Los largos periodos en cuarentena conllevan a efectos sobre nuestra salud mental y eso es normal. Pero detenernos en lo que produce sobre nosotros, es algo que nos parece muy difícil de entender, principalmente por el desconocimiento que tenemos sobre este tipo de salud. Tomemos conciencia de ella, nos hace sensibles, susceptibles de cambiar y nos pone en estado de alerta ante las nuevas situaciones que vamos viviendo. En tiempos de crisis y de enfermedad, gran parte de nuestro sentir, pensar y fluir se ven profundamente afectados y con ello desarrollamos conductas que nos pueden generar extrañeza, los cambios en las rutinas, los efectos en la convivencia diaria con personas con las que vivimos, la alteración de ciclos de sueño y vigilia, los trastornos alimenticios, la ansiedad respecto del futuro, los miedos ante lo desconocido, por mencionar algunos.
Hoy parece verse una situación diferente, se han normalizado enormemente los conceptos de estrés, depresión y angustia, entre otros. Hablamos de nuestra salud mental como algo cada vez más cotidiano, con lo que se va haciendo normal preocuparnos de ella.
Lo que ocurre en nuestro entorno afecta nuestra salud biológica, psicológica y existencial; hacerle frente a los escollos que genera en nuestra salud esta situación depende de cada persona y las experiencias de vida que han tenido, así como la disposición que tiene para con lo que puede venir. ¿Qué hacer entonces?, evitar el exceso de información, no se automedique, busque espacios físicos para la serenidad, establezca horarios, aliméntese correctamente, deje tiempo para el ocio y lo más importante, tome distancia física y no emocional.
Mientras en nuestro país no exista una ley de salud mental, debemos nosotros velar por ella, si tomamos conciencia del real valor de nuestro estado, es muy probable que atravesemos este momento de profunda incertidumbre con el logro de tener un poco de conocimiento de nuestra salud mental. Eso nos hará libres.