El líder catalán Carles Puigdemont anunció el jueves que renuncia a presidir nuevamente Cataluña ante las dificultades judiciales para ser investido desde Bélgica y con una orden de detención en España por rebelión y sedición.
Los partidos independentistas, con mayoría absoluta parlamentaria tras las elecciones regionales del 21 de diciembre, deben ahora acordar un nuevo candidato, con varios de los aspirantes también con problemas judiciales.
Jordi Sánchez, activista encarcelado
Lo propuso Carles Puigdemont como número dos de su grupo parlamentario Juntos por Cataluña. “Representa una manera de entender la política muy transversal (…) que puede conectar con diferentes sensibilidades”, afirmó.
Licenciado en ciencias políticas de 53 años, Jordi Sánchez está encarcelado preventivamente en Madrid desde el 16 de octubre y para ser investido necesitaría un permiso del Tribunal Supremo para acudir al Parlamento catalán a defender su programa.
La justicia española lo acusa de sedición por haber organizado como presidente de la influyente asociación independentista Asamblea Nacional de Cataluña, una manifestación que acorraló a guardias civiles mientras registraban un edificio del gobierno catalán.
Desde su juventud está implicado en el activismo político. En 1981, con 19 años, se integró en la plataforma de defensa de la lengua catalana “Llamamiento a la Solidaridad”, cuyos integrantes boicoteaban negocios que rotulaban en castellano o descolgaban banderas españolas, además de promover acciones de paz en el País Vasco o los Balcanes.
Después sería consejero de la corporación de medios pública de Cataluña, dirigente de una fundación para dar a conocer la región internacionalmente y asesor del defensor de pueblo de la región.
En 2015 pasó al primer plano político al ser escogido presidente de la ANC, la asociación responsable de las grandes manifestaciones independentistas de los últimos años y con poder de influencia sobre el gobierno regional.
Jordi Turull, el portavoz de Puigdemont
Numerosos medios sitúan a este licenciado en derecho de 51 años como alternativa si Sánchez no consigue salir de prisión. Es el número tres de Juntos por Cataluña y en 2016 fue portavoz del gobierno de Puigdemont y uno de sus colaboradores más próximos.
Diputado regional desde 2006, su trayectoria política se remonta a 1987 cuando fue escogido concejal de su municipio por el partido nacionalista conservador Convergencia Democrática, ahora convertido en el Partido Demócrata e integrado en la lista Juntos por Cataluña.
Definido por sus compañeros como “un hombre de partido” se convirtió en el guardaespaldas de Puigdemont y presidente de sus grupos parlamentarios entre 2010 y 2016, replicando con dureza a los líderes de la oposición.
Junto al resto del gobierno de Puigdemont fue imputado por rebelión y sedición por el intento fallido de secesión. A diferencia de su líder, decidió acudir al juzgado y durante un mes estuvo encarcelado preventivamente en una cárcel madrileña.
Si es juzgado por rebelión, el juez podría inhabilitarlo para ejercer cargos públicos, impidiéndole seguir como presidente.
Elsa Artadi, la mano derecha
Esta economista de 41 años, doctorada por Harvard y aficionada al yoga, sonó con fuerza como sustituta de Puigdemont en las últimas semanas, por ser una de las colaboradoras más fieles al expresidente regional.
Con media melena rubia, grandes gafas rojas y aspecto de joven estudiante de familia acomodada, esta mujer entró en el departamento de Economía del gobierno catalán en 2010, tras ejercer de profesora universitaria en Italia, y su carrera fue fulgurante.
En 2016 asumió un puesto clave en la sala de máquinas del gobierno de Puigdemont, la coordinación de los ministerios regionales, y en diciembre se convirtió en la coordinadora de la campaña electoral del líder independentista instalado en Bélgica.
A diferencia de sus compañeros, no tiene causas judiciales abiertas.
Oriol Junqueras, el exvicepresidente
Como Sánchez, este historiador de 48 años está encarcelado desde noviembre por presunta rebelión y sedición como vicepresidente del gobierno de Puigdemont que intentó la separación del reino de España.
Su partido, Izquierda Republicana de Cataluña, defiende su derecho a ser presidente, a pesar de haber quedado por detrás de la lista de Puigdemont, para dar continuidad al anterior ejecutivo cesado por el gobierno español tras la fallida secesión.
Este ferviente católico, casado y con dos hijos pequeños, asumió la dirección de esta histórica formación independentista en 2011, llevándola a un fuerte crecimiento electoral hasta discutir la hegemonía del nacionalismo al partido de Puigdemont.