Esta vez la crítica del papa Francisco tuvo como objetivo la carrera frenética al regalo a la que se asistirá durante las próximas semanas, cuando el “consumismo compulsivo” alcanza anualmente su máximo nivel.
En su homilía de la cotidiana misa matutina, el pontífice argentino condenó sin medios términos este comportamiento que lleva a acumular y no a compartir, subrayando que “este consumismo compulsivo es enemigo de la generosidad y que induce a gastar mas de lo que efectivamente necesitamos”.
“Hagamos por ejemplo -precisó- un viaje en nuestras habitaciones, en nuestro guardarropa... ¿cuántos pares de zapatos tengo? Uno, dos, tres, cuatro, quince, veinte, tal vez demasiados. Yo conocí a un monseñor -aclaró Bergoglio para indicar que este fenómeno incluye no sólo la esfera social, sino también eclesiástica- que ¡tenía 40!, y entonces ¿porqué no das la mitad, también de las prendas de vestir que usas una o dos veces al año? Es una forma de ser generoso, de compartir”.
Para Francisco, “la generosidad ensancha el corazón y oscurece los impulsos egoístas”, refriéndose nuevamente al contraste entre ricos y pobres, “un contraste que indujo al Señor a señalar que es muy difícil que un rico entre en el reino de los cielos”.
Y a quien “da Cristo la etiqueta de comunista” –dijo Francisco- se recuerda que “cuando decía estas cosas, el Señor sabía que detrás de la riqueza siempre estaba el espíritu malo, y por eso una vez dijo que no se puede servir a dos señores, servir a Dios y servir a las riquezas”.
De esta manera, Bergoglio repitió una vez más a los fieles que hay que estar lejos de la que definió “la enfermedad del consumismo e instó a rezar al Señor “para que nos libere de ese mal tan peligroso del consumo deliberado, que nos hace esclavos, una dependencia del gasto: una enfermedad psiquiátrica”.