El proyecto de ley corta sobre pilar solidario del Gobierno del Presidente Piñera surge de un nuevo acuerdo Gobierno Oposición en el Senado donde nuevamente ambos renuncian a regular el modelo AFP, manteniendo la tónica de los últimos 30 años respecto del modelo previsional privado y ello no obstante, en el caso de la oposición, ser mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Nación.
La oposición parece cómoda con el modelo previsional privado, pues no se entiende de otra forma que después de todo lo que ha pasado en Chile no obtuviera para quienes dice representar (grupos vulnerables, trabajadores y clase media en general) absolutamente nada de dicho acuerdo de pensiones.
En efecto, la minoría, sin legitimación de ejercicio alguna, que representa Piñera y su Gobierno impusieron sus términos sin ningún contrapeso. Tanto así que no cedieron siquiera a la exigencia, de toda justicia de la oposición, de mejora de la pensión básica solidaria (PBS), vía ley de presupuesto, en un 50% y con carácter universal e inmediato, incluso cuando tal planteamiento tenía respaldo transversal y había sido levantado por parlamentarios del propio oficialismo.
Así, un Presidente Piñera deslegitimado e impopular, y con malos argumentos, impuso el camino de una ley corta que continua discriminando por edad, al igual que en su proyecto original de pensiones, que posterga la universalidad y establece una gradualidad impropia con vicios de inconstitucionalidad.
La falta de toda muñeca política o la manifiesta conformidad con el modelo parecen ser tal que la oposición ni siquiera fue capaz de obtener el más mínimo de los logros que toda negociación reserva para las partes. Salvo la Senadora Ximena Rincón, que no por el trabajo mancomunado y vínculo de hermanos destaco, nadie fue capaz de colocar un sólo aspecto de regulación al sistema de AFP, quedando todos diluidos en la euforia, sin lógica ni sentido práctico alguno, de los supuestos logros en materia de medicamentos y transportes que el acuerdo consigna y mezcla con pensiones en términos bastante burdos.
¿Cómo un sector político, como la oposición, cuyos votos son esenciales para la aprobación de cualquier ley por el bloque gobernante, cede total y absolutamente en un proyecto de ley tan sensible para el país, al punