Oh I'm just counting

Lo que indignó y volvió a la locura de Trump: Los demócratas ganan los dos escaños de Georgia y recuperarán el Senado

Trump tóxico. Trump destructivo. Trump maníaco. Trump culpable. Todos estos y más fueron los calificativos que los comentaristas han dedicado al presidente de Estados Unidos este miércoles, tras la derrota en Georgia de los dos senadores republicanos, Kelly Loeffler y David Perdue, que le juraron lealtad.

El reverendo Raphael Warnock, en la foto, negro de 51 años, y Jon Ossoff, judío de 33, han logrado la victoria en las dos elecciones especiales que se celebraron el martes.

Los dos contendientes conservadores, siguiendo a su referente en la Casa Blanca, no les han concedido la victoria.

El logro de Warnock y Ossoff no es un mérito cualquiera para dos advenedizos en la carrera política. Sus dos escaños significan que los demócratas suman 50 senadores, los mismos que tendrán los republicanos, pero dispondrán del voto de desempate, ya que a la próxima vicepresidenta, Kamala Harris, le corresponde la presidencia del Senado.

El conservador Mitch McConnell, que cederá el testigo de jefe de la mayoría al progresista Chuck Schumer, perderá su capacidad para limitar las maniobras del gobierno Biden.

Sin quitar mérito al trabajo de Warnock y Ossoff, hubo una coincidencia general respecto a un protagonista que no estaba en las papeletas, aunque su sombra se proyectó en las urnas.

“El presidente Donald Trump es culpable al 100% de la derrota de los dos senadores republicanos”, afirmó Gabriel Sterling, también republicano y responsable del sistema electoral en Georgia, del que ha defendido su buen funcionamiento. “Cuando le dices a la gente que tu voto no cuenta, que te lo roban y la gente se lo empieza a creer, provocas una guerra civil en el Partido Republicano en lugar de unificarlo. Es todo lo que ha hecho desde el 3 de noviembre”, reiteró.

La negativa de Trump a aceptar su derrota, entre otros estados en Georgia, no ha hecho más que desanimar a los conservadores. Tanto Loeffler como Perdue se alinearon con el presidente en el descrédito del sistema electoral y se mostraron a favor de no certificar este miércoles la victoria de Joe Biden.

Estas dos elecciones eran una segunda vuelta, porque ningún candidato había logrado el 50% de los votos como requiere el estado. Hace dos meses, Perdue obtuvo 88.000 votos de ventaja frente a Ossoff. Ahora el resultado ha sido el opuesto.

El efecto Trump resulta demoledor para los republicanos. En cuatro años, el partido que él representa ha perdido la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y ahora el Senado. Hacía diez años que los demócratas no disponían del control del ejecutivo y del legislativo.

Tampoco Mitch McConnell sale bien parado. Durante semanas se negó a reconocer que Biden era el presidente electo, para no enfadar a Trump y que éste no causara un destrozo de cara a estas elecciones en Georgia. McConnell sabía lo que se jugaba, pero calculó mal. En lugar de apaciguar al presidente humillado, no hizo más que incentivar la demolición electoral sistemática desencadenada por Trump.

El control del Senado le permitirá a Biden confirmar a los miembros de su gobierno, a los jueces, o a aprobar los proyectos presupuestarios, siempre que los demócratas mantengan la cohesión. Esta circunstancia le abre la puerta a desarrollar su agenda económica progresista: cheques por los daños de la pandemia, reducir costes médicos, expandir la sanidad gratuita o poner en marcha su programa contra el cambio climático que tanto han despreciado Trump y sus aliados.