Este gobierno no escuchó ni escucha a la gente, la patética aparición del presidente en televisión y la de sus ministros, para explicar las razones del estado de excepción, para justificar la represión así lo indican, insistiendo en que todo lo sucedido era obra de vándalos y delincuentes.
Pretendiendo además frenar el descontento popular, dejando sin efecto el alza a los pasajes el metro, sin querer aceptar que esto, solo fue el detonante o la gota que rebalsó el vaso de un país sumido en una profunda crisis social.
Bueno, una conducta que solo puede ser entendida por la lejanía absoluta, de la llamada clase política, de la realidad que vive la mayoría de los habitantes de este país, una clase política que es repudiada por su permanente acomodo y por el reparto de beneficios autoimpuestos, los que son groseramente mayores que el sueldo promedio de los trabajadores y trabajadoras, el que con esfuerzo alcanza a los 400 mil pesos, ni soncomparables con los escuálidos beneficios de quienes hoy protestan en la calle.
Solo una muestra, según indica el artículo 62 de la Constitución Política, "los diputados y senadores perciben como única renta, una dieta equivalente a la remuneración de un Ministro de Estado incluidas todas las asignaciones que a éstos corresponda, esa cifra asciende al día de hoy a $ 9.349.851.( sueldo bruto), mas otras regalías y bonificaciones.
Entonces qué credibilidad tiene esta elite política, ciertamente que no todos, cuando habla de su preocupación por las necesidades del pueblo, de su preocupación por los más pobres, una demagogia que ni siquiera roza la situación de vida, angustiante, de miles de familias chilenas. Menos aún se acercan a la realidad de millones de jóvenes endeudados
para educarse y otros que terminando sus estudios, continúan endeudados por la ferocidad del mercado de la educación, o de la realidad de jóvenes que por nacer pobres, en esta sociedad desigual y clasista, que estas elites construyeron, no tienen opción en su vida futura.
Por el contrario la vida política de estas elites, de las actuales y de las anteriores, las que favorecen a quienes se adueñaron de chile, legislan para mantener sus intereses y privilegios.
Subiendo los precios de los medicamentos, del agua, de la luz, del uso de las carreteras, lo que en su conjunto golpea los bolsillos del pueblo.
Son estas elites las que han defendido el sistema de AFP, que se creo en dictadura, administrándolo a favor de quien, del pueblo?, acaso no saben que este sistema es un robo descarado, que nos obliga a cotizar para que nuestro dinero lo utilicen los bancos y empresas aportando ganancias a los dueños de las administradoras de pensiones privándonos de una pensión digna.
Cuantos trabajadores y trabajadoras al fin de su vida laboral, enferman o mueren cansados y en el desamparo económico por culpa de este sistema perverso.
Metidos en su burbuja y fieles defensores de las élites económicas, en detrimento del pueblo, se resisten a reconocer la crisis de dignidad en la que ellos y los gobiernos anteriores, metieron al país, administrando un sistema de desigualdades, que maltrata, empobrece y abusa de los ciudadanos y ciudadanas. Esas son las causas de esta rebelión social, es la reacción legitima de un pueblo cansado, enrabiado por el abuso empresarial y defraudado de los liderazgos políticos, que protegen o están metidos hasta el cuello en la corrupción, alejados de la realidad y situación en la que vive la mayoría de los chilenos y chilenas.
Para coronar su prepotencia, declararon el estado de excepción y el toque de queda, criminalizando la explosión social para justificar el envío de los militares a la calle, a intimidar al pueblo, al puro estilo dictatorial, insistiendo de manera demagógica que esta decisión es para proteger a los ciudadanos, a la democracia y a las instituciones. Quién va a creer esto, si el ejército y carabineros, son dos instituciones cuyos mandos están metidos hasta el fondo en los actos mas grandes de corrupción y robo al fisco, conocidas por el país en años y que no cuentan ni con la confianza ni con el respeto de los chilenos y chilenas.
Qué credibilidad pueden tener el ejército y carabineros, si en ambas instituciones se desviaron casi 40 millones de dólares desde 2006. Un robo por el cual los dos últimos comandantes en jefes, en el caso de ejército y altos oficiales y suboficiales de ambas instituciones, están sometidos a procesos por corrupción.
Quién asegura que en la calle los mandos del ejército, la marina, de carabineros, quienes tienen en su ADN la herencia dictatorial, que son educados, hasta nuestros días, en la idea de combatir al enemigo interno, es decir, para reprimir al trabajador, al estudiante, al intelectual, al hombre y mujer que reclama por sus derechos sociales, laborales, de justicia
nos van a proteger. Si además, ningún gobierno post dictadura fue capaz de cambiar la plataforma cultural y doctrinaria de la FFAA, por el contrario, con sus ambigüedades alimentaron la autonomía de estas, permitiendo a los herederos activos de la dictadura, mantener y reproducir ideológicas y conductas que son y serán un obstáculo para la
democracia.
La realidad de esto es que, este gobierno, lanzó a la calle a militares educados no para la democracia, sino que educados para militarizar la seguridad ciudadana, con la misma visión de enemigo que antes. Volcándose como ya lo vimos anoche, en Valparaíso, Santiago y Concepción, buscando a quienes se les identificó, como terroristas y subversivos, es decir a los jóvenes que con dignidad están manifestándose en todo el país, en palabras de este gobierno, violentistas y vándalos.
Esa es la realidad que a través de los medios de comunicación se oculta, allí no se habla de las razones de esta formidable manifestación de dignidad, allí solo se habla de destrozos, y saqueos, traspasando a los manifestantes la culpabilidad de la violencia y del vandalismo. Pues bien, llegamos a este punto porque nadie escuchó a tiempo, porque las elites políticas asumen su propia verdad, por la gestión de un gobierno demagogo e incapaz que insiste en gobernar para los poderosos, amparando la corrupción y el abuso.
El pueblo está en las calles, allí expresa su rabia y su frustración pero también su deseo y convicción que las cosas cambien y no hay dudas, que a estas justas manifestaciones se irán sumando más y más expresiones del enojo contenido de los chilenos y chilenas.
La cultura de la paz y los principios de la no violencia, no deben confundirse con la pasividad, menos aún, cuando se trata de defender la vida y el respeto a los derechos sociales, políticos, económicos y humanos.
El apoyo a los y las jóvenes y a quienes están luchando y para los que no luchan, que tengan respeto por quien sí lo hace……