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“La Conexión Chilena”, libro sobre servicios secretos que actúan en el país

El periodista y escritor chileno Carlos Basso (45), como varios de sus colegas que abrazaron el periodismo policial, enfocó sus tiros reporteriles en temas de narcotráfico, de violación de derechos humanos, estafas, engaños, secuestros y crímenes y, sin querer queriendo, elevó la puntería para enfocarse en la narrativa en la que espías, asesinos y todo tipo de gentes de mal vivir deambula debajo de las alfombras ciudadanas, sembrando el mal.

Basso acaba de lanzar su primer título del 2018: "La Conexión Chilena, historias de espías”, que reúne episodios desconocidos de nueve personas, chilenas y extranjeras, que en distintas épocas hicieron de la actividad clandestina su modo de vida, influyendo de una u otra forma en la historia nacional.


Carlos Basso, periodista, académico y escritor


Basso desde Concepción, donde reside, dialogó con Cambio21. Resultó ineludible partir con un análisis de la discutida “operación Huracán”, que ha complicado a los funcionarios de Inteligencia de Carabineros por avalar el cuestionado software “Antorcha”.

Cambios en el espionaje

Con delicadeza, el escritor dice que ha aprendido que, en este tipo de materias, “no es prudente hacer juicios sin conocer los hechos a fondo. Sin embargo, sí quisiera comentar que el uso de herramientas cibernéticas en el espionaje y en el trabajo de inteligencia, hoy en día es un asunto crucial”.

“La idea del espía misterioso y enfundado en un abrigo, como el de la portada de La Conexión Chilena, es algo que ya no existe”.

-En el caso de Huracán, hubo gente perjudicada. Los mapuches acusados falsamente, las víctimas que quedan sin justicia, ¿coincide?

-Coincido. En el caso Huracán hay una doble victimización, tanto para las personas que han sido imputadas con evidencias más que cuestionables, y para aquellas que han sido objeto de hechos de violencia y que ven que la investigación judicial del caso está contaminada por esas supuestas evidencias.

-¿Cómo se ve este asunto en Concepción?

-Creo que se ve igual que en todo el país, en forma muy polarizada y llena de apasionamiento. En general, creo que hay una suerte de crispación generalizada, no solo en torno a este tema, sino a cualquier situación que tenga algún carácter político, y a ello contribuyen de gran forma las redes sociales y los algoritmos que permiten la creación de grupos homofílicos, como los definió el físico chileno Cristián Huepe.

“Enlazando esto con lo que decía anteriormente, vivimos en un momento lleno de paradojas: gracias a la tecnología hay más acceso a información de la que jamás ha existido en la historia de la humanidad, pero la gente en general está cada día más desinformada y propensa a creer imbecilidades, como lo vimos con los incendios forestales del año pasado o como sucede estos días con la migración”.

“Es en medio de esta paradoja que algunos servicios de inteligencia, como se ha denunciado respecto de los rusos, por ejemplo, se aprovechan del escenario y crean fábricas de noticias falsas. Es la versión moderna de la guerra psicológica. Antes se hacía con panfletos y rumores y hoy opera con tweets, bots, memes y audios de whatsapp. Así, los servicios de inteligencia que mejor dominan el uso de estas herramientas, así como aquellas que les permiten irrumpir en los sistemas de comunicaciones ajenos, son quienes hoy llevan la delantera”.

-¿Con Jorge Ulloa en la Intendencia en Concepción y con Luis Mayol en la de La Araucanía, se verá la luz después del túnel?

-Tiendo a pensar que es un problema que pasa por políticas de Estado y en dicho sentido ambos intendentes, lo mismo que quienes les han precedido, son básicamente representantes de políticas de nivel central. No es algo que pase a través de dos personas, a mi juicio.

-¿Cree que hay complicidad mapuche chileno-argentina en este conflicto?

