Los anaqueles abarrotados de mercancía que se veían días antes de las medidas económicas tomadas por el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, el 20 de agosto de este año, parecen hoy un espejismo.
En Caracas, apenas un día después del aumento del sueldo mínimo, buena parte del comercio escondió sus inventarios y empezó a mostrar estantes semivacíos, retornaron largas filas de personas que persiguen los 25 productos a precios regulados en algún operativo especial, la proteína animal prácticamente desapareció y los precios, que ya venían en una espiral hiperinflacionaria, se duplican o triplican en cuestión de horas.
Antes de las medidas económicas, los comerciantes argumentaban que la falta de efectivo, el negocio de vender los billetes a 700% y el marcador del dólar paralelo eran los responsables de la fijación de precios. Sin embargo, desde que se aplicó el plan propuesto por el Ejecutivo, el circulante ha vuelto a las calles, se debilitó significativamente la venta de billetes y el dólar paralelo se ha mantenido estable. Entonces, ¿qué justifica ahora la escalada hiperinflacionaria?
¿Cuestión de confianza?
Para el economista, profesor universitario e investigador del Observatorio Venezolano de la Realidad Económica (OVRE), Ingerzon Freites, uno de los factores determinantes es que el Gobierno no ha logrado ofrecer un clima de confianza que permita desactivar la volatilidad.