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Especial Cambio21: El estallido social sin solución después de más de 30 días: Cómo calmar el enojo y la rabia popular

Por Teresa Frías

Los analistas coinciden en que uno de los principales motivos es la inmensa desigualdad que se ha venido produciendo por años, pero también se ha incubado una tremenda frustración por promesas incumplidas por diversos sectores, políticas abusivas en salud, previsión y educación, entre otros.

El pasado 6 de octubre fue el día de inicio de la furia ciudadana. Aquel día comenzaban a regir las nuevas tarifas del transporte público en la capital. El pasaje de Metro llegaba a $830 en horario punta, a $750 en horario valle y en periodo bajo a $640 ($30 menos).

Ya han pasado más de 30 días y aún no existe una solución concreta. Si bien el gobierno ha entregado un paquete de medidas sociales, estas parecieran no calzar con lo que la ciudadanía exige. Como el cambio al modelo de las AFP, subir sin condiciones el sueldo mínimo, entre otras medidas.

Ingreso mínimo garantizado de $350 mil, frenar alza de la electricidad e implementar un mecanismo de estabilización de los precios de este servicio, y la creación de un nuevo tramo en el Impuesto Global Complementario de 40% para las rentas mensuales sobre los $8 millones, fueron algunas de las medidas de la llamada “agenda social” anunciada por el Presidente.

Sin embargo, en opinión de expertos aún se trata de medidas insuficientes, algunas de las cuales apuntan en la dirección correcta, pero que en general no abordan algunas demandas clave de las movilizaciones.

Lo otro,  y pese a que hubo un cambio de gabinete, este no dejó a nadie conforme. Porque no sólo desarmó su círculo de hierro sacando a Andrés Chadwick y moviendo de ministerio a Cecilia Pérez, si no que no se preocupó realmente de las necesidades sociales.
  
El estado de excepción y los militares a la calle

Al segundo día de protestas, en vez de calmar los ánimos, el Presidente Sebastián Piñera le prendió más fuego a la hoguera decretando Estado de Excepción de Emergencia en las provincias de Santiago y Chacabuco, y en las comunas de Puente Alto y San Bernardo. En ese entonces dejó al general Javier Iturriaga del Campo como jefe de la Defensa Nacional. El Ejército comienzaba a patrullar las calles de Santiago tras tomar el control de la seguridad. Se registran hasta ese momento más de 300 detenidos.

Ciudades como Santiago, Valparaíso y Concepción llevan días casi completamente paralizadas. Los pocos supermercados y farmacias abiertos están desabastecidos y desbordados, mientras que los servicios de transporte aún están sin dsar abasto.

Además, se sumaron los camioneros, con una movilización en contra del peaje (TAG) de las autopistas. Y lo hicieron bloqueando rutas y generando más caos.

¿Cuál balde apaga el incendio?

Nicolás Somma, académico del Instituto de Sociología de la Universidad Católica (UC), recuerda que esta no es la primera vez en la historia de Chile e incluso a nivel internacional, que ocurren este tipo de estallidos sociales, los cuales obedecen a diversas causas y que tienen un componente de difusión muy rápido en el tiempo entre distintos grupos sociales, volviéndose explosivos e impredecibles.

Pero, ¿cómo afecta a la sociedad y la convivencia entre pares lo ocurrido durante los últimos tres días en el país? Para Somma, “este tipo de crisis se solucionan en la medida que los gobiernos hacen concesiones. Pero, esto se dificulta cuando no existen voceros, líderes ni organizaciones que puedan generar diálogos con las autoridades, tal como recuerda que sucedió en las movilizaciones estudiantiles de 2011, donde había claros líderes con los que el Gobierno podía generar conversaciones. Sin embargo, en la medida que vayan apareciendo nuevos rostros, esto podría también comenzar a ocurrir”.

Por otro lado, Caridad Merino, socióloga y actual estudiante de Magíster en Políticas Públicas de la UC, llamó a cuidar el uso del lenguaje. "Lenguaje como los criminales o delincuentes hace perder de vista la humanidad, qué hay detrás de las personas, y cuando perdemos esa mirada perdemos también el trato humano y el otro ya no es una persona con una historia, sino que es una etiqueta", advirtió.

