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Coronavirus en Cuba: los riesgos de la operación de la isla para vacunar a su población sin conocer si sus dosis contra el coronavirus funcionan

María Estrada trabaja como enfermera desde hace más de 30 años en un policlínico de Cuba y dice que nunca había puesto tantas vacunas en toda su vida como en los últimos tiempos.

Desde mediados de mayo, la isla comenzó una operación llamada "estudio de intervención" en la que planea vacunar de forma masiva a la población con dos de las dosis en las que científicos cubanos han estado trabajando desde inicios de la pandemia.

"Son la Soberana 02 y la Abdala. Vamos por las casas primero para preguntar quién se la quiere poner. Es un proceso voluntario en el que se firma un consentimiento. Comenzamos con el personal de salud y luego vamos siguiendo con poblaciones de riesgo", explica la enfermera vía telefónica a BBC Mundo.
Según datos de medios oficiales, hasta el pasado viernes, más de 1 millón de cubanos (casi el 10% de la población) habían recibido al menos una dosis (de tres) de los candidatos vacunales que se han comenzado a distribuir en la isla.

Cuba, por motivos no esclarecidos, decidió no participar del mecanismo Covax (que busca llevar las vacunas aprobadas internacionalmente a naciones más pobres) ni negoció dosis con sus aliados políticos Rusia y China, lo que la ha llevado a ser uno de los últimos países de la región en comenzar a inocular a su población contra el covid-19.

Sin embargo, ha sido el primero en América Latina en utilizar una dosis producida a nivel nacional contra el coronavirus.

Es, también, el primer país del continente en el que se aplica a la población una "vacuna" que (todavía) no lo es.

Y es que Soberana 02 y Abdala (producidas por el Instituto Finlay y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, respectivamente) han comenzado a utilizarse sin que hayan sido aprobadas y registradas por una agencia reguladora (no cuentan siquiera con una "autorización de emergencia") y no se conocen datos de su efectividad ni resultados de la última fase de sus estudios clínicos.

Los candidatos vacunales cubanos tampoco ha recibido autorización de la OMS/OPS y a, diferencia de lo que suele suceder con otros proyectos de este tipo, los científicos detrás de las plataformas de investigación para las vacunas solo han publicado un artículo en una revista especializada, que no fue revisado por pares.
Expertos internacionales consultados por BBC Mundo y la OPS señalan que, si bien Cuba cuenta con una amplia experiencia en la fabricación de vacunas y que cada país tiene la "decisión soberana" de tomar este tipo de medidas, se trata de una "decisión arriesgada".


"La OPS está al tanto de la decisión del Ministerio de Salud Pública de usar los candidatos vacunales en fase III de investigación, Soberana 02 y Abdala, para su uso en territorios y personas con mayor riesgo de infección por covid-19", dice un comunicado de la organización enviado a BBC Mundo.

"Esta es una decisión soberana del gobierno de Cuba. La OPS no participa en esas acciones y solo recomienda utilizar vacunas cuando se hayan finalizado las tres fases de pruebas clínicas y las vacunas son aprobadas por una agencia reguladora o incluidas por la OMS en su listado para uso de emergencia", agrega.

BBC Mundo contactó con el Centro de Prensa Internacional, el Instituto Finlay de Vacunas, el Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica de Cuba, el Centro de Expertos en Vacunas y varios de los científicos implicados en la producción y certificación de las vacunas cubanas para conocer la posición del gobierno y de las autoridades de Salud de la isla, pero no tuvo respuesta antes de la publicación de esta nota.

¿Qué ha dicho el gobierno?
En abril pasado, autoridades de salud de la isla informaron que, a mediados de mayo, el país iniciaría un "estudio de intervención", una segunda parte de otras "intervenciones" que ya habían realizado, pero a mayor escala.


Anteriormente, Cuba ya había inoculado a su personal de salud y a "sectores en riesgo": para finales de abril, casi 450.000 personas habían recibido al menos una dosis de Soberana 02 y Abdala, según datos oficiales.

Esto ocurrió sin que siquiera el país concluyera de administrar los candidatos vacunales a los voluntarios para la fase III de investigaciones de ambas vacunas, lo que ocurrió a finales de abril en el caso de Abdala y este miércoles en el caso de Soberana 02.

El Ministerio de Salud indicó que desde mediados de mes, la “intervención sanitaria” se haría “masiva” y que proyectaban “vacunar” al 70% de la población para agosto.

Según informó el titular del sector, José Ángel Portal, la decisión obedecía a la “seguridad e inmunogenicidad” que habían demostrado las dosis y a la “compleja situación epidemiológica del país”.

“El Ministerio de Salud Pública ha decidido aprobar esta intervención sanitaria, en grupos y territorios de riesgo, de carácter temporal hasta el autorizo del Cecmed (la autoridad reguladora de medicamentos en Cuba) para el uso masivo, basada en principios éticos y la absoluta voluntariedad de los sujetos participantes”, dijo en la televisión estatal.

La isla, que mantuvo contenido el virus al inicio de la pandemia, ha vivido en los últimos meses una notable escalada de casos y muertes: las cifras oficiales dan cuenta de más de 136.000 contagios y 917 fallecidos, aunque grupos de la sociedad civil disputan esa última cifra.

Según Portal, la actual inoculación masiva que realizan tendría “más beneficios que riesgos” y debería conllevar a una disminución de enfermos y fallecidos en fechas venideras, lo que permitiría “un retorno gradual a las actividades sociales y económicas en todo el territorio nacional”.

Con el turismo prácticamente paralizado, el coronavirus ha tenido un profundo impacto en la vida económica y social de la isla, a lo que se ha unido la emergencia de una creciente inflación, apagones, escasez de comida, medicamentos y productos básicos.

Las propias autoridades de salud de la isla han reconocido, sin embargo, que no saben aún si sus vacunas serán efectivas.

“Es preciso terminar el estudio de inmunogenicidad que sería un muy buen indicador de que la vacuna estimula la respuesta inmune, pero hay que hacer el estudio de eficacia clínica: comprobar si realmente la vacuna es capaz de proteger contra la enfermedad sintomática”, indicó la pasada semana en la televisión nacional María Eugenia Toledo Romaní, investigadora principal de Soberana 02.

“Aún no tenemos la respuesta total a esa pregunta”, dijo.

A diferencia de lo que ha ocurrido en otros países que han iniciado una vacunación, ningún líder cubano ha publicado sus fotos recibiendo una de las dosis nacionales para dar seguridad a la población sobre el proceso (ni los medios oficiales han informado que lo hayan hecho).