Oh I'm just counting

Carlos Cuadrado, alcalde de Huechuraba y la crisis sanitaria a Cambio21: "Debieran condonar los cobros de agua y luz por tres meses"

Por María Cristina Prudant
 
El alcalde de Huechuraba  reconoce que le gusta estar en la calle recorriendo la comuna y contactándose con sus vecinos para poder conocer in situ los problemas que los aquejan. “He estado tanto con la gente que es natural verme si hay un incendio, un funeral, misa y otras actividades”, comentó a Cambio21.
Carlos Cuadrado Prats asumió su cargo el 6 de diciembre de 2012 con una amplia mayoría en las urnas. Es militante del Partido Por la Democracia (PPD). Su familia ha estado ligada a la vida política y social de nuestro país. Es hijo de Sofía Prats, que fue la primera alcaldesa de Huechuraba, al regreso de la democracia, y de Isidoro Cuadrado. Es nieto del General Carlos Prats Comandante en Jefe del Ejército, asesinado junto a su esposa, por la DINA, en el marco de la Operación Cóndor.
 
¿A su juicio los alcaldes han cumplido un rol preponderante durante la crisis sanitaria?
Los ciudadanos descubrieron el rol de los alcaldes. Nosotros nunca hemos dejado de hacer lo que hoy la gente ha visto que hemos hecho. Primero, en el estallido social y luego en la crisis sanitaria. En una crisis social y en una sanitaria los alcaldes, sin ser protagonistas, tomamos la decisión de actuar con firmeza y con claridad en función que la gente que, inicialmente moría, era herida o protestaba eran vecinos nuestros y por otro lado en la crisis sanitaria la gente que se contagia, que sufre y que muere son también vecinos nuestros.
 
Por lo tanto, los ciudadanos han percibido y espero que el gobierno también lo haya visualizado, que los mejores aliados para desarrollar al país somos los alcaldes y esa idea que existía que el gobierno con los parlamentarios eran los que hacían girar la rueda de la historia y se ninguneaba al mundo municipal. Hoy, tanto el gobierno como los ciudadanos perciben con claridad que en Chile existen dos poderes ejecutivos: uno, que es el poder ejecutivo nacional, que lo encabeza el Presidente, y luego el poder ejecutivo local que son los alcaldes y son ellos, tanto el Presidente como los alcaldes los que pueden mejorar o empeorar la vida de los ciudadanos. Queda con mediana claridad establecido que el Parlamento cumple un rol, pero que no es el de resolver los problemas de los ciudadanos porque  el Parlamento no  estuvo presente ni  las crisis social, ni la sanitaria.
 
Son los alcaldes y sus equipos municipales los que han llevado la alimentación, los 2 millones y medio de cajas a cada una de las viviendas que requerían ayuda humanitaria y son los alcaldes los que han llevado medicamentos, apoyo médico, trazabilidad, detección  y aislamiento de la gente contagiada.  Por lo tanto, lo que hoy se destaca como la acción de los alcaldes, es lo que siempre hemos hecho y que antes estaba invisibilizado por las discusiones inútiles que muchas  veces hace el Parlamento de temas que no tienen importancia alguna para los ciudadanos.
El panorama sanitario que estamos conociendo día a día es cada vez más dramático. ¿Cuál es su opinión de lo que está pasando?
Bueno, creo que cuando se parte de premisas equivocadas los resultados son nefastos en este tipo de situaciones. Cuando el ministro Mañalich señaló que todo lo que el había pensado se había caído como castillo de naipe o cuando dijo que navegábamos en la oscuridad es porque quien estaba a cargo del proceso se equivocó quizás con la información que tenía, la forma de combatir y el resultado final es el que estamos observando.
 
Aumento de contagios, aumento de fallecidos, un ranking que nos ubica a nivel mundial en una situación bastante dramática y por otro lado una estrategia que no dio resultado y que al parecer, se debe cambiar y por tanto genera más incertidumbre porque si ese cambio si es correcto podría evitar lo que estamos viviendo, pero si es erróneo de nuevo puede acrecentar aún más el daño que se ha causado en la población. Por lo tanto, a mí me habría gustado que del inicio hubiese sido acertado el diagnóstico, los instrumentos y el resultado. No lo fue y por lo tanto, hubo cambio de ministro y él debe estar hoy con la incertidumbre de saber  si persiste en el camino ya iniciado o tiene que cambiar el camino con la incertidumbre que va a generar  en términos de resultados también.
 
