Oh I'm just counting

Oscar Castro: Prisión, exilio y esperanza. Por Carlos Antonio Vergara, abogado y periodista

A las 8 de la mañana hora chilena, 14 hora francesa, falleció este domingo en París, el afamado actor y director teatral Oscar "Cuervo" Castro a causa del Covid, el creador del Teatro Aleph, después de estar dos semanas internado en un recinto asistencial. Su pareja Silvie Miqueau se encuentra también afectada por la enfermedad.
 
"Soy de la generación de Los Beatles, del Che Guevara y los pitos en el Parque Forestal".
 
Oscar Castro era un talquino hincha del Rangers inició así este diálogo hace varios años, con el autor de esta crónica, en su departamento de la comuna de Créteil, en el sudeste de París.
El Teatro Aleph la compañía que dirigió desde 1968 estaba compuesta de 18 actores el año 1993, además de la coreógrafa Silvie Miqueau, la compositora Anita Vallejo y el decorador René Olivares.
 
Castro actor y dramaturgo autodidacta, comenzó a hacer teatro en el último año del Instituto Nacional de Santiago. "Sabía que para ser actor tenía que saber bailar. Pero voz no estudié nunca, aprendí quedando ronco. En los comienzos del Aleph nuestras creaciones eran cosas hechas como en casa".
 
En 1966 montó su primera obra junto a alumnas del Liceo No 1de Niñas. "estrenamos El amigo de Hamet, de un peruano de apellido Salazar", recuerda. En 1967 ingresó a la Universidad Católica a estudiar periodismo, justo en el año de la reforma universitaria.
 
En 1967 formó junto a Anita, Ricardo Vallejo, Alex Zisis, Sergio Bravo y Alfredo Cifuentes- un teatro iter universitario.
"En 1967 nos instalamos en Lastarria 90, en la ex Escuela de Teatro de la Universidad Católica. Fue nuestra primera casa", cuenta.
Durante el primer festival de teatro obrero universitario de la Universidad Católica, en 1968, bautizaron al grupo como Aleph. La fecha exacta Castro no la recuerda, pero "debe haber sido por el mes de María", dice socarronamente. El Aleph -agrega -es el primer número del infinito.
 
En 1970, el grupo recibe el premio de la crítica de periodistas de espectáculos por "Viva en un mundo de Fanta y CIA. "de esa primera época lo más importante que rescato es haber demostrado que se podían hacer cosas novedosas con gente de otros horizontes, cuya vocación no era exclusivamente el teatro", afirmaba.
 
Esa etapa de la compañía duró hasta el golpe de Estado. "Después del 11 de septiembre de 1973 montamos "Al principio existía la vida", con varios scketchs: una alegoría con un capitán de un barco que se hundía, Salvador Allende. Lo presentamos en el Teatro del Angel, gracias a Anita González su propietaria", rememora.
 
Obras en prisión
 
Castro tenía un carácter jocoso y sus obras son un reflejo de sí mismo. Su creación presentada en París en 1993, en el restaurant Le Loft, el club de los boleros, que se inscribe en la tradición del café concert y se mezclan en ella el circo y la canción. Viéndiola los espectadores disfrutaron tanto de un espectáculo de títeres como escuchar las más bellas canciones románticas cantadas por Gato Alquinta, el ex vocalista de Los Jaivas.
 
Nadie se imaginaba al conversar con Castro, con la broma siempre en los labios, la espina que llevaba dentro. El 24 de noviembre de 1974, a las 21:30 Osvaldo Romo Mena, alias el Guatón Romo llegó hasta su hogar armado de un fusil. De su hogar en Colón con Tobalaba lo trasladó al ex Cuartel Terranova, centro de tortura y exterminio ubicado en José Arrieta 3.500, Peñalolén. De allí fue enviado a Tres Alamos.
 
"El 15 de diciembre fue a verme mi madre, Julieta Ramírez, junto al marido de mi hermana, John Mac Lead. A la salida de Tres Alamos fueron secuestrados y pasaron a engrosar la lista de detenidos desaparecidos. Mi madre había viajado especialmente desde Talca para verme; ella era de derecha, alessandrista. Mi familia no se movió mucho tras su detención, porque pensaron que rapidamente se darían cuenta del error y la dejarían libre".
 
"Ahora que está preso el Guatón Romo- continúa, me gustaría ir a verlo a la cárcel, en forma amistosa, para preguntarle que hizo con mi madre y quizás poder encontrar sus restos para darles sepultura", decía en la época al saber que Romo estaba detenido y que luego falleció en la cárcel.
 
