Oh I'm just counting

Renovación o muerte. Por Miguel Salazar B., Analista Político, Consultor

En las últimas elecciones primarias de la derecha y la izquierda hemos visto cómo los partidos tradicionales de ambos sectores políticos han recibido un duro castigo por parte de la ciudadanía.
 
Si analizamos la situación de todos los partidos políticos tradicionales vemos  que es una realidad que se viene dando  hace algunos años.
La gente ha ido abandonando su adhesión y credibilidad en ellos y sus dirigentes.
 
Es indudable que las razones de esta situación son muy variadas y de diversa índole. 
 
Van desde un cuestionamiento cada vez mayor a las formas de participación en una democracia moderna hasta el propio comportamiento de los partidos políticos que se han alejado de su rol en cuanto a ser auténticos intérpretes del sentir de la gente y saber compatibilizar esas inquietudes con proyectos políticas que busquen efectivamente avanzar en la construcción de modelos societales que den respuesta a los problemas del presente pero también logren avanzar en la definición de proyectos políticos que busquen establecer una mayor  equidad entre los chilenos.
 
El PDC no está ausente de esa realidad. En el transcurso de estos años también ha vivido procesos, situaciones y resultados electorales que reflejan el descontento de sus electores y el absoluto deterioro en su tarea de ser un fiel representante de las inquietudes de la ciudadanía.
 
En esa línea debemos tener la capacidad de saber reconocer que hoy gran parte de la política chilena y sus organizaciones y/o partidos han caído en una serie de prácticas que se alejan del deber ser de la acción política abierta, participativa y plenamente democrática.
 
Entre los vicios y/o acciones poco democráticas podemos mencionar entre otras : la existencia  de grupos y/o fracciones internas que han superpuesto su interés por sobre el bien común de la organización, abandono del trabajo político de base en las realidades funcionales y territoriales, excesiva dependencia de la estructura parlamentaria por sobre la presencia territorial y/o funcional, pérdida de camaradería y relaciones humanas, instalación de la desconfianza política y humana, abandono de políticas de captación de nuevos militantes y/o adherentes, la transformación en verdaderas agencias de empleo como una forma de asegurar apoyos internos y/o externos, la práctica de fomentar la incorporación mentirosa de supuestos militantes que solo sirven para asegurar poder interno, la introducción del dinero como factor de conquista de poder político interno y/o externo , ausencia de liderazgos reales y sólidos , una excesiva individualización de la acción política, etc,etc,etc. 
 
Estas son, solo, algunos de los temas que hoy asfixian a los partidos políticos, entre los cuales el PDC no es una excepción.
 
El nivel de rechazo hacia los partidos políticos no cambiará mientras estos no asuman los cambios que aseguren una acción política de real interpretación del sentimiento e ideas de la ciudadanía y cambien radicalmente sus actuales prácticas. 
 
En ese plano es una obligación política y ética de la Democracia Cristiana entender que hoy su historia y su compromiso con el futuro de Chile y su gente requieren de este partido una acción sincera de saber reencontrarse con el pueblo de Chile.
 
En ese plano es vital tener la capacidad de asumir los errores cometidos y rectificar todo aquello que se requiera para asumir en forma decida un nuevo camino que permita recuperar la esencia del compromiso político con la gente y sus inquietudes.
 
En esa línea no pueden estar ausente acciones como saber identificar en forma seria y objetiva a través de mecanismos de encuentro con la ciudadanía  los desafíos, inquietudes y necesidades de la mayoría del país en la búsqueda de un Chile distinto al que hoy tenemos.
 
Se debe tener el coraje de abrir las puertas para refrescar, reformular, renovar y cambiar  todas aquellas ideas, acciones, conductas, estilos, dirigentes y propuestas que hoy se alejen de nuestro deber ser y de lo que los chilenos esperan de la política y sus representantes.
 
Ese propósito exige comenzar por buscar el reencuentro de la familia DC, hoy fragmentada; tener  la capacidad de asumir y entender de verdad la política de esta etapa del nuevo siglo; crear una institucionalidad partidaria que elimine de verdad todas aquellas acciones, normas, orientaciones , y lo que sea necesario para terminar con el caudillismo mediocre que hoy existe en la DC; saber retomar y/o incorporar todas aquellas prácticas que nos permitieron ganar la confianza de la gente ; definir y saber resguardar en forma categórica la incompatibilidad entre la acción política y el interés por el dinero; volver a dar prioridad al verdadero trabajo político de testimonio , entrega y compromiso con las inquietudes de la gente y su realización  en las propuestas políticas y sociales.
 
Gran parte del fracaso del PDC en los últimos años es por haber abandonado nuestra esencia en las ideas y en la forma de entender el compromiso político.   
 
Es la hora de tener la humildad y coraje  de reconocer los errores y fallas que se han cometido y que han llevado a la DC a vivir la peor etapa de su vida política.
 
Es el momento de tomar con seriedad y responsabilidad histórica el desafío que se tiene.
 
Es el momento de no traicionar la confianza que los padres fundadores de este partido siempre tuvieron y demostraron hacia  las generaciones de reemplazo.
 
Es la hora de refrescar todas las ideas, propuestas y acciones de un partido que no puede sacrificar su historia, su legado y sus propuestas por los errores cometidos en los últimos tiempos.
 
Es la hora del reencuentro en este partido y con ese espíritu fraterno que nos legaron nuestros fundadores salir a reconquistar la confianza, el cariño, el apoyo y la credibilidad de los chilenos. 
 
Es el momento de tomar con fuerza las señales que en ese sentido nos entrega Yasna Provoste en cada una de sus  dichos y acciones.
 
Es la hora de renovar la Democracia Cristiana.