Por Mariana Hales
En este libro de Alfredo (Sanjiva) Ovalle, Viviendo con lo ineludible, publicado por Editorial Forja, su autor nos invita
a aceptar la muerte como parte esencial de la vida, ofreciéndonos una guía para vivir con mayor plenitud, propósito y amor.
A fin de año, época de reflexiones y encuentros, este libro nos desafía con una pregunta esencial: ¿estamos conscientes de que convivimos con lo inevitable desde el momento en que nacemos?
Alfredo (Sanjiva) Ovalle, vive en Georgia, Estados Unidos donde trabaja como facilitador del tema de vivir y morir en forma consciente. Ha dedicado su vida a explorar temas de filosofía, religión y espiritualidad. Está en constante contacto con maestros del no-dualismo, y en esta obra comparte el testimonio de su propia travesía hacia una vida más
consciente.
Alfredo, tu nuevo libro Viviendo con lo ineludible invita a los lectores a confrontar la muerte de una manera consciente. ¿Qué te motivó a abordar un tema tan profundo y muchas veces evitado por la mayoría de las personas?
Lo que más motivó es exactamente lo que tú mencionas: se evita conversar de la muerte… y es claramente un mecanismo de defensa que lleva uno ya sea biológico y/o intelectual. Es lo más importante que nos tocará experimentar en nuestra vida y no nada de nuestro tiempo para prepararnos. No es materia de estudio o enseñanza en el colegio o la universidad. Estamos siempre muy ocupados en estudiar, trabajar, vivir nuestra juventud, después estamos muy cansados, muy enfermos y rápidamente ya es muy tarde para conversar sobre la muerte. Nunca tenemos tiempo, esa es nuestra realidad.
Este libro trata de abrir esa conversación y que sea una conversación normal y cotidiana que se pueda tener en familia o con amigos. Que deje de ser un tema tabú, no sea algo incómodo, que se evite o que produzca miedo. Es necesario entender su relevancia y pasar a convertirse en una prioridad en nuestras vidas para poner más energía en lo que
es esencial, dejando de lado todo lo no esencial. No es la idea seguir postergando algo tan importante. ¿Como estar preparados? ¿a quienes no hemos perdonado? ¿qué mochila emocional aún llevamos cargando? Muchas veces al momento de morir los dolores emocionales son más fuertes que los físicos, falta perdonarnos a nosotros
mismos antes de que sea muy tarde.
El libro sugiere que vivir conscientemente de nuestra mortalidad puede transformarnos. ¿Cómo crees que la conciencia de la muerte impacta nuestra forma de vivir y nuestras relaciones cotidianas?
Sería lo más hermoso del mundo que todos tengamos más consciencia de nuestra mortalidad pues nuestra relación con nuestros seres queridos y amigos sería muy distinta.
Ser vulnerable y amorosos entre nosotros sería algo normal. Al tener conciencia de la muerte se produce un respeto y gratitud por todo los que nos rodea. La calidad y la profundidad de las conversaciones es diferente. Para mí es otra dimensión.
Solo imagina cómo serían tus prioridades si te quedara poco tiempo. Con seguridad y sin ningún miedo expresarías tus sentimientos, harías todo lo que puedas para terminar cualquier tema emocional pendiente. ¿Por qué esperar? ¿por qué no hacerlo ahora? Estos son los mensajes principales de este libro. La única forma de morir en forma
consciente es vivir en forma consciente
En tu libro mencionas que muchas veces desperdiciamos tiempo en mezquindades. ¿Qué significa para ti vivir plenamente en el presente y cómo podemos incorporar esa mentalidad en nuestra vida diaria?
Para vivir en el presente es necesario entender que la mente solo funciona en el pasado y el futuro. Meditar se hace indispensable para poder estar aquí y ahora. La meditación más famosa es la Vipassana, que significa observar la respiración. Dicen que esta técnica es la que más ha servido a las personas para lograr la iluminación.
La meditación significa en términos muy simples: no mente. Es observar la mente sin participar de su actividad, solo observando como si estuviéramos mirando el tráfico que pasa, no identificándose con nada y esto se puede hacer entre 10 a 30 minutos diarios. Pero no es fácil porque nuestra mente no para, pero poco a poco, uno va logrando esos
espacios de silencio y en forma natural uno los empieza a buscar. Es un trabajo individual.
Hablas de vivir de forma consciente. ¿Podrías darnos un ejemplo práctico de cómo podemos aplicar esa conciencia al enfrentar nuestros miedos o preocupaciones diarias?
La psicología trata todos esos temas, como la angustia que está muy relacionada con el futuro y la depresión ligada al pasado, pero usando nuestra mortalidad podemos tener una liberación de la mente con los temas anteriores. Poder observar desde la distancia esos miedos y preocupaciones los cuales muchos terminan desapareciendo, ya que una
buena parte han sido una fabricación de nuestra mente.
En occidente se habla mucho del mindfulness, yo prefiero de hablar de vivir en forma consciente. Esto es ser más meditativo, estar más presente, sin emitir juicios anticipados, más reflexión, más gratitud, estar más alerta. Es un trabajo largo y diario hasta que uno se conecta con ese espacio y si se desconecta, hay que volver hasta que sea una parte
esencial nuestra.
