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Por qué no son denunciados los violadores: la culpa y la vergüenza de las víctimas

La actual situación que vive la iglesia católica sin lugar a dudas es compleja. La actitud defensiva que demostró el papa Francisco en su visita a Chile y la liviandad con que el obispo Juan Barros se toma las serias acusaciones en su contra han hecho que la opinión ciudadana sea crítica.
 
El análisis no resiste una doble lectura: la población, religiosa y laica, se encuentra dividida. Posturas antagónicas que se sustentan con nuevos testimonios que siguen hundiendo a diversos sectores de la iglesia católica.
 
Abusos y violaciones
 
Un nuevo reportaje de Canal 13 causó conmoción cuando presentó testimonios de víctimas de abusos y de violaciones sexuales por parte de sacerdotes que fueron profesores en el Colegio Alonso de Ercilla, perteneciente a la segunda congregación educacional más importante del país, los Hermanos Maristas.
 
Recuerdos de crudeza, de vejámenes, de abuso sexual y psicológico por parte de más de un sacerdote, y la frialdad con que la congregación silenció las denuncias y defendió a los culpables. Todo esto ocurrido en las décadas de los 70 y 80.
 
Otro elemento que puede sumarse a los testimonios anteriores es la queja pública que hizo el comunicador José Miguel Viñuela, quien en el programa “Mucho Gusto”, explicó que cuando era estudiante algunos sacerdotes abusaban de compañeros e incurrían en conductas impropias.
 
Viñuela confesó que cuando cursaba séptimo básico en un colegio jesuita, en un una casa de retiro del colegio, un sacerdote los invitaba a bañarse desnudos en una piscina. Estando en el agua, el cura les sacaba fotos. “Algunas de estas él las ponía en el diario mural, las divertidas, las que se podían ver, y las otras ustedes se imaginarán dónde las tenía", aseguró.
 
Por qué después de tanto tiempo
 
Una constante en la gran mayoría de las denuncias es el largo periodo de tiempo que transcurre entre el abuso y la acusación. Una situación que no todos consiguen entender. ¿Por qué se espera tanto tiempo?
 
“En situaciones en las que el perpetrador tiene mucho poder, las víctimas pueden pensar que su testimonio no será creído”, dijo el psicólogo Andrés Morales.
 
Este miedo radica en que “la probabilidad de que tu testimonio sea puesto en duda es muy alta. Hemos visto muchas veces a víctimas que han tenido el coraje de denunciar a sus agresores y han sido revictimizadas por aquellos que las culpan de lo que pasó”, agrega el profesional.
 
Uno de los problemas de mayor gravedad es cuando el abuso sucede en la niñez, puesto que está asociado con culpa y vergüenza. “Si el abuso vino de algún miembro de la familia o alguien de la familia, ¿A quién acudes? A menudo hay muchas barreras desde un punto de vista psicológico que explican por qué las víctimas no confiesan", dijo.
 
 
Sin embargo, para el psicólogo, la situación puede cambiar drásticamente después de hacer la denuncia, porque "ver a alguien confesar el delito da coraje a otras víctimas, esperanza de que su testimonio será tenido en cuenta y les ayuda a saber que no están solas", aseguró.
 
El psicólogo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano Jorge Cifuentes, habla de que existirían motivos que inhiben a las víctimas a presentar una denuncia de abuso o violación sexual.
 
Algunos elementos pueden ser “no ver sentido al hecho de denunciarlo, esto porque hay víctimas que tienden a minimizar los hechos para evitar vivirlos como algo grave y para evitar la estigmatización inherente a la condición de víctimas. La represión del recuerdo y la experiencia negativa en revelaciones anteriores durante la infancia suelen ser otro elemento que incide con fuerzas”, comenta.
 
“No sentirse emocionalmente preparado. Muchos afectados sienten que la situación de abuso es un asunto íntimo y personal o tienen un sentimiento de culpa y vergüenza. Temor a la reacción negativa y a las represalias del agresor o del entorno familiar, y, la negación de la existencia del abuso por parte del entorno familiar”, describió el psicólogo.