Sin embargo, está claro que con la estrategia que se venía trabajando fracasó
Ciertamente,  creo que el fracaso se debe a una falta de voluntad de establecer claramente cuál era el eje central del combate, el eje central  en lo sanitario y se incorporó un concepto económico que debilitó quizás lo que en materia sanitaria debiera haberse hecho, por lo tanto el concepto de la nueva normalidad, la voluntad del alcalde Lavín de abrir el mall, la idea de que uno podía salir a comerse una empanada y a tomarse un café sin ningún problema jugó en contra del objetivo que es combatir el virus.
 
En el gobierno hacen esfuerzos por salvar a Piñera de la responsabilidad en esta pandemia y le cargan todo a Mañalich. ¿Qué opina usted?
El gobierno es uno solo, lo conforma el Presidente que es el que guía y sus ministros son los que ejecutan, por lo tanto, resulta muy poco digno responsabilizar a un solo ministro de los errores que se han cometido máxime si se cometieron durante mucho tiempo. Por lo tanto, durante ese tiempo se cometieron errores y no se realizaron correcciones se estuvo avalando el actuar del ministro. Pero lo que es poco digno es que se le responsabilice a una sola persona respecto a una política que se dio en lo más alto del gobierno.
En el ambiente político ronda muy fuerte la idea de una acusación constitucional contra Mañalich. ¿Usted está de acuerdo?
Yo creo que cada cosas tiene su momento, los responsables de cada acción tienen que responder si lo hicieron bien o mal. El problema es que en este momento más que andar buscando responsables y culpables  creo que se deben dar ideas y buscar soluciones. Por lo tanto, si el Parlamento tiene la idea de una acusación constitucional más digno sería que imaginaran propuestas, leyes, soluciones y la acusación constitucional puede presentarse en seis meses. Las urgencias de hoy tiene que guiar el actuar político y si hay que buscar culpables ya habrá tiempo para encontrarlos y sancionarlos.
Un tema grave es que la gente no cumple con las cuarentenas y se dice que una de las razones seria la falta de apoyo económico. Sin embargo ahora se aprobó la asignación familiar de emergencia (AFE) para ayudarlos. ¿Qué espera usted de esta solución?
Creo que la cuarentena se va a respetar solo cuando la gente tenga la tranquilidad de que van a tener la posibilidad de alimentarse y de pagar sus compromisos a fin de mes. Por lo tanto, mientras el Estado no haga un aporte real y contundente a las finanzas individuales de cada uno de los chilenos va a ser muy difícil lograr ese objetivo. Asi es que el hecho inicial de entregar mercadería para que la gente no se desplace a los supermercados o almacenes a comprar. Luego el hecho de que se haya establecido el ingreso familiar de emergencia debe dar paso también a otras soluciones.
Una de esas  debiera ser la condonación de los gastos por tres meses del agua y de la luz. El Estado debiera forzar a las empresas Enel y Aguas Andinas a hacer que el 60% de los chilenos más vulnerable no pague agua ni luz durante los meses de junio, julio y agosto como una forma de liberar deudas que van a tener cuando se reactive el país en 6 meses más. Creo que a la caja de mercadería que resuelve el tema alimentario por un tiempo, luego sumado el ingreso familiar de emergencia, si se agrega el no pago del agua y de la luz estaríamos logrando, quizá, un cumplimiento mayor de la cuarentena.
 
Este aporte a las familias recién aprobado, a su juicio ¿llega tarde?
El Estado siempre en esta crisis ha llegado tarde. Fuimos los alcaldes los que resolvimos el tema de cerrar las escuelas contra la voluntad inicial del estado. Luego fuimos los alcaldes los que cerramos los malls contra la voluntad del Estado y luego respecto de las ferias nosotros fuimos los que establecimos restricciones con una resistencia  muy fuerte del Ministerio de Agricultura. Tanto en el ámbito de las medidas a tomar como también en las ayudas sociales implementadas el Estado ha actuado con un conservadurismo que es impropio de momentos de crisis. En estos casos se debe actuar con decisión y prontamente, porque al contrario se diluye el peso de la acción y se debilita el impacto que genera y eso lleva consigo un relajamiento de la gente respecto de lo que debieran respetar en términos de las órdenes estatales.
¿Usted encuentra adecuado que se haya promulgado una ley para aumentar las penas y multas para quienes no respeten la cuarentena y el toque de queda?
Creo que estamos en una situación de crisis y el no cumplimiento de algunos deberes sociales o cívicos implica la muerte de otros ciudadanos. Cuando se toman este tipo de medidas es para resguardar quizás la vida de gente inocente que puede morir por la irresponsabilidad, el egoísmo y mezquindad de otros. Ciertamente, aquellos que tienen la obligación de abandonar sus casas para ir a trabajar, para traer el sustento a su familia, adoptan todos los mecanismos de cuidado y cumplen con todos las demandas que establece el Estado. Sin embargo, hay otros que se dan el lujo de salir en avión, salen a sus segundas viviendas en la playa, hacen fiestas masivas para entretenerse o recaudar dinero, salen sin mascarillas, no respetan a los otros seres humanos. Por lo tanto, creo que la norma está aplicada para esos chilenos que no tienen un comportamiento que exige el momento actual y que esa mezquindad y egoísmo puede significar la muerte de otras personas que sí se están cuidando. Es tan claro eso que yo creo que la gran mayoría de los chilenos aprueban que se establezcan normas duras respecto de gente que no tiene un comportamiento propio de una persona que decidió vivir en comunidad.
 
