"Muchos no tienen nada que hacer, están marcados por las precariedades, viven en ambientes hostiles y el proceso vivido a partir del 18 de octubre les dio “un sentido a sus vidas”. Así definió, el sacerdote Felipe Berríos al centenar de jóvenes que hoy están detenidos por distintos delitos en el marco del estallido social del 18 de octubre pasado. Al respecto, el jesuita propuso una medida radical: buscar una salida política y excarcelar a los acusados, una propuesta que considera de justicia y necesaria para avanzar en la resolución de un conflicto que -enfatiza- es político y no solo delictivo.
“Son chiquillos que la sociedad tiro para el lado. Ellos están al margen, quieren cambiar esta sociedad que los discrimina a ellos y ha marginado a sus padres, que trabajan y tienen salarios que no les alcanzan para vivir, que se les enferma la abuelita y deben esperar un año para una operación. Yo, en su lugar, también habría protestado”, señaló a El Mercurio de Antofagasta.
“Lo que se inició el 18 fue un estallido y los estallidos uno sabe cómo comienzan, pero no sabe cómo terminan. La violencia es irracional, pero el estallido tenía algo de ético, la gente que salió a las calles algo tenía que decir. Y muchos de quienes estuvieron en la parte violenta, son muchachos a los que el sistema dejó fuera y que no tenían nada que perder, porque no tenían futuro, presente, no nos preocupamos de ellos“, reflexionó el sacerdote jesuita respecto de las lecciones que dejó la crisis social de fines del año pasado.
Consultado sobre si aquél, para él, era el perfil de quienes habían protagonizado distintos hechos de violencia y por cuáles creía Berríos que eran los elementos que caracterizaban a este grupo de jóvenes, el sacerdote contestó: “Cuando llegué a chile venía de una sociedad donde no se producía nada de basura porque no había consumo, y llegué a una sociedad basada en el consumo, la producción y donde las cosas se botan: lo viejo, lo usado; una sociedad que produce mucha basura y que también produce gente que es considerada basura y dentro de ese grupo están los chiquillos que están presos; se les ha negado su futuro, no tienen sueños; han visto cómo han sufrido sus familias, viven en ambientes feos y eso es lo que quieren cambiar”.
“Y creo que ellos debieran compartir la responsabilidad con quienes azuzaron eso y que hoy están pensando en cómo ganar votos para los puestos que se ofrecen, mientras estos jóvenes están pagando todo aquello de lo cual el resto de la sociedad está tomando conciencia“, aseguró.
El sacerdote jesuita Felipe Berríos vive en el sector de La Chimba en Antofagasta, en donde participa de instancias vecinales y sociales junto a los vecinos y vecinas de la población.
A Berríos se le planteó que pese a las precariedades de todo tipo de estos jóvenes y pese a que fueron parte de un momento histórico, cometieron delitos que tienen determinadas; consultado por si es que se debía hacer una salvedad en ese sentido, contestó que sí.
“La salvedad es que esto se da justo cuando vemos que una empresa hizo algo más tremendo que romper luminarias y vitrinas: corrompió el sistema político de Chile y el propietario no ha tenido ni un día de cárcel, y además se hizo millonarios y se le aplicaron multas que son rebajadas, mientras los otros jóvenes llevan casi un año presos. Y son chiquillos. La sociedad debe aprovechar esa rebeldía y ver cómo se les ayuda a enfocarlos, pero lo que no puede pasar es que ellos ‘paguen el pato'”, indicó.
“¿Por qué la justicia es tan blanda con algunos empresarios y tan dura con estos chiquillos? ¿Será porque son pobres?”, se preguntó el sacerdote.
Entre los jóvenes antofagastinos encarcelados, tanto en el recinto del Nudo Uribe, como en el ex Surgam, o con arresto domiciliario, habría 32 involucrados. De ellos destacan 13 con prisión efectiva y siete con arresto domiciliario completo o nocturno. Entre los detenidos, los casos más complejos son los de acusados por ataques contra efectivos de carabineros. Consultado por si en estos casos debía considerarse el contexto, Berríos fue enfático. “Fui uno de los primeros que me opuse a la violencia porque no ayuda a nada y siempre termina ayudando a los más poderosos“, respondió.
“Creo que cuando uno comete un delito, debe sancionarse, pero la sanción no puede ser venganza. La sanción no puede destruirte así como a algunos les dan clases de ética como castigo, a estos chiquillos no hay que reventarles la vida. No estoy pidiendo que se haga vista gorda, sino que se haga justicia. Y hacer justicia implica darles otra oportunidad”, agregó el sacerdote.
Consultado por si había tenido la oportunidad de conversar con los involucrados, el sacerdote contestó que sí. “Y debo decir que yo, en el caso de ellos, tal vez me habría dedicado a fumar pasta base, robar o no hacer nada”, dijo. “Pero ellos tienen valores y uno podrá decir que tienen equivocada la forma, todo lo que tú quieras, pero es gracias a ellos que estamos conversando lo que estamos conversando en Chile: una nueva Constitución“, añadió Berríos.
“Ya ha pasado el fragor del comienzo, yo acompañé a los comerciantes, a gente que quedó sin trabajo. Pero ahora tenemos la obligación de hacer una segunda reflexión e ir a una cosa más profunda, no puede ser que como sociedad tengamos a 19 cabros pagando las consecuencias. La injusticia trae violencia”, sostuvo. “Con la misma fuerza que dije que la violencia no era la solución y que había que sacar la voz y separar la violencia; con la misma fuerza que le respondí al senador Alejandro Guiller cuando decía que el Presidente Piñera tenía que renunciar y yo dije que no, porque los problemas políticos deben tener soluciones políticas y democráticas; con esa misma fuerza digo que es injusto que estos jóvenes estén presos hoy en la cárcel“, sentenció el sacerdote jesuita.
Consultado por si la situación requiere de una salida política, Berríos asintió y señaló que “requiere que le demos una oportunidad para que ellos estudien, se formen, porque son valiosos y lo digo con la misma fuerza que critiqué la violencia o que se buscara una salida no democrática”. “Ya han pagado (por los actos cometidos). Algunos llevan cerca de un año de cárcel. O sea, de qué me están hablando. Me violenta que aquellos que han destruido la política en Chile con la corrupción no tengan ni un día de cárcel. Entonces, la justicia no es justicia“, agregó.
Finalmente, a Berríos se le preguntó si había conversado con alguna autoridad política o de gobierno sobre esta propuesta de tener una salida política a las extensas excarcelaciones de los jóvenes detenidos en el contexto de las manifestaciones. “Sí, pero hay que ser muy delicados. La gente se queda tranquila cuando hay un culpable y hay cuestiones difíciles de solucionar. La propuesta es gatillar algo distinto y que ellos tengan la oportunidad de generar algo diferente“, concluyó el sacerdote.