La ciudadanía está bombardeada por una multiplicidad de encuestas presidenciales, especialmente los fines de semana; pero ya hace algunas semanas que el panorama presidencial se ha ido aclarando en torno a cuatro candidaturas y pareciera que de cara al 16 de noviembre se presenta un panorama relativamente estable de que existan dos candidaturas con las mayores opciones de pasar a segunda vuelta las de Kast y Jara y las otras dos candidaturas de Matthei y Parisi, están lejanas aún de poder amenazar este probable balotaje. Incluso algunos analistas ya alertan de posibles estancamientos -de las candidaturas presidenciales que lideran la carrera- en torno al 30% y la pregunta es si podrán romper ese techo de cara a la primera vuelta de noviembre.
Por esa razón la inquietud política y comunicacional se ha trasladado a la negociación parlamentaria, donde la ultra izquierda y la centro izquierda con el apoyo de la DC parece converger en torno a una sólo lista única parlamentaria -a pesar de reclamos de partidos chicos como FRV y Acción Humanista-lo que aumenta notablemente la elegibilidad de su lista común; lo que está generando un escenario de mayor presión hacia la ultra derecha y la centro derecha por construir una lista común, en especial lo que más reclama esa unidad es la UDI quién puede ser el partido de derecha más perjudicado por los candidatos de la lista de la ultraderecha, denominado Cambio por Chile.
El poder empresarial y del dinero habló rudo los últimos días, exigiendo lista única y otro líder empresarial se hizo cargo de la campaña de Matthei; pero a pesar de esas señales empresariales la lista de la ultraderecha, republicanos, los social cristianos y los libertarios se inscribieron con 183 candidatos con fin de “impulsar desde el Congreso los cambios estructurales que Chile necesita desde 2026”. Esto ha sido leído como “un portazo” a la lista única de las derechas y la única posibilidad existente son los pactos por omisión en lo parlamentario.
Esta verdadera batalla en las derechas está preocupando a analistas serios de su sector que ven que “nunca antes se habían encontrado tan bien aspectado de cara a una presidencial”, pero que observan que las dirigencias de las derechas se están farreando este escenario auspicioso porque no calibran lo díficil que es gobernar hoy en Chile y afirman en el espacio mercurial que ninguna de las derechas están “dando el ancho”.
Lo que ocurre en ChileVamos y el post piñerismo es “una situación trágica” ya que “sólo parecen estar en condiciones de disputar el tercer lugar” y solo los mueve “evitar el naufragio”.
En la otra vereda de las derechas como es la ultraderecha republicana, social cristiana y nacional libertaria solo están empeñados en ganar la hegemonía del sector, pero parecieran querer gobernar en solitario y no tienen ningún interés de gobernar en coalición lo cual “sería un total y completo desastre”
A esta confesión de partes de un influyente intelectual de derecha pareciera que se instala en el debate público la importancia de la gobernabilidad, la capacidad de estructurar un programa cumplible que responda a las urgencias de la ciudadanía y que existan liderazgos presidenciales que se hagan cargo de estos déficits políticos que están afectando a la democracia.
Hace rato que los gobernantes carecen de coaliciones que los respalden y de acuerdos transversales que permitan construir políticas de Estado que trasciendan los gobiernos de turno que es la única manera de abordar la resolución de los problemas de la seguridad, el crecimiento, la educación y la salud.
Pareciera que en estos 3 meses el desafío es ver si tenemos o no esos liderazgos que construyan gobernabilidad democrática.
Editorial Cambio21. La Gobernalidad democràtica es el desafìo


