Malos días para la ultra derecha latinoamericana. Por Alfredo Peña R, periodista y cientista



El fenómeno del crecimiento electoral de la ultraderecha por la vía de las votaciones demócraticas es un hecho inédito en América Latina. Esta semana el mundo de la ultraderecha está sufriendo duros reveses como la fuerte y estrepitosa derrota del proyecto político de Javier Milei -La Libertad Avanza- en la provincia de Buenos Aires a manos del tradicional partido peronista, quién liderado por Axel Kicillof -seguro candidato presidencial para 2026- ha capitalizado este triunfo electoral.
Hay consenso que la derrota del ultra derechsita Javier Milei en estas elecciones (47% de los peronistas versus 34% de los seguidores de Milei) se origina porque no ha cumplido sus promesas de campaña, la situación de pobreza sigue siendo alta (más de un tercio de la población), los escándalos de corrupción golpearon su línea de flotación política y personal e hizo poco creible su discurso “contra la casta que se aprovechaba del Estado para beneficio propio” y las urnas le señalaron -como lo planteó Kiciloff- que “no se le puede pegar a los jubilados, las urnas gritaron que no se puede desfinanciar ni la salud ni la educación en Argentina”.
Fue la gente que apoyó a Milei ante un mal gobierno peronista que encabezó Alberto Fernández, la que habló ahora en las urnas contra una mala gestión del excéntrico extremista de derecha Javier Milei.
En Brasil y de manera inédita los Tribunales de Justicia condenaron al exPresidente ultra derechista Jair Bolsonaro por una mayoría de cuatro jueces de cinco que Bolsonaro es culpable de intento de golpe de Estado y otros delitos, entre ellos intentar asesinar al Presidente Lula, en una decisión histórica. Bolsonaro fue acusado de encabezar una conspiración para desacreditar el sistema electoral brasileño, atacar instituciones y desconocer el veredicto de las urnas en enero del 2023.
La comunidad internacional fue testigo como miles de simpatizantes de Bolsonaro invadieron las tres sedes de los poderes en Brasilia el 8 de enero de 2023 demandando un golpe de Estado que nunca llegó.
La ultraderecha y en especial estos liderazgos de Milei y Bolsonaro -amigos personales del candidato chileno José Antonio Kast- han jugado al límite en desmedro de las instituciones democráticas, su estilo odioso, avasallador y polarizante amenazan la convivencia democrática.
Lo ocurrido esta última semana revela que el electorado como el de la provincia de Buenos Aires y las instituciones judiciales como en Brasil terminan rechazando estas prácticas autoritarias; que al final solo terminan apoyadas por las amenazas de Donald Trump y Marco Rubio.
En Chile ya vemos que sus representantes como Kast y Kaiser terminan estancándose en las encuestas porque la gente percibe que sus promesas son incumplibles (como el recorte fiscal de US$ 6.000 millones en 18 meses)) o son un retroceso para los pensionados (como propuesta Chao Préstamo que desfinancia el pago permanente del Bono por Años Cotizados recientemente legislados en ley previsional). En Chile la gente empieza a percibir que las opciones de Kast y Kaiser son promesas irrealizables, que carecen de racionalidad técnica y sólo traen un clima de odio y polarización que ya sabemos por nuestra historia que no traen progreso ni equidad a nuestra convivencia social.
Chile necesita acuerdos para crecer, para ser un país más seguro y eso no lo genera liderazgos extremistas.