Oh I'm just counting

Especial Sexo: "Dormimos juntos pero no queremos lo mismo en la cama"

Por Jackie Mercado
 
A veces, es una cuestión de tonos: uno está en modo pijama, serie, cucharita y el otro, en tanga y "llámame". Otras, es un tema de temperatura corporal: él se siente una máquina y a tú que quieres dormir. Pero no siempre es gracioso y anecdótico. Un desencuentro sexual también puede ser algo profundo y delicado. En cualquier caso, todas buscamos lo mismo: el botón de reset que nos permita restablecer la comunicación. Acá te damos algunas pistas para encontrarlo.
 
"Estoy ardiente" versus "No quiero saber nada de nada"
 
En una pareja, los momentos vitales no siempre coinciden. No tenemos control sobre lo que nos pasa y a veces lo que nos pasa nos deja a años luz de distancia emocional de nuestra pareja. Mientras que uno puede estar inspirado, entero, dispuesto, en ciertos momentos de la vida, por la circunstancia que sea, el otro puede necesitar apagarse o guardar su energía vital hasta próximo aviso.
Esto es especialmente evidente en los casos de depresión, cuando uno de los dos atraviesa un duelo o un problema de salud. Aunque al principio todos puedan entender cómo viene la mano, la cuestión se vuelve más compleja cuando se trata de plazos. Todos tambaleamos al preguntarnos si en algún punto la causa de la tristeza, la apatía o la imposibilidad de superar los malos momentos no será, precisamente, nuestra relación. Ese es el fantasma más común.
¿Cómo resetear?
 
Cuando la vida nos tambalea y deja a cada uno parado en mapas emocionales distintos, hay una sola forma de volver a encontrarse: el diálogo sincero y honesto. El principal peligro de este momento es tomarse las cosas personales, ponerse a la defensiva y, por ende, despertar hostilidad. Si el nubarrón es tan denso que no les permite verse entre sí, hay dos opciones: o esperas a que se lo lleve el viento o buscas a alguien externo -un profesional, por ejemplo- que los guíe hacia el reencuentro.
 
"¿Si traemos un/a invitado/a?" versus "Esas fantasías son solo tuyas"
 
Pocas cosas son tan delicadas como ese momento en el que decidimos compartir una fantasía sexual que involucra a un tercero o alguna práctica sobre la que no veníamos dando pistas. A veces, es más fácil entender qué es lo que no hay que hacer cuando uno quiere proponer un juego nuevo. Uno de los errores más comunes es traer la propuesta de la nada y con un nombre propio incluido. Un "me cae muy bien tu amigo, ¿por qué no hacemos un trío?" puede ser la Hiroshima de tu relación. Al igual que tirar casualmente que te morís de ganas de ir el sábado a un club swinger a intercambiar un ratito de pareja. Aunque a algunas personas les va  súper eso de descubrir de un día para el otro que no conocen del todo a su pareja, en general, esto despierta más miedos que ganas.
 
Lo mejor, en todo protocolo de comunicación sexual con una pareja estable, es ir dando lentamente indicios sin deslizar nombres propios, hablar de ciertas prácticas sin poner día ni lugar y, fundamentalmente, evitar salir de golpe, con los tapones de punta, a comunicar algo que en tu cabeza está súper claro pero que en la otra aún tiene que configurarse. En general, hay que dar tiempo de negociación a un experimento para empezar a ver hasta qué punto la realidad puede fundirse con la fantasía sin destruir nada en el camino.
 
"Dale, despiértate" versus "Déjame dormir"
En algún punto, el sexo es un lujo. Todos sabemos que para disfrutarlo, incluso para desearlo, necesitamos un extra de energía vital. Algunos la tenemos por la mañana; otros, recién cuando cae el sol. En general, podemos hacer concesiones y negociar con horarios a mitad de camino, pero no siempre. En contextos de crisis económicas, por ejemplo, tenemos que lidiar con desencuentros más estructurales. La desincronización de nuestros relojes biológicos sumada al poco tiempo para el amor es uno de los combos más tóxicos que podemos enfrentar. Este es un clásico de épocas en que no podemos negociar demasiado nuestros ritmos de trabajo ni nuestras agendas. Frente a ese panorama, en general, nos reservamos para lo urgente y dejamos todo el resto para cuando se pueda.
 
Interpretar esta serie de desencuentros como parte de una etapa y no como "el principio del fin" es tranquilizador. Conversarlo, saber que hay un plan y recordar que "esto también pasará" es parte de la inteligencia que se necesita para que las crisis externas no se vuelvan también crisis íntimas.
 
"Mi duro" versus "Tu suave"
 
Existe algo llamado "desincronización del comportamiento erótico" que puede ser permanente o temporal. Cuando ya tienes una pareja que venía funcionando, los desencuentros de este tipo, asumimos ¡y cruzamos los dedos!, son más bien momentáneos. Pero a veces, algunos descubrimientos pueden llegar a ser más desconcertantes. ¿Qué nos perdimos del otro o de nosotras mismas para no ver venir un cambio de estilo? ¿Desde cuándo semejante pose de sumisión es su favorita? ¿Y de dónde salió ese arnés en el cuarto, ese mismo cuarto en el que solo mirábamos películas abrazados? En general, estos giros  bruscos tienen una explicación, y es esperanzadora: somos seres sexuales, estamos vivos y queremos compartir nuestra exploración con la persona con la que compartimos la cotidianidad.
 
No mires el lado oscuro del desfase entre ustedes y agradece que en tu cama están pasando cosas y que no están achanchados en el "uh, otra vez sopa". Si lo que uno de los dos propone es un cambio, no pienses que va a ser para siempre y que ahora todo irá in crescendo; piénsalo más bien como un movimiento pendular del suave al duro. En el medio, si se entregan, se divertirán ambos.
 
"Quiero todo el tiempo" versus "No quiero casi nunca"
Las diferencias en el deseo sexual dependen de muchas razones: la edad, el nivel de cansancio, la personalidad, la autoestima e incluso el momento laboral, profesional y personal del otro. Muchas parejas entran en fases en las que uno de los dos propone una frecuencia que el otro, simplemente, prefiere aplazar. Lo complejo de esta situación es que coincidir o no podría ser simplemente la punta del iceberg. En lo profundo, cuando uno de los dos empieza a sentirse rechazado, o bien, presionado, pueden emerger cuestiones tan delicadas como la duda de ser amado o deseado. Esta duda puede ser venenosa para un vínculo y contaminar la autoestima del más deseante.
 
Lo importante en estos casos es que ambos cuiden los detalles que están por fuera de la cama, esos que van más allá del placer erótico. Mantener intacto el compañerismo hará que el más "calmo" de la relación no sienta el deseo del otro como presión y que el más ardiente entienda que el rechazo no expresa falta de cariño o de atracción. En el medio, hay un tipo de acuerdo que dejará felices a ambos. .