También se está estudiando en relación con la movilidad de las personas vigilarlas por sus celulares hacia donde se desplazan. Pero hay quienes advierten que eso es una intromisión en la vida privada. ¿Qué opina?
Siempre hay en estas situaciones de crisis medidas que pueden poner en riesgo la libertad de los ciudadanos. Para llegar a esa posibilidad hay otras que son previas, por tanto antes de llegar a esa vigilancia por celular o GPS lo interesante sería que se adoptaran medidas que no son  invasivas, que no afecten los derechos individuales como puede ser  la ampliación de los dígitos con restricción vehicular porque eso permitiría que menos vehículos salieran y menos personas circularan y que aquellos que se desplazan a alguna actividad necesaria de desarrollar sean fiscalizados tanto en El Metro como en el transporte público. Eso permitiría que cada uno que sale tome las medidas necesarias, pero también sin violar su derecho a la privacidad que está garantizada.
 
¿A qué atribuye usted el comportamiento de los chilenos que no respetan las cuarentenas?
Hay dos elementos estructurantes de este comportamiento irracional  de muchos chilenos. El primero, es estructural. Yo creo que el modelo económico, el modelo político instaurado en Chile, inicialmente en la dictadura y luego mantenido en democracia ha hecho que el individualismo se instalara en la conciencia de todos y por lo tanto, el pensamiento actual es yo primero, yo segundo, yo tercero. Si yo puedo lograr algo y afecta al resto no me importa. Mi interés está por sobre el interés de los demás. Esa visión hace que uno vea tanta gente en las calles no respetando aquello que en otros países, que tienen una conciencia distinta, de lo que es vivir en comunidad y de lo que implica el derecho propio respecto del derecho colectivo, sea tan distinto.
 
Uno ve lo que pasó en Italia, España cuando se decretó cuarentena. No salía nadie a la calle y acá en Chile la mitad de los que no debían salir siguieron saliendo. Hay un tema de modelo de sociedad que caló muy profundo en términos de hacer valer lo individual, lo propio, lo mezquino por sobre la solidaridad, lo colectivo y lo bonito. También existe producto del actuar de muchos parlamentarios y de los gobiernos de turno, en términos de no cumplir la palabra y generar expectativas que nunca se llevaron a cabo. Esa desconfianza de la gente sumada a la decepción y a la falta de credibilidad de la política hace que toda decisión adoptada se ponga en duda, se cuestione, se discuta y muchas  veces no se acepte. Sumando todo hace que las medidas institucionales que se adoptan no sean respetadas por los ciudadanos.  
Enque Paris va a tener que imponer criterios sanitarios por sobre el económico
 
¿Cómo ve usted al ministro Enrique Paris. Tendrá posibilidades de arreglar la situación sanitaria?
  El ministro Paris va a tener las dificultades que, seguramente también tuvo el ministro Mañalich. Al interior del gobierno hay una línea de conducta muy economicista que busca a toda costa mantener funcionando la economía pese al costo social y sanitario que puede implicar. Eso se vio cuando no querían cerrar los malls, las escuelas y uno lo ve actualmente con la resistencia  del Ministerio de Agricultura de cerrar las ferias libres dado que es un lugar natural de contagio. Lo que debiera imponerse y la pelea dura que va a tener el ministro Paris, es que va a tener que imponer el criterio sanitario por sobre el económico y eso va a implicar peleas duras al interior de aquellos que querían lo antes posible restablecer la nueva normalidad. Eso es un tema complejo y creo que aún no está zanjado. Espero que en función de las cifras que tenemos de contagio y de muertes, se llegue a la conclusión de que hay que sacrificar economía para salvar vidas. La economía se debilitará, pero cuando estaba fuerte se acumularon recursos, se guardó dinero, se hicieron bien las cosas, para poder gastarlos en momentos de crisis. Y creo que hoy es momento en que el Estado debe echar mano a los recursos que se cuidaron con mucha eficiencia durante largos años y hoy tienen  que ir en beneficio de todos los ciudadanos que lo están pasando muy mal.