Los viernes de Ritoque
A pesar del quiebre y el desgarro, Oscar Castro continuó haciendo teatro en los distintos campos de concentración. "Fue un trabajo teatral de sobrevivencia agrega- que creo, ayudó a todos los presos. A mi por lo pronto, me salvó el teatro; todo el dolor se transformó en obras".
En Ritoque montó el monólogo Casimiro Peñafleta, preso político. "Era mi historia, la de un periodista que había llegado allí sin saber por qué y había vivido cosas terribles", decía.
 
Como el público era el mismo de siempre, mostró todas las obras del Aleph, además de "cuanta pieza caía en nuestras manos". En los "viernes culturales de Ritoque", Castro presentaba un montaje cada fin de semana,
 
"Si no hubiera hecho esto, me habría muerto en ese tiempo. Tuve hasta un trato diferente de parte de los guardias. No me formaba en las mañanas. Cuando llegaban a mi cama los soldados, destapando y despertando a los presos y me veían, decían "¡ah¡ perdone, usted es el señor Castro' y me dejaban seguir durmiendo. El teatro me ayudó a vivir. Inventé que era alcalde del centro de detención. Llegaba conducido por otro preso, arriba de una carretilla con una banda tricolor a inaugurar un escaño, aparecían otros presos disfrazados de agentes de la DINA y se juntaban los conscriptos y prisioneros a divertirse un rato".
 
Así pasaron los días y los meses. Ritoque fue cerrado y al "cuervo" Castro lo trasladaron a Puchuncaví, donde las funciones continuaron hasta que fue liberado, en noviembre de 1976.
 
Llegó a Francia en diciembre de 1976. En el aeropuerto de Orly, lo esperaba una delegación del teatro francés presidida por Jean Louis Barto y Michel Picolli, No lo conocían, era parte de la solidaridad con Chile de la época. Fue el comienzo de un exilio sin posibilidad de regreso que duró hasta 1988.
 
"En Francia, durante los primeros cuatro años, cuenta- comencé a montar obras en castellano, pues creía casi imposible hacerlo en francés. La veían solo chilenos y amigos que entendían nuestra lengua. Hasta que unos franceses me hicieron ver que por solidaridad iban a ver mis obras, pero no comprendían nada".
 
Esto motivó a Castro a montar, en 1980 y en francés, "La increíble y triste historia del general Peñaloza" y "el exiliado Mateluna", en el famoso Téatre du Soleil. La célebre Arianne Moyskine colaboró en su puesta en escena. Es, quizás, su más importante pieza y ha sido mostrada centenares de veces en distintas partes del mundo. Fue en 1980 que Castro protagonizó también, junto a Roberto Parada, el filme "Ardiente paciencia", de Antonio Skármeta.
 
1984 fue para Castro el fin de su exilio creativo. Conoció a Pierre Barouh -famoso por su canción "Un hombre y una mujer", título del filme del cineasta francés de culto Claude Lelouch. Con Barouh montó el cabaret de "la última esperanza", en 1985. Ese es ya no un teatro que no tiene nada que ver con el desarraigo", reconocía.
 
Teatro de la gente
 
El Aleph comienza a extender su trabajo al cine francés en 1990. De esas películas, la más importante es "Hay días y lunas", de Claude Lelouch. La troupe encarna a un grupo de gitanos que vaga por las ciudades de Francia.
 
Coincidió con el desarrollo del llamado "Teatro de la Gente y de los oficios". La primera de éstas fue "Pizarrón negro": "Nació con unos profesores que estaban cansados de que nada les resultara para llamar la atención sobre sus problemas, hasta que uno de ellos propuso hacer una obra de teatro. Un colega les dijo que conocía a alguien que podía hacer la historia. Y me la contaron".
 
En esa línea el Aleph ha puesto en escena decenas de piezas con esas características en Francia. Cesantes, jóvenes de los suburbios de París, ancianos adolescentes han sido el motivo y la acción.
"Estas obras las hago en diez días. Me contactan, escuchamos a la gente que nos cuenta su vida y sus problemas, yo escribo la pieza, Anita Vallejo hace la música, Silvie Miqueau las fotografías y listo", apuntaba.
 
"No te puedes imaginar lo que cambia la gente en esos días -enfatizaba-. Cuando hacen el estreno, van los compañeros de trabajo y ya no son los asistentes sociales, ni los profes; son los artistas. La gente se siente dignificada en su profesión. Así el teatro se abre a una cantidad de personas que no estaban interesadas en él".

Piezas destacadas del Aleph

-¿ Se sirve usted un cóctel Molotov (1967)
-Viva en un Mundo de Fanta y CIA (1969)
-Erase una vez un rey (1970)
- Cuantas ruedas tiene un trineo (1970)
- Vida, pasión y muerte de Casimiro Peñafleta (1970)
- Al principio existía la vida (1973)
- Casimiro Peñafleta preso político (1975)
- La increible y triste historia del General Peñaloza y el exiliado Mateluna (1980)