Cuando comparecieron dando toques al balón con su uniforme de los Jabalíes Salvajes Fútbol Club, alborozados y lozanos, costaba reconocerlos en aquellos críos famélicos, macilentos y cercanos al colapso que habían sido hallados en las entrañas de una cueva en el norte de Tailandia.
Ahí estaba Ek, el entrenador y antiguo novicio budista que enseñó ejercicios de meditación para que los niños consumieran menos oxígeno y frenaran los ataques de pánico. O Adul, el políglota que intercambió unas frases con los buzos británicos que cualquier tailandés puede recitar hoy. Los Trece de Tham Lueng comparecieron por primera y, presuntamente, última vez ante la prensa. Fue el lógico fin de fiesta al rescate más mediático en décadas, retransmitido en directo por buena parte de los canales tailandeses. Los niños, su entrenador y algunos rescatadores fueron las estrellas del programa “Tailandia va hacia delante”, que desde la cadena pública emite habitualmente soporíferos programas sobre los logros del Gobierno. “La gente de todo el mundo está ansiosa por conocer la historia a través de sus palabras”, justificó Prachon Pratsakun, gobernador provincial.
Fue un salto con red. Los psicólogos habían filtrado previamente las preguntas de los periodistas que consideraron peligrosas para su salud mental. Preocupa que el escrutinio mediático impida su regreso a la rutina y agudice sus posibles traumas psicológicos, descartados ya sus daños físicos. Las autoridades aclararon que los chicos serían recogidos por sus familias tras el acto y alertó a los periodistas de que podrían ser acusados de infringir las leyes de protección al menor si seguían con el acoso. Los psicólogos alertan de que podrían sufrir en el futuro desórdenes como depresión, ansiedad o trastornos post-traumáticos.
Las instrucciones han sido seguidas por todos. Dos colegios visitados por este corresponsal han desechado las celebraciones y preparado clases intensivas para que los niños recuperen las semanas de ausencia. Tres amigos de Note desvelaban la semana pasada que le preparan una fiesta sorpresa modesta con tarta de chocolate para celebrar el cumpleaños que pasó en la cueva.
Los Trece son ubicuos estos días en Tailandia. En los plasmas de los aeropuertos se emiten dibujos animados sobre ellos y los rescatadores donde son calificados de “nuestros héroes”. Ya su primera aparición televisiva, en el hospital, fue seguida con devoción religiosa por un pueblo que hasta ahora sólo reverenciaba a sus monarcas. Los nuevos héroes nacionales monopolizan la atención nacional y pocos tailandeses ignoran las trece biografías.
Los niños ofrecieron ayer en el hospital su homenaje al buzo local Saman Gunan, ahogado durante el rescate, rezando por su memoria y escribiendo sus dedicatorias en un retrato. Ese retrato fue mostrado de nuevo durante la rueda de prensa. Está previsto que los chicos sean ordenados como monjes budistas durante un corto periodo de tiempo, cumpliendo una tradición de los tailandeses que superan una situación traumática. Después les espera la ansiada rutina