Si lo anterior se aplica tendremos menos stress, estaremos más centrados emocionalmente, las relaciones serán de otra calidad, nos abocaremos a cuidar nuestra salud, crearemos más espacios para estar presentes, nos daremos tiempo para uno para vivir en forma más equilibrada, armoniosa y plena.
Una técnica que usó a menudo para estar presente en talleres o con personas, es frotarme el pulgar con el dedo índice, así la mente no se distrae. A mí siempre me da resultado y se lo copié al místico Sahdguru.
Tu libro también nos lleva a explorar lo que y lo que no muere. ¿Cómo llegaste a este entendimiento y qué significa para ti el concepto de lo que permanece, más allá de la muerte física?
Hay que tener cuidado de no dejar que la mente haga trucos con la respuesta. Este entendimiento es más allá de la mente. Sin tratar de ser esotérico, lo que permanece es lo que te puedes llevar contigo y estamos claros, que no puede ser nada material. Cada uno de nosotros va descubriendo esto en su momento. El mistico Ramana Maharshi nos
comparte el ejercicio de “Quién soy yo”. Si te haces esa pregunta, te darás mil respuestas: soy periodista, soy padre, soy de tal club, soy hombre, etc. Hay un millón de etiquetas. Es como pelar una cebolla, hay muchas capas hasta llegar al centro.Todo eso al morir termina, y qué permanece contigo eso es lo que cada uno debedescubrir. Si observas detenidamente y no dejando que tu mente te saque a pasear te darás cuenta en silencio que la consciencia y el amor, por ejemplo, no expiran...trascienden.
Nada de tu mundo interior muere, pero uno no le dedica tiempo y es muy fácil poder hacerlo.
En el prólogo, Alejandro Celis menciona que este libro es una llamada de atención para vivir con más conciencia. ¿Qué te gustaría que los lectores se llevaran al finalizar el libro? ¿Cuál es el mensaje central que quieres transmitirles?
Como decía el filósofo Seneca: “Morir bien es anticiparse al peligro de vivir mal”. Este libro puede causar temor por hablar del tema de la muerte pues la mente es muy complicada y puede decirte “no sigas con esa lectura ya que estarás llamando a la muerte”. Algo a lo cual le tienes mucho miedo (consciente o inconscientemente)
Pero los que han leído el libro y puesto en práctica lo que narro me han comentado que ahora pueden, por un lado, ayudar a sus seres queridos y a ellos mismos, de manera que esta “peregrinación a la muerte” que es la vida, sea mucho más plena. El mensaje central es lo que dije: no postergar, todos tenemos este tema en común y es necesario conversar, no dejar que pase el tiempo.
¿Cómo ha influido tu propio camino hacia una vida más consciente en la forma en que entiendes la muerte y la vida? ¿Crees que es necesario haber experimentado momentos cercanos a la muerte para llegar a este entendimiento?
No necesariamente, pero es claro que cuando alguien cercano muere es un llamado de alerta. En general dura poco, con el tiempo toda cicatriz se va cerrando y sanando (no en todos los casos). No se aprovecha esa oportunidad de profundizar de entender que eso también nos va a pasar a nosotros. A mí eso no me pasó. A temprana edad me tocó
experimentar la muerte de un pariente cercano y nunca más no dejó de ser tema. Todos los días me recuerdo de mi mortalidad y es una gran herramienta para parar y hacer un reseteo de cuáles son mis prioridades.
Siempre me acuerdo de la historia en un hospicio donde había una anciana con una enfermedad terminal. La enfermera le pregunta: “qué se siente estar muriendo “y la anciana le responde “que se siente pretender que tú no lo estás”.
Estamos todos muriendo todos los días, el niño que eras antes ya no existe, el joven tampoco, el adulto se irá pronto también y así sucesivamente. Debemos trabajar con la muerte ya que creemos que tenemos tiempo, como decía Buda.
Finalmente, en esta época navideña de reflexiones y encuentros, ¿qué consejo nos darías para vivir con mayor propósito y amor, tanto en nuestras relaciones como en nuestra relación con la muerte?
Abrazarla, aceptarla, tomarla de la mano. A nuestros seres queridos expresarles toda nuestra gratitud, que no pase el tiempo sin hacerlo, que no sea tarde. Eso no tiene perdón. Es posible que te miren raro, pero no importa.
Hay una meditación guiada en YouTube: “Meditación de la muerte Sanjiva”, es muy corta, pero es una gran síntesis de todo lo anterior y recomiendo hacerla como ya lo han hecho más de 12 mil personas. Al finalizarla estoy seguro que tus prioridades serán distintas y tendrán una Navidad de mucho amor y risa.
El místico Osho decía “que en nuestra relación con la muerte existe un malentendido y miedo permanente en vez de ser algo transformador y natural de nuestras vidas”. Cuando alguien me dice que se le murió un pariente o persona cercana, siempre le expreso lo mismo: “Espero que haya partido en paz y con mucho amor”. Para mí es una obligación que así sea. Esto solo es posible si tenemos una vida consciente.