Oh I'm just counting

Donald Trump presume ante la ONU que ha puesto fin a 7 guerras. No existe ninguna certeza de sus palabras. Conózca los siete casos

El presidente Donald Trump repitió su afirmación de que había puesto fin a siete guerras “interminables” durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el martes. “Es una lástima que yo haya tenido que hacer estas cosas en lugar de que las hagan las Naciones Unidas”, dijo.

Trump, que tiene un historial de alardear de su papel como solucionador de conflictos mundiales mientras hace campaña por el Premio Nobel de la Paz, también menospreció la labor de las Naciones Unidas, organismo del que dijo que “ni siquiera intentó ayudar en ninguno de ellos”.

“¿Cuál es el propósito de las Naciones Unidas?”, preguntó. Todo lo que hace la institución, añadió, es “escribir una carta con palabras muy duras y luego nunca hace seguimiento de esa carta”.

En algunos de los casos en los que Trump afirma haber mediado en la paz, las partes beligerantes le han atribuido el mérito de calmar las hostilidades o hacer avanzar las conversaciones hacia un acuerdo de paz. Pero su papel es controvertido o menos claro en otros. Y en dos conflictos importantes, las guerras en Gaza y Ucrania, los esfuerzos de Trump han fracasado hasta ahora.

He aquí un análisis más profundo de las afirmaciones de paz de Trump.

Armenia y Azerbaiyán

En agosto, Trump reunió en la Casa Blanca a los dirigentes de Armenia y Azerbaiyán para firmar una declaración conjunta destinada a poner fin a su largo conflicto.

Aunque no se trataba de un acuerdo de paz, fue el primer compromiso para llegar a un acuerdo desde que estalló la violencia en la década de 1980.

Los dirigentes de ambos países elogiaron a Trump por intervenir, pero Azerbaiyán sigue exigiendo que Armenia modifique su Constitución para eliminar las menciones a la disputada región de Nagorno Karabaj.

Azerbaiyán también sigue ocupando pequeñas zonas de Armenia, alegando motivos de seguridad, y los países no han acordado una frontera compartida.

República Democrática del Congo y Ruanda

En junio, los principales diplomáticos de Ruanda y la República Democrática del Congo acudieron al Despacho Oval en Washington para firmar un acuerdo de paz destinado a poner fin a una guerra que ya ha durado más de tres décadas.

Trump calificó el acuerdo de “triunfo glorioso”.

Pero las conversaciones sobre un acuerdo integral han fracasado desde entonces, y han continuado los combates mortíferos.

India y Pakistán

Trump se ha atribuido el mérito de mediar para poner fin al conflicto militar entre las dos potencias nucleares, que estalló de nuevo en mayo tras un atentado terrorista en Cachemira en el que murieron 26 civiles.

India ha reconocido que Estados Unidos desempeñó un papel en la mediación del conflicto, pero afirma que negoció el fin de los combates directamente con Pakistán.

India afirma que funcionarios paquistaníes pidieron conversaciones para el alto al fuego debido a la presión de los asaltos militares de India. Pakistán lo niega y ha agradecido a Trump su ayuda para poner fin a las hostilidades.

Las diferentes versiones han contribuido al deterioro de las relaciones entre Washington y Nueva Delhi, que también se está reflejando en la guerra comercial de Trump.

Israel e Irán

Después de 12 días de ataques militares en junio, que incluyeron ataques estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes, Trump anunció abruptamente un acuerdo de alto al fuego. Dijo que Estados Unidos había mediado y afirmó que Israel había dado la vuelta a sus aviones de guerra a instancias suyas.

A pesar de que ninguna de las partes ha cuestionado el papel estadounidense en la tregua, su durabilidad sigue estando en entredicho.

La inteligencia estadounidense ha determinado que los bombardeos estadounidenses dañaron gravemente el centro de enriquecimiento nuclear más avanzado de Irán, pero algunos expertos creen que Teherán podría reanudar con el tiempo el enriquecimiento de uranio, necesario para construir un arma nuclear, en otros centros.

Tanto Israel como Estados Unidos han prometido no permitir nunca que Irán obtenga un arma nuclear.

Camboya y Tailandia

Los dos países vecinos del sudeste asiático se enzarzaron este verano en varios días de enfrentamientos en su frontera que causaron la muerte de al menos 42 personas y desplazaron a más de 300.000, uno de los conflictos más sangrientos entre ellos en décadas.

En ese momento, el gobierno de Trump estaba discutiendo acuerdos comerciales con una serie de países, y Trump dijo que había dicho a los dirigentes de Tailandia y Camboya que detendría las conversaciones comerciales a menos que acordaran un alto al fuego.

Dos días después, los dirigentes se reunieron en Malasia para mantener conversaciones organizadas por funcionarios malasios y estadounidenses y llegaron a un acuerdo para poner fin a las hostilidades.

Aunque los combates han cesado, las personas que critican el enfoque de Trump afirman que su intervención no abordó las causas subyacentes del conflicto.

Egipto y Etiopía

Egipto y Etiopía no están enfrentados militarmente, pero se teme que una disputa diplomática entre ambos por la mayor presa hidroeléctrica de África pueda desencadenar una guerra.

La diplomacia de Trump ha hecho poco por resolver la disputa. Etiopía ha anunciado que ha terminado la presa, que fue inaugurada oficialmente este mes. Egipto y Sudán se oponen al proyecto, pues temen que limite el flujo de agua del río Nilo hacia sus países.

Kosovo y Serbia

Trump también citó a Kosovo y Serbia en su discurso.

En 2020, ambas naciones firmaron un acuerdo para buscar un compromiso económico en el Despacho Oval. Pero no se ha firmado ningún acuerdo de paz entre ellas.

La disputa tiene su origen en el estatuto de Kosovo, que declaró su independencia hace 15 años, casi una década después de la campaña de bombardeos de 78 días de la OTAN en 1999, que expulsó de Kosovo a las fuerzas serbias, entonces implicadas en el brutal maltrato de los albaneses.

Aunque un Kosovo independiente ha sido reconocido por Estados Unidos y muchos países europeos, Serbia —así como sus aliados clave, Rusia y China— sigue negándose a reconocer la independencia de Kosovo.