Por Guillermo Arellano
En medio del debate global que se vive respecto al rol de la mujer, su empoderamiento y las denuncias de abuso de poder que sacudieron a Hollywood, apareció una arista que volvió a dividir y polarizar a la opinión pública chilena: el feminismo restrictivo, por un lado, versus el lucimiento del cuerpo en concursos de belleza, modelaje, publicidad, cine, televisión y eventos deportivos, por el otro.
Concretamente, se habla de “cosificación”, “mujer objeto”, machismo y doble estándar masculino, rótulos que son tan viejos como el sexo. En la vereda opuesta, la reacción se ha hecho sentir de manera clara: son “excesos”.
El punto medio es la condena generalizada que existe hacia conductas socialmente reprochables y penalmente sancionadas, como los asesinatos (femicidios), violaciones y acoso sexual callejero y laboral.
A tanto llega el frenesí, que la aparición de bailarinas con poca ropa en el “Super Bowl”, final de la liga de fútbol americano, fue duramente criticada por las redes sociales. Además, ya es oficial que las bellezas que aparecían junto a los autos de la Fórmula 1 serán cambiadas por niños.
Y en Francia, como consecuencia de las acusaciones que recaen hacia el productor Harvey Weinstein, los movimientos “#MeToo” (Yo también) y #BalanceTonPorc (#DelataATuCerdo), que batallan en contra de los ataques y la explotación sexual, sumaron adherentes en Estados Unidos, lo que logró un peak de sintonía con la manifestación “Time’s Up”, donde más de 300 actrices vistieron de negro en la ceremonia de los Globos de Oro.
Sobre lo primero, prevalece un factor de criterio climático más que otra cosa, dado que a la hora del partido entre los Philadelphia Eagles (ganadores) y los New England Patriots, el pasado 4 de febrero, los termómetros en cancha marcaban alrededor de -15°, mientras que en las gradas el sistema de calefacción elevaba la temperatura a 20°. Por lo mismo, bien valía un poco más de abrigo.
En relación con lo segundo, Sean Bratches, director de operaciones comerciales de la Fórmula 1, expresó que la costumbre de contratar “grid grils” o “pit babes” para vestir prendas con el nombre de un patrocinador, sostener sombrillas y placas de identificación de los pilotos y alinear a los corredores hacia el podio “va contra las normas sociales de hoy en día”. ¿Exponer a niños es la tendencia?
Y lo tercero generó una impensada declaración de parte de las propias mujeres ligadas al mundo de la cultura. En rigor, fue la legendaria actriz Catherine Deneuve, quien lideró en enero un documento firmado y publicado en Le Monde por cien artistas e intelectuales contra el “puritanismo sexual”.
“La violación es un crimen, pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista”, dice un fragmento del manifiesto.
Si bien Deneuve después morigeró sus dichos, la reacción siguió en pie de parte de periodistas, escritoras y filósofas galas, quienes catalogaron al feminismo como una expresión “exacerbada y agresiva” e incluso con atisbos “estalinistas con todo su arsenal; acusación, ostracismo, condena”.
Categórico, el psicólogo canadiense superventas Jordan B. Peterson atacó así al feminismo: “Sepultan la biología con su ideología”.
“Hay muchas actrices que van provocando a los productores”, sentenció Brigitte Bardot, enemiga acérrima del maltrato animal y de las denuncias de acoso sexual en la pantalla grande.
Ola o guerra global
Patricio Gajardo, analista internacional, sostiene que el “impacto mediático” que ronda en torno al debate sobre el “#MeToo” provocó que “Una mujer fantástica”, cinta chilena protagonizada por la actriz transgénero Daniela Vega, pase a ser favorita para ganar el Oscar por “Mejor Película Extranjera”, dado que “este premio se gana por votación y hay todo un ambiente muy fuerte que sea favorecida”.
