bestial deseo incontrolable se apoderó de él. Intentó resistirse pero…, detuvo el vehículo y utilizando un cuchillo de caza, la obligó a subir en él; la condujo a un campo despoblado y la violó; temeroso de volver a la cárcel, la asesinó, dejándola en el lugar y marchándose como si nada. Cuarenta años después una persistente investigadora, a través de sofisticados antecedentes


genealógicos identificó al asesino, lo que ratificó el ADN. El
hombre, ahora de 75, vive en Texas, en dónde es detenido.
Rehabilitado por sí mismo, tiene una familia con hijos y
nietos y vive en respeto a la ley. De los parientes de la chica,
unos han muerto sin conocer justicia y otros reciben con
estupor la noticia. En el vuelo a Denver, el hombre, agobiado
por el peso de su culpa, narra al detective: A los 8 años,
abandonado por mi madre, amarré un gato y lo colgué del
tronco de un árbol y comencé a golpearlo hasta despedazarlo
¿Cuánto odio habré tenido? –Concluyó llorando ante el
policía. .


No hay final para la historia Anselmo, pero…, un humanista cristiano es quien concilia, poner buen fin al relato con seguir durmiendo tranquilo