El sacerdote a cargo de la Parroquia San Cayetano de La Legua, Gerard Ouisse, denunció haber sido víctima de una serie de amenazas de muerte, hecho que se dio a conocer por redes sociales durante la última jornada.

 

Ouisse, que lleva casi 14 años en ese rol, relató lo ocurrido a su círculo cercano el 17 de septiembre, en la noche previa a su cumpleaños.

 

Hace 10 años el párroco fue acusado de haber denunciado a un clan tras una serie de detenciones, lo que derivó incluso en disparos hacia la parroquia. Sin embargo, otro grupo narco lo defendió y anunció represalias en caso de que se repitieran los ataques

 

El sacerdote francés indicó que "lo que ocurrió es que una noche traficantes habían anunciado una orden para venir a suprimirme, que había un sicario que iba a hacerlo. Lo supo la PDI, pero me negué a la protección con un policía cerca de mí, porque lo había vivido y no quería empezar de nuevo".

 

"Yo trato de tener una vida normal, haciendo todo lo que yo tengo que hacer como sacerdote", dijo a radio Cooperativa.

 

 

Por su parte, el capellán del Hogar de Cristo, Pablo Walker, confirmó que el párroco está amenazado de muerte.

 

Walker dijo que, la noche anterior al cumpleaños del religioso, el 16 de septiembre, alguien "había llegado a su puerta para decirle que había un sicario designado para quitarle la vida".

 

Según el capellán, Ouisse "pone su mayor confianza de protección en la comunidad" de la población.

 

El representante del Hogar de Cristo aseguró que las amenazas nacen porque los religiosos que llegan a los lugares conflictivos entregan herramientas para que los jóvenes no sigan el camino del narcotráfico.

 

"Jamás ha denunciado a nadie. No es ‘sapo’. Todos los que trabajamos en poblaciones tenemos esa decisión: jamás vamos a dar ningún nombre y ninguna dirección", afirmó.

 

Por su parte, el alcalde de San Joaquín, Sergio Echeverría, declaró a Cambio21 que “el padre Gerard Ouisse, del cual yo me siento muy cercano, es una persona que siempre ha luchado por levantar la voz para pedir que La Legua deje de ser un barrio de violencia y sea de paz. Y no es primera vez que el padre Ouisse es objeto de amenazas de parte de narcotraficantes que amenazan su vida”.

 

“En algunos momentos el padre también ha contado con protección especial y es algo realmente denigrante, porque el padre lo único que ha hecho es buscar la paz, la no violencia, y luchar por los más desposeídos, entonces esto habla de la irracionalidad de los narcotraficantes de querer amenazarlo”, puntualizó el jefe edilicio.

 

Además, Echeverría puntualizó que “solo tengo palabras de apoyo, y que goza de toda nuestra admiración y ojalá esta cadena que se está dando en las redes sociales inhiban a los que pretenden amenazar al padre Gerard”.

 

Por último, la autoridad comunal dijo que “el padre Gerard es una de las personas más valientes al denunciar este tipo de cosas. No es posible que el Estado de Chile no use una vía de cuidar la  integridad de las personas que viven ahí como el padre”, agregando que “el tema de la violencia es un tema de Estado, que ellos debieran resolverlo, pero aquí el padre es quien hace todo lo posible para acabar con ella, espero que las amenazas queden en nada y que no se concreten. Es lamentable, porque es una persona de paz y no de violencia”.

 

 

En 2002 el sacerdote francés Gerard Ouisse llegó a hacerse cargo de la parroquia San Cayetano, de La Legua. Venía con dieciséis años de experiencia en el cuerpo trabajando con la comunidad de la población José María Caro, ubicada en la comuna de Lo Espejo. Su objetivo de vida ha sido ese: la obediencia, el voto de pobreza y vivir entre la gente que más lo necesita, en las poblaciones.

 

Hace unos meses, en una entrevista a La Tercera, contó que “como en otras poblaciones, hay mucha droga. En algún momento dije: hemos perdido la batalla contra la droga. También están las armas. Hace poco mataron a alguien, tuvimos cuatro días de balaceras y hubo que cerrar los colegios. Uno de los problemas de la droga es que algunos niños empiezan temprano con la marihuana; la marihuana que hay acá está mezclada, se hacen adictos y continúan con otras drogas. Vemos a niños que empiezan a los 11 o 12 años. Después (los narcotraficantes) los utilizan como burreros y como soldados de sus negocios".