Reimpulsar la gestión gubernamental en medio del inmovilismo comunicacional y político que han generado las denuncias del caso Democracia Viva es el objetivo de este nuevo cambio de Gabinete acotado que partió el viernes pasado con la salida del ex ministro Jackson del ministerio de Desarrollo Social.
Es un cambio de gabinete presionado por el mundo político, en particular desde la oposición derechista que condicionó su participación en las mesas de negociación de la reforma de pensiones y del pacto fiscal por el desarrollo a la salida de Jackson y después exigió también un cambio en equipo ministerial. También desde las filas oficialistas como del nuevo Presidente de la Cámara de Diputados se sumaron a esa petición de cambios en el relato gubernamental, en el diseño estratégico y que tuviera el mandato de construir puentes de diálogo y acuerdos.
En ese ambiente de alta presión política el Presidente de la República decidió realizar este cambio de gabinete en dos tandas, partiendo por Giorgio Jackson y ahora nombrando a cinco nuevos ministros en Educación, Desarrollo Social, Cultura, Minería y Bienes Nacionales.
Al analizar estos cambios se puede ver que fue un ajuste al interior de la representación del pacto Apruebo Dignidad, donde Partido Comunista aumenta su representación con un nuevo ministerio relevante como es Educación. Comunes obtiene un ministerio de mayor peso como es el ministerio de Desarrollo Social. El PPD accede al ministerio de las Culturas y el gran damnificado es Revolución Democrática que pierde dos ministerios relevantes como Desarrollo Social y Educación y ahora solo tendrá ministra de Bienes Nacionales.
El gran beneficiado es el Partido Comunista que aumentó su representación de Ministros, llegando por primera vez en la historia de Chile, al ministerio de Educación. Y el partido más damnificado es Revolución Democrática que pierde dos ministerios importantes como Educación y Desarrollo Social y queda reducido a un solo ministerio menor como es Bienes Nacionales. La salida del ministro de Educación era algo que la sociedad chilena esperaba por su mal desempeño producto de la crisis educativa que generó la pandemia y que se ha reflejado en pérdidas de aprendizaje, mayor violencia escolar, menor asistencia a los colegios.
Hay una situación de estancamiento económico y social que debe cambiar. Para eso se requiere un Gabinete que tenga capacidad de diálogo con el conjunto de los actores políticos y sociales para construir acuerdos transversales para empezar a resolver los problemas que aquejan a nuestra ciudadanía.
Chile más que antes necesita restablecer el valor del diálogo y los acuerdos para salir de este clima de polarización que algunos quieren instalar. No cabe apretar a nadie, lo que importa es sentarse a dialogar y esa es la tarea política que debe asumir nuevo Gabinete.
Este Gabinete debiera apuntar a restablecer las mesas de diálogo para que el país avance de verdad en incrementar las pensiones -especialmente en las mujeres donde 50% de ellas reciben pensiones inferiores a $232.000 mensuales-, también debe ser capaz de concordar una agenda de medidas que permitan que la economía vuelva a crecer por un ciclo largo, en ese sentido es relevante avanzar en las medidas que permitan aumentar la producción de cobre y litio, donde claramente el país está atrasado. Además es clave que a la brevedad se tenga una agenda de probidad 3.0 que apunte a evitar nuevos casos de corrupción con recursos públicos restableciendo la concursabilidad, la transparencia y las rendiciones de cuenta exhaustivas con los fondos públicos, especialmente en la ley de presupuestos 2024.
Chile espera que se inicie un ciclo de políticas virtuosas sustentadas en el diálogo y en los acuerdos transversales, pero eso exige que los actores políticos escuchen ese llamado ciudadano y que nuevo Gabinete haga su pega.