“Lo que pasa es que los movimientos sociales, sumado al componente de los medios, se fortalecen a partir de la frustración compartida. Y acá esa frustración compartida es la discriminación hacia la mujer, el hecho que no haya igualdad entre géneros en materia laboral y en general en todos los aspectos. Y eso está teniendo hoy un punto de inflexión desde lo global, lo social y lo transversal y que en Chile se instaló también y que va a crecer más sin ninguna duda (#Niunamenos)”, explicó a Cambio21.
En su opinión, “si este fenómeno hubiera ocurrido en la década del ’60, hoy veríamos protestas callejeras en determinadas ciudades, lo que sería muy potente. Pero lo que ocurre lo vemos desde las redes sociales y con la consiguiente presión hacia el mundo político”.
“Al inicio siempre son posturas extremas que radicalizan sus posturas, en este caso donde todo o cualquier cosa es atentativa contra la mujer. Y no sé, eso puede ser discutible o al menos conversable. Por lo tanto, estos movimientos van a tener que evolucionar hacia propuestas más equitativas”, enfatizó.
Desde Galicia (España), María de los Ángeles Fernández, analista política y presidenta de la fundación Hay Mujeres, anticipó que la emergencia del “#MeToo” “va a influir muy fuertemente en lo que será la celebración del 8 de marzo”
“Se trata de un fenómeno en desarrollo. Todavía no podemos ver sus alcances, pero tiendo a creer que es algo que emerge desde la particularidad de Estados Unidos, pero que se gatilla antes con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Ahora aspira ahora a tener un impacto global, porque está instalado en el corazón de la fábrica de simbolismo cultural y mediático que es Hollywood. Un hito previo, y que muchos olvidan, es el momento en que Patricia Arquette recibió un Oscar como ‘Mejor Actriz Secundaria’ y aprovechó para denunciar algo que nadie se atrevía a nombrar en voz alta: la brecha salarial de género”, indicó a este medio.
“Las preguntas que me hago en este momento es si estamos asistiendo a una cuarta ola del feminismo. Habrá que ver si es tal. No está claro que sus impactos redunden en una mayor emancipación femenina. De hecho, más de alguien ha señalado que este movimiento poco tiene que ver con las mujeres que estuvieron en la base de la primera ola del feminismo; las sufragistas. Aquellas querían poder, las de hoy solicitarían protección”, añade.
“Quisiera interpretar las diferencias internas como expresión de la vitalidad del feminismo, pero al mismo tiempo veo como hoy polemizan entre sí distintas vertientes que habían llegado a ciertas convergencias. Me refiero al feminismo liberal, al marxista y socialista y al radical. De hecho, hoy se está hablando de la emergencia hasta de un feminismo populista que contradice al primero, que es de corte liberal”, argumentó.
A pesar de las dudas, la profesional sí entrega certezas: “estamos viendo la primera guerra cultural global. En un mundo donde ya la ‘pos verdad’ y las ‘fake news’ podrían afectar a la libertad de expresión (gobiernos que quieren controlar internet por el fenómeno de la ciberguerra), resulta inquietante observar que voces matizadas o disidentes son sofocadas por turbas digitales o bien que se lanzan al ruedo nombres de hombres que pueden haber estado implicados en caso de abusos, pero a los que no se les otorga el derecho a la inocencia y a defenderse”.
Poto, culo, carne
Afortunadamente Chile, por tratarse de un mercado pequeño en todas sus manifestaciones culturales, no es ni Hollywood ni París. El comentario no es de nosotros, sino que de la actriz Gloria Münchmeyer, que en una anterior entrevista nos comentó que dentro el gremio de los actores “todos nos conocemos” y que, por lo mismo, casi es imposible caer en acosos y tratos raros.
“Entrar a picar finito que si le coqueteaste a un productor para que te contrate o que sedujiste a alguien para que ese alguien te acepte… pero seducirlo en buena y que el otro responda hasta cierto límite, no sé. Esas cosas son realmente muy delicadas de determinar”, declaró.
Como sea, quien se llenó de recriminaciones fue Marcela Vacarezza, periodista y esposa del animador Rafael Araneda. Todo por un tuit en el que criticó el término del concurso del “Miss Reef”, famoso por elegir el mejor trasero de las playas, como también lo del Super Tazón y la F1.
“Suscribo a todas las iniciativas que avancen hacia el respeto de la dignidad femenina y evitar que se nos trate como un pedazo de carne”, sostuvo en la misma red social la diputada electa Pamela Jiles (PH). “Los mismos que aplauden el ‘Miss Reef’ tratan muchas veces a las mujeres de ‘maracas’ y oportunistas. Siempre ha habido una hipocresía en relación al cuerpo de las mujeres”, criticó en La Segunda la psicoanalista Constanza Michelson.
“Nos estamos convirtiendo en una sociedad estúpidamente profunda”, disparó la actriz Javiera Acevedo en el mismo vespertino. “Todos tenemos potos. Me pregunto yo que si lo hicieran hombres, ¿sería lo mismo? El feminismo se apodera de mentes que no entienden mucho y quieren hacer noticia a toda costa”, afirmó.
Jiles retrucó en dos tandas: 1.- “Mostrar el culo, Marcela, no es una expresión de libertad, sino una esclavitud que ella abandona cuando cumple los 50 y nadie paga por ver, o no”. 2.- “Todos tenemos poto, Javiera, el problema es que no todos tienen cerebro”.
Vacarezza optó por el silencio. Acevedo, no. Es más, recordó una foto de Jiles con una mujer semidesnuda sentada sobre sus piernas en el frontis de La Moneda: “¿En serio Pamela? ¿Tú vienes a juzgar y a hablar de feminismo? Acuérdate que todos tenemos cerebro y memoria”.
Quién financia
La discusión que enfrenta a féminas con activistas está lejos de terminar. Sin perjuicio de aquello, ya existe una consecuencia inmediata que cuantificar: la cesantía.
Lauren Jade, hasta hace poco azafata de Fórmula 1, se quejó amargamente por Twitter: “¡Por estas feministas hemos perdido nuestros trabajos! He sido una ‘grid-girl’ durante ocho años y nunca me he sentido incómoda. Me encanta mi trabajo, si no, no lo haría y nadie nos obliga a hacer esto. ¡Es nuestra elección!", escribió.
Cristina es promotora de eventos hace varios años y por favor nos pidió que no revelemos su apellido. Cedió a la entrevista porque critica los intentos por terminar con el rubro por parte de distintas agrupaciones, “sobre todo porque se trata de personas que no les gusta este tipo de empleo. Si no les gusta, no lo hagan. No pueden obligar a que otros sí lo hagan”.
“Nunca he sido acosada. En las agencias se sabe que estamos expuestas a que nos inviten a salir o nos piropeen. Es habitual. Pero de ahí a llegar más lejos, eso se denuncia de inmediato. Vez que se sabe de algo raro, la amenaza es el despido”, acotó.
Con la experiencia de por medio, María Laura Donoso, modelo y ganadora del “Miss Reef” en 2004, aseguró que el único termino medio que hay entre mostrar o no mostrar “lo da la decisión propia. Aquí nadie es obligado”.
“Por lo que yo he trabajado y he vivido, me parece que los concursos de belleza no pasan a llevar a la mujer. Una no se siente mal tratada y no creo que estos eventos se tengan que terminar. Hay otras instancias de trabajo en las que sí hacen sentir a la mujer de forma despectiva”, manifestó para esta nota.
“Entiendo perfecto a las mujeres que están en movimientos a favor de la mujer, las que deben sentirse felices porque han logrado cosas como estas (fin de certámenes de belleza). Está bien, cada uno en lo suyo. Yo no soy parte de ese pensamiento. Concursar es una decisión absolutamente libre. Quieres ser ‘parte de’ y ganar el premio. Nadie aspira ser una más”, destacó la empresaria.
¿Dignidad de competidora versus dignidad del recato? Por ahora priman las palabras pontificadoras y las imposiciones. El mundo pide tolerancia. Veremos hasta dónde se estira el elástico intelectual de quienes creen tener la razón acá y en todos los rincones del globo.