Para Somma, las repercusiones de los últimos hechos en las personas pueden ser por un lado positivas, ya que se genera cierta solidaridad o sensación de comunidad al hacer que la gente tenga que enfrentar un sentimiento de amenaza en una sociedad que en general confía poco en el vecino. "Esto da la oportunidad para que la gente y los vecinos conversen, para que las personas que viven en distintos barrios se pongan de acuerdo y se ayuden", agrega el sociólogo.

"También acuerdos para generar cierta vigilancia sobre lo que está pasando en la zona y prevenir, todo eso puede generar un sentimiento de solidaridad que yo creo que es más bien una cosa momentánea probablemente que cuando la situación se normalice eso ya va a desaparecer", señala Somma.

 Sin embargo, también hay un lado negativo, que para el académico a nivel macro puede generar una polarización en torno al orden, seguridad y de la "mano dura", con la que "es probable que los políticos vayan a sacar un rédito electoral de esto, y que por otra parte los políticos que tiene una visión distinta también vayan a sacar beneficios políticos", señala.

"Eso genera un cribaje entre los manos dura y los más 'permisivos', o los que piensan que esto hay que tratarlo de otra manera. En la medida que eso se canalice electoralmente y dé lugar a soluciones colectivas yo creo que es positivo, pero en la medida en que eso se quede en un enfrentamiento entre la población es obviamente algo que nadie quiere", advierte Somma.

Pero el sociólogo ve el escenario actual de la sociedad chilena como una mezcla positiva y negativa, donde se ven las dos caras. "Si uno compara esto con lo que pasó después del terremoto (2010) yo creo que se vieron ambas caras. Hubo mucha solidaridad, mucho pensar en el vecino, pero también hubo el lado oscuro de los saqueos a los supermercados", señala Somma.

El sociólogo recomienda retomar, en la medida que hayan condiciones de seguridad y no exponiéndose a riesgos innecesarios, la vida cotidiana y empezar a volver a circular por las calles, volver a los trabajos, etc. "A medida que la población se repliegue en sus casas la ciudad se convierte en una ciudad fantasma que aumenta las oportunidades para que haya saqueos, vandalismo, etcétera", señala Somma.

Por su parte, Marco Moreno, académico de la Universidad Central aseguró que “la reacción de este Gobierno frente a esta crisis ha tenido la característica de ser un poco atrasada respecto a las decisiones que debía haber tomado”.

Sin embargo, Moreno alertó, que hay que tener en cuenta que la masiva remoción del conjunto de titulares ministeriales por sí solo no resuelve  el problema en Chile, donde las protestas violentas se han suscitado durante más de una semana.

Para Moreno estas multitudinarias movilizaciones “muestran el alto grado de indignación de la población hacia las políticas neoliberales del Gobierno”, agregando que “para que haya soluciones tienen que haber “actores legitimados” y un diálogo político”

El historiador Alejandro San Francisco sostiene que el origen de este estallido es plural y que no se puede ver una sola causa, “hay una mezcla de factores económicos, políticos y sociales que en la práctica configuran un escenario de rebeldía popular y un ambiente de tensión que es novedoso. El problema puntual fue el alza de los pasajes, pero que tiene que ver con un problema mayor que son las dificultades para llegar a fin de mes, el costo de la vida, comparado con los sueldos y las expectativas de las personas, hace que cualquier alza para una familia de tres o cuatro  personas sea un costo que es difícil de asumir”.
 
En segundo lugar plantea que en estos últimos años, a diferencia de los 90 ha  habido una cultura de movilización. “En los 90 hubo una desmovilización de la sociedad, pero desde el 2006 con el movimiento de los pinguinos, el 2011 con los universitarios, la movilización estudiantil, incluso con el movimiento feminista del año pasado y en esta ocasión también, hay una cultura de movilización que es bastante más ostensible”.
 
Otro factor que señala es el hecho que haya un gobierno de centro derecha, argumentando que los gobiernos de centro izquierda tienen menos movilización, porque al menos políticamente este tipo de movilizaciones son más de la izquierda.