Entre los travesaños y la impericia de los delanteros de Curicó Unido, Colo Colo pudo rasguñar un punto en su visita al estadio de La Granja en esta undécima fecha del Campeonato Nacional.
En la oportunidad se producía el "reestreno" de Tapia en la banca en reemplazo de Guede y la reincorporación al primer equipo de Barroso, quien había sido "cortado" por el entrenador argentino.
Jorge Valdivia estuvo ausente del pleito por suspensión. Valdés y Paredes por su parte salieron desde la banca a intentar arreglar el panorama sin éxito, pues no pudieron desnivelar esta vez. Paredes, si bien tuvo alguna chance, se encontró con la férrea defensa del portero curicano.
Los palos salvaron la caída de la valla alba tras dos tiros cuyo destino era las redes en un partido donde las grandes oportunidades de gol estuvieron en los pies de los jugadores curicanos.
Tapia, que en todo momento se mostró molesto con el desempeño del equipo, tiene razón por qué estar preocupado. El cambio de mano, de Guede, no mejoró en nada al equipo blanco. Sigue falto de una idea definida de juego, velocidad y sorpresa, ausente de chispa, claridad y peso ofensivo. Un cuadro de reacción, algo que siempre es reprochable cuando se trata del Cacique.
La intensidad y orden de Curicó, sus hábiles y escurridizos volantes, fueron una constante pesadilla para la zaga colocolina. Insaurralde, Barroso y Zaldivia, la línea de tres dispuesta por Tapia, varias veces terminaron viéndole el número a jugadores como Pezoa, Gauna y, especialmente, Ricardo Blanco, el argentino que debió ganarse la nota máxima, de no ser por todas las oportunidades que desperdició. Todos apoyados por Zúñiga, el incansable volante central de los anfitriones, surtidor perfecto para los más talentosos.
Felipe Campos y Gabriel Suazo, estuvieron en todo instante más preocupados de defender que atacar, pero tanmpoco gravitaron en esas tareas. Por momentos, parecían palitroques que los torteros esquivaban sin mayor esfuerzo.
Lo de Curicó fue una verdadera farra. En el primer tiempo, dos tiros al poste (uno por desvío de Barroso). En el segundo, balones elevados desde posiciones inmejorables. El gran pecado de los curicanos fue no sacar provecho de un Colo Colo absolutamente apagado y sin ideas.
Tapia, urgido por el pobre nivel de sus pupilos, echó mano al banco. A Paredes y Jaime Valdés, los de siempre, que estaban reservados pensando en el trascendental partido del miércoles por Copa Libertadores, ante Delfín de Ecuador. Afuera Carvallo y Morales, dos que no respondieron a la oportunidad que les regaló el entrenador.
La gran oportunidad del cacique estuvo en los pies de Claudio Baeza, quien solo frente al arco desvió de manera inexplicable para un profesional.
Quiroga lo tuvo cerca del final. Falló un cabezazo en área chica. Y con eso se firmó el cero a cero. Injusto por el trámite, pero certero por el despilfarro de Curicó. Colo Colo rescató un punto. Mejor dicho, su rival lo perdonó. En cualquier caso, los albos tienen mucho por qué está preocupado.