Fue el primer exmilitar de alto rango en ser sentenciado por crímenes de lesa humanidad tras la anulación de las llamadas Leyes del Perdón en Argentina en 2008, y tuvo el mayor número de condenas.
El exgeneral Luciano Benjamín Menéndez, máximo responsable militar de la región centro-norte del país durante el último régimen militar argentino (1976-1983), falleció este martes en un hospital militar, a los 90 años, como consecuencia de un cáncer.
Menéndez cumplía una condena de 13 cadenas perpetuas en la céntrica provincia de Córdoba, donde cometió muchos de sus delitos.
Sin embargo, por sus problemas de salud y su edad, en los últimos años gozaba del beneficio de la prisión domiciliaria, algo que criticaban sus víctimas y los familiares de desaparecidos.
Como titular del Tercer Cuerpo del Ejército era considerado el "amo de la vida y la muerte" en Córdoba, según el diario local La Voz.
También era la máxima autoridad en otras nueve provincias del centro y noroeste argentino.
Durante su mandato se habilitó en Córdoba el centro clandestino de detención y tortura La Perla, donde fueron asesinadas miles de personas.
El exmilitar fue condenado por esos crímenes en 2016.
"El duro"
Menéndez era considerado el líder de la ala dura dentro del gobierno militar y algunos argentinos, como la legisladora cordobesa Liliana Montero, lo consideran el "mayor genocida" de la historia argentina.
Proveniente de una familia de militares primero fue conocido como "Cachorro", aunque más tarde se ganaría el apodo de "La Hiena".
"SE MURIÓ LA MUERTE: a las 11:20 murió el genocida Luciano Benjamín Menéndez. A diferencia de sus víctimas, se sabe la hora, el lugar y su familia puede despedirlo", escribió en Twitter la agrupación de hijos de desaparecidos H.I.J.O.S Capital.
En el pasado Menéndez había justificado su actuación durante la llamada "Guerra Sucia".
"La persecución a los delincuentes subversivos no fue represión (...) Aplicando las leyes, las Fuerzas Armadas cumplieron la misión encomendada por la Nación de vencer al enemigo", dijo, durante su segundo juicio, en agosto de 2008.
"Ostentamos el dudoso honor de ser el primer país del mundo que juzga a sus soldados victoriosos que lucharon por orden de y por el bien de sus compatriotas", señaló, en comentarios que recibieron duras críticas en el país.