Que duda cabe, el 7 de mayo los resultados muestran un fuerte giro del electorado hacia la ultraderecha que obtuvo un 35% de la votación, con su discurso sobre la seguridad y la regresión hacia ideas conservadoras en materia de equidad de género.Además, si sumamos el 21% que obtuvo la derecha tradicional es claro que la alianza de las derechas tiene la mejor opción de ganar las distintas elecciones del 2024, con lo cual quedarían mejor posicionada para las presidenciales del 2025.

Estamos asistiendo a un fuerte cambio en el escenario político, donde la mayoría empieza a instalarse en las derechas, lo que puede ser puntual o consolidarse en las elecciones 2024, pero el mundo democrático progresista como la izquierda tradicional deben asumir esta nueva realidad y no contentarse con ser minorías electorales.

Es hora de recuperar la capacidad de sintonizar y representar a las mayorías, lo que requiere abandonar ese discurso de “nichos” -muy activos algunos, pero minoritarios-.

La ciudadanía quiere vivir tranquila, libre del miedo a la delincuencia y los narcos, quiere que exista mayor presencia policial en los barrios y comunas, que existan calles iluminadas y puedan volver -en un ambiente de seguridad- a sus casas y eso no lo están produciendo actualmente las instituciones públicas.

El mundo democrático debe retomar su capacidad de propuesta y ejecución eficiente de nuevas políticas públicas que brinden seguridad a las familias -especialmente de clases medias y sectores populares- ya sea para su vida cotidiana, como para su vejez, para sus hijos/as y nietos/as que van a los colegios.

Los Municipios y los Gobiernos regionales deben tener mayorías políticas que los conviertan en actores constructores de ese nuevo ambiente de seguridad y por ello, deben agregar recursos a las políticas nacionales, pero también deben coordinarse con las múltiples instituciones que tienen un rol en la seguridad, sea en el combate delincuencial como en la prevención.

También el mundo de la centroizquierda debe promover con fuerza salir del estancamiento económico en que vivimos desde 2014, deben promoverse la inversión generadora de empleos, debe haber colaboración pública-privada para desarrollar nuevos iniciativas de desarrollo productivo como en el Litio y en inversiones generadoras de nuevos puestos de trabajo. Debe criticar las incomprensibles lentitudes de diversas instituciones públicas en ejecutar iniciativas pro inversión, como ocurre en el Ministerio de Obras Públicas que lleva una baja ejecución de su millonario presupuesto 2023.

Se requiere una mayor presencia de liderazgos democráticos y progresistas en el espacio público proponiendo ideas viables para enfrentar la crisis de seguridad, la crisis inflacionaria, el estancamiento de la economía, la violencia en los colegios públicos por nombrar algunos, que enfrenten las malas y regresivas ideas que vendrán de la ultraderecha.

Junto con eso se requiere un Pacto Electoral democrático y plural que permita enfrentar con éxito y con voluntad de representar a las mayorías locales y regionales en las elecciones municipales y regionales de octubre 2024, se requiere que desde allá prime la coordinación y el actuar democrático para enfrentar el avance electoral de la ultraderecha.

Construir un pacto electoral democrático, en sintonía con las mayorías y enfrentar la tremenda crisis que estamos viviendo en nuestra sociedad requiere construir ahora acuerdos electorales y no el próximo año donde puede seguir imperando la fragmentación y división.

Ojalá se haya aprendido la lección del fracaso de las últimas elecciones con voto obligatorio.