El diario británico The Sunday Times publicó una investigación en la que plantea que el Covid-19 fue creado por China como parte de un proyecto secreto para crear armas biológicas, y que se filtró desde el Instituto de Virología de Wuhan tras un accidente.
El reportaje consigna que un grupo de científicos trabajaba con el ejército chino mutando el virus SARS para crear uno más mortal. Investigadores del Departamento de Estado de Estados Unidos que analizaron conversaciones interceptadas secretas y una investigación científica, creen que los científicos chinos estaban ejecutando un proyecto encubierto de experimentos peligrosos, lo que provocó la filtración del laboratorio.
Además, aseguran que una de las razones por las que no hay información publicada sobre el trabajo es porque se realizó junto a expertos del ejército, que lo estaba financiando, y que buscaban armas biológicas.
En tanto, el medio británico revisó documentos, informes previamente confidenciales, memorandos internos, artículos científicos, correspondencia por correo electrónico, además de entrevistar a los investigadores estadounidenses y expertos en China, que realizaron la primera investigación importante sobre el origen del brote del Covid-19. Presentando así una nueva arista del origen del virus.
El extenso reportaje expone que el Instituto de Virología de Wuhan comenzó a buscar los orígenes del virus SARS en 2003, tales descubrimientos fueron públicos. Asimismo, en 2012 en una cueva de Shitou, provincia de Yunnan, se recuperó un virus que se acercaba a este, al que etiquetaron como WIV1, con las iniciales del instituto, además de otra variante etiquetada como SHC014.
Tras la toma de muestras, trabajaron con Ralph Baric, virólogo de la Universidad de Carolina del Norte, y luego de experimentar sus hallazgos fueron publicados en 2015. Según éstos, la combinación de SARS con SHC014 era un potencial asesino en masa y causó daño pulmonar en ratones humanizados, además de haber sido resistente a las vacunas desarrolladas para el SARS.
No obstante, en 2016 se descubrió una nueva variante en una mina de Mojiang, provincia de Yunnan, donde algunas personas murieron por síntomas similares a los del SARS. Según se explica en el texto, el gobierno chino no informó las muertes y "los virus encontrados allí que ahora se reconocen como los únicos miembros de la familia directa del Covid-19, que se sabe que existieron antes de la pandemia". Las muestras fueron llevadas a los laboratorios y el trabajo de los científicos quedó clasificado.
Dado lo anterior, según una de las fuentes estadounidenses, dijo que "ahí fue exactamente cuándo comenzó el programa de clasificados. Mi opinión es que la razón por la que se encubrió Mojiang se debió al secreto militar relacionado con la búsqueda (del ejército) de capacidades de doble uso en armas biológicas virológicas y vacunas".
Por otro lado, investigadores del Departamento de Estado de EE.UU. tuvieron acceso a inteligencia secreta sobre lo que había estado sucediendo en China en los años anteriores a la aparición del Covid-19.
El análisis de estos datos llevó a la publicación de un informe en 2021 donde se realizaron dos afirmaciones: los científicos de Wuhan realizaban experimentos con la variante RaTG13 de la mina de Moijang y que la investigación militar encubierta se realizaba desde antes de la pandemia.
El medio británico entrevistó a tres miembros del equipo, quienes explicaron que se realizaban experimentos en serie, con al menos uno de los virus de la mina. Ese proceso consiste en que el virus se pasa a ratones humanizados y se controla para ver qué cepa es más dañina, luego se selecciona esta y se realizan otros experimentos repetitivos para que mute en algo más mortal.
Según la investigación, el ejército chino se ha involucrado con el trabajo del instituto desde al menos el 2017. En el periodo previo a la pandemia, se experimentó con coronavirus junto a la Academia de Ciencias Médicas Militares, brazo de investigación del Ejército Popular de Liberación (EPL).
En un informe del Senado estadounidense, se da cuenta la publicación de un libro en 2015, en la que se analiza el virus SARS como una "nueva era de armas genéticas", cuyos autores son investigadores del EPL y uno de ellos ha colaborado con científicos de Wuhan.
En base al informe de los investigadores estadounidenses, el reportaje expone que las intercepciones de comunicaciones, supuestamente, muestran que tres investigadores que trabajaban con el coronavirus se enfermaron y presentaron los síntomas de este, justo la segunda semana de noviembre de 2019, cuando se cree comenzó la pandemia.
Esto generó distintas acciones dentro del Instituto de Wuhan, y el 19 de noviembre, el director de la Academia de Ciencias de China se dirigió a una reunión de la dirección del instituto, con instrucciones del mandatario chino, Xi Jinping, sobre "una situación compleja y grave".
Posterior a ello, la Universidad de Wuhan realizó un estudio para ubicar los puntos críticos de la ciudad y así demostrar que estos estaban lejos del mercado de mariscos de Huanan, de donde se cree es la fuente del brote, en el periodo de diciembre y enero. En base a ese estudio, el Senado estadounidense descubrió que el instituto estaba justo al lado del punto más crítico en el mes anterior al cierre de la provincia, el 23 de enero.
El reportaje en sí concluye que China también ha reprimido las iniciativas de buscar el origen del virus, prohibiendo la búsqueda de murciélagos en Yunnan a principio de 2021.
La experta en murciélagos, Alice Hughes, quien era profesora asociada de la Academia de Ciencias de China, supervisada por el instituto de Wuhan, aseguró al diario británico que las restricciones dificultaron su trabajo en la mina, y comentó que "China se ha movido a un estado en el que pueden decir lo que quieren que sea el caso: pueden seleccionar datos que se ajusten a esa narrativa y evitar la recopilación de datos que podrían resultar inconvenientes. Creo que es muy peligroso".