Durante las obras de construcción del proyecto de viviendas sociales “Jardines de Esmeralda” en Colina, Región Metropolitana, se descubrieron 30 cuerpos pertenecientes a la Cultura Bato, que se desarrolló en el litoral central y en los valles de los ríos Petorca y Maipo entre el 300 y el 1.000 DC.
Este hallazgo es bastante inusual, esto, ya que esta civilización no solía enterrar a más de un puñado de cuerpos en un mismo lugar.
Lo anterior indicaría, de acuerdo a lo recogido por LUN, que el sitio arqueológico pudo haber sido habitado por un grupo familiar numeroso o que era reocupado con frecuencia.
“O acá vivía un grupo familiar muy grande, muy amplio, y en poco tiempo se produjeron bastantes muertes, o el lugar tiene una reocupación superimportante. Es decir, que volvían ahí con mucha frecuencia”, explicó al medio citado Goran Mimica, arqueólogo de la empresa GMC Ambiental.
En detalle, los restos fueron encontrados en posición fetal y sin objetos funerarios, pero se hallaron, también, evidencias de materialidad doméstica, como fragmentos de cerámica y herramientas.
El proceso de rescate de los cuerpos implica una excavación cuidadosa y la posterior limpieza y análisis en laboratorio para determinar la datación, el estado de salud, las posibles causas de muerte y otros aspectos de interés arqueológico.
“Tienen más de mil años enterrados ahí los pobrecitos. Entonces los huesos se van debilitando. Los tocas y se fragmentan”, expuso Mimica, quien expuso que tras la extracción de los cuerpos, “viene un período de análisis, más científico, en laboratorio”.
“A los mismos esqueletos podemos hacerles Carbono 14, que nos va a indicar la fecha exacta de la época en que vivieron. Se les puede hacer pruebas de isótopos, para ver de qué se alimentaban. Se les puede ver sus dientecitos, si tienen caries, cosas así. Si tienen una fractura, ¿fue cuando estaba vivo y el hueso se reparó por sí solo?”, agregó.