Oh I'm just counting

Reportaje Cambio21. Las cocineras de La Legua Emergencia: “Vamos a plaza Dignidad o plaza Baquedano para que no falten fuerza ni cariño a los que se manifiestan"

Por Rebeca Araya Basualto
 
En días de gran desprestigio de las “cocinas” en la política, cuatro vecinas de La Legua de Emergencia hicieron de la cocina trinchera política y puesto de combate. Cada viernes llegan en el pequeño automóvil de una de ellas, con sus fondos de cazuelas sustanciosas, porotos, ensaladas, pastas y frutas, para regalar “comida y cariño” a los manifestantes que acuden al rito semanal en que reivindican su derecho sobre la que consideran su única conquista
tangible, tras más de dos meses de crisis en Chile: la Plaza de la Dignidad o Plaza Baquedano. Es decir, el punto exacto que separa los dos mundos que habitan Santiago.
 
Valentina (18), Cinthya (42), Rosa (40) y Vania (30) viven en la población que nació en la década de los 30 para los desempleados que migraron tras la crisis del salitre. En los ‘50 se construyeron casas “de emergencia” para palear el déficit habitacional que convulsionaba la capital. Allí llegaron sus abuelos, nacieron sus padres, crecieron ellas y hoy crían a sus hijos. De población marcadamente izquierdista y bastión combativo en la dictadura, La Legua pasó a convertirse en sinónimo de narcotráfico, delincuencia y riñas
entre bandas antagónicas.
 
“Es fácil dice Rosa- decir que los “narcos” tienen la culpa de todo lo que pasa aquí: las balaceras, los “angustiados” (adictos a la pasta base), la droga que circula en Santiago. Pero …¿Se preguntan cómo llegaron ellos a mandar aquí?” Se atropellan para contradecir el discurso que responsabiliza a los narcotraficantes “como si hubieran caído del cielo” del deterioro progresivo de la calidad de vida de los vecinos, la destrucción de las organizaciones sociales, la gradual despolitización y enclaustramiento de los vecinos, la mala calidad de la educación pública, que terminó de alejar a los niños y jóvenes de la educación, la miseria que atenaza a los ancianos, los abusos de los carabineros:
“Que aquí no empezaron el 18 de octubre. Aquí son cosas de todos los días dice Valentina- la crisis social en que estamos hizo que muchos descubrieran lo que este barrio ha vivido  siempre”.
 
“Lo que sí es cierto –agrega Cinthya- es que esta represión salvaje la conocían los mapuche hace tiempo. Y recién ahora nos venimos a dar cuenta todos que ellos no mentían. Recién conocemos la impotencia de vivir bajo abusos que ninguna autoridad impide ni sanciona”.
 
Cambio de horario
 
Avanza la conversación y corre la hora. Cinthya acarrea un fondo y comienza a picar zapallos italianos. Otras se mantienen atentas a las tareas pendientes
Ahora las protestas empiezan más tarde –dice- así que ya no tenemos que llegar tan puntuales. Pero igual, no podemos pasarnos de las tres o cuatro de la tarde.
 
¿Qué cambió el horario de las protestas?
Las primeras semanas muchas empresas dejaban salir a los trabajadores más temprano o suspendieron labores. Los que tienen trabajo van primero a lo suyo y cuando salen llegan a la Plaza, así que había que estar más temprano. Ahora están saliendo como a las cinco y queremos estar cuando empieza la protesta, para darles energía y cariño a los que llegan. Y después, para que los manifestantes recuperen fuerzas
 
La idea de llevar alimentos nació el mismo 18 de octubre. Los hijos de algunas como Valentina, hija de Rosa, que este año egresó de cuarto medio, estaban en el movimiento estudiantil secundario, contra el alza del pasaje del Metro. Al día siguiente Cinthya acompañó a sus hijos a un recital en apoyo al movimiento: “Y se me ocurrió llevar como 15 panes –sonríe- se hicieron pocos”. Así nació la idea.
 
La gente que llega de la pega a protestar muchas veces anda con el puro desayuno. Y algunas personas de la tercera edad ni con eso. Para ellos ponemos la mesa, lejos de las bombas lacrimógenas y los acogemos un ratito. Las fuerzas no las da la pura comida. También el cariño y el respeto suman”.

 ¿Cómo se vive en La Legua lo que está pasando en el país?
La Legua es hace tiempo un mundo aparte. Algunos se involucran, otros siguen en lo suyo, porque dicen que nada va a cambiar.

¿Es cierto que el narcotráfico paga a carabineros para que no intervengan en su negocio?
Eso pasa desde que empezó la intervención del Ministerio del Interior, como el 2001. Todos lo sabemos. Igual como sabemos que los carabineros quitan armas en una esquina y la están vendiendo en la esquina siguiente. Tal vez por eso hay tan poca esperanza en la gente.
 
¿No les da miedo decir todo esto o involucrarse en un conflicto que podría no resolverse como ustedes quieren?
No hay nada demasiado malo cuando usted vive esta realidad. Nos han disparado al auto los carabineros cuando llegamos a la Plaza ¿Podrían quitarnos el auto?... Sí. Pero cuando uno ha tenido tan poco, es poco lo que te asusta. Y mucho lo que se puede ganar.
 
Sobre la poesía y el pan “…el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, como una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a

alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad…”


Pablo Neruda, 1971
Discurso al recibir el Premio Nobel