La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) afina los últimos detalles para el lanzamiento de una nave espacial que dentro de un año se estrellará deliberadamente contra un asteroide con la finalidad de desviar su trayectoria.
La misión de prueba llamada DART (Double Asteroid Redirection Test) busca simular lo que sería una "defensa planetaria", es decir, preparar a la humanidad en caso de que exista la amenaza por parte de un asteroide de impactar la Tierra.
El despegue espacial estaba previsto para este miércoles 24 de noviembre desde la la Base de Vandenberg (California, EE. UU.) a las 06.21 UTC, mediante el un cohete Falcon 9 de SpaceX.
"No queremos estar en una posición en la que un asteroide se dirija hacia la Tierra; debemos probar esta técnica", dijo Lindley Johnson, del Departamento de Defensa Planetaria de la NASA.
Una misión con dos objetivos
La nave de DART, que alcanzará su objetivo situado a 11 millones de kilómetros de la Tierra dentro de diez meses, tiene en realidad un objetivo doble: por un lado, el gran asteroide Didymos, de 780 metros de diámetro, es decir dos veces la altura de la torre Eiffel; por otro, su luna Dimorphos, de 160 metros de diámetro y más alta que la Estatua de la Libertad.
Es en esta luna donde se posará la nave, unas cien veces más pequeña que ella, proyectada a una velocidad de 24 000 km/h. El impacto arrojará toneladas y toneladas de material, pero "no va a destruir el asteroide, solo le dará una pequeña sacudida", según dijo Nancy Chabot, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, que dirige la misión en colaboración con la NASA.
¿Qué significaría la desviación de un asteroide?
Hay muchos factores que entran en juego a la hora de desviar un asteroide, por ejemplo, el ángulo de impacto, el aspecto de la superficie del asteroide, su composición y su masa exacta, todos ellos desconocidos por los expertos por el momento.
Sin embargo, los expertos tienen esperanza: "Si un día se descubre un asteroide en curso de colisión con la Tierra (...) tendremos una idea de la fuerza que necesitaremos para que ese asteroide no toque la Tierra", explicó Andy Cheng, de la Universidad Johns Hopkins.
También viajará un pequeño satélite. Se desacoplará de la nave principal diez días antes del impacto y utilizará su sistema de propulsión para desviar ligeramente su propia trayectoria. Tres minutos después de la colisión, sobrevolará Dimorphos, para observar el efecto del impacto, y posiblemente el cráter en la superficie.
Este experimento podría ser clave para identificar cómo reaccionar ante las amenazas potenciales: "La estrategia es encontrar estos objetos no sólo años, sino décadas antes de cualquier peligro de colisión con la Tierra", agregó el experto.
Actualmente se conocen unos 27.000 asteroides cercanos a la Tierra. Bennu, que mide 500 metros de diámetro, es uno de los dos asteroides identificados en nuestro Sistema Solar que suponen un mayor riesgo para la Tierra, según la NASA. Pero de aquí al año 2300, la probabilidad de colisión es apenas del 0,057%.