-Es un hecho que el conflicto existe en ambos lados de la cordillera, pero como no reporteo el tema hace mucho tiempo, honestamente no sabría decir si es porque hay una coordinación o por otros motivos.

“Conexión chilena”

-Pasemos al libro. Variopintos los personajes escogidos. Del almirante alemán Wilhelm Franz Canaris a la chilena Liliana Walker, de  la DINA. ¿Qué primó en la selección? ¿Por qué ellos?

-Casi al finalizar el libro nos dimos cuenta de que en todos los personajes y las acciones había una especie de hilo conductor y es que todas las historias tienen, de un modo u otro, un componente internacional, y de allí nace la idea de llamar al libro “La conexión chilena”, lo que obviamente es un juego de palabras con esas palabras con esa gran película que fue “La conexión francesa”. Además de ello, hay varios personajes retratados en el libro que comparten un sino trágico y al mismo tiempo heroico, y eso es algo que aglutina las historias. Canaris, por ejemplo, fue un doble agente durante mucho tiempo y el final de su vida está ligado a sus actividades subversivas en contra de Hitler.

Lo mismo sucedió con el capitán de ejército Osvaldo Heyder (capítulo 8 de “La conexión…”), un hombre que necesariamente sabía que iba a sufrir represalias si actuaba humanitariamente en favor de los presos de la DINA que estaban en el regimiento Maipo, pero que no pudo mirar para el lado y decidió actuar en consecuencia con sus imperativos morales.

Y claro, ahí tenemos el caso del capitán Prat, un hombre que resume la esencia del heroísmo en su noción más clásica con lo que hizo en Iquique, ejecutando un acto de arrojo que no le era exigible, pero que ya en su misión de espía deja evidencias de su valentía y temeridad, por ejemplo, al negarse ante el presidente de la República a viajar como agente confidencial a Argentina y Uruguay usando un seudónimo.

La “inteligencia” foránea

-Siempre es bueno saber en qué andan los vecinos. ¿Cree que hay actividad permanente de agentes nuestros en La Paz, Lima, Buenos Aires?

Siempre la ha habido y siempre la va a haber, creo que es más o menos evidente. Todos los estados del mundo ejercen tareas de inteligencia respecto de sus enemigos o potenciales enemigos, pero también respecto de sus amigos. Basta ver lo que hacía Colonia Dignidad, por ejemplo, un pequeño estado enquistado dentro de otro estado. La lectura de los 46 mil documentos desclasificados de inteligencia de ella, que conocemos hasta el momento, revela que no solo espiaban a quienes consideraban sus enemigos, particularmente al MIR y el PC, sino a personas comunes y corrientes, como atendedores de estaciones de servicio, prostitutas, empleados públicos, garzones, profesores, etc. Sin embargo, también fichaban a quienes eran sus “amigos”: desde los oficiales de la DINA a cargo del cuartel de Parral, efectivos de las fuerzas armadas y hasta los miembros de la Junta de gobierno…

“Ahora bien, complementando la respuesta, volvamos a Prat y recordemos que hace 140 años exactos él andaba espiando a nuestros vecinos argentinos, y que viajó intentando eliminar los rastros de su origen, que llevaba claves criptográficas, etc. Y eso es algo que no debe haber cambiado mucho, aunque sin duda que hoy tiene que ser mucho más sofisticado. Hay una muy buena novela de nuestro colega Jorge Molina, que se llama “A la caza del espía”, que se basa en hechos reales, y que cuenta cómo operaba el Servicio Secreto del Ejército chileno allá hace no muchos años”...

-¿Y de ellos por acá?

Por supuesto que deben efectuar las mismas actividades en Chile. En la historia sobre el triple agente chileno que advirtió sobre el ataque de Pearl Harbor (capítulo 6), queda en evidencia que los espías de distintas potencias de algún modo traficaban con información de los movimientos militares chilenos, bolivianos y peruanos, ofreciéndoselos a agentes de cada uno de esos países, y ahí estamos hablando de hechos que ocurrieron hace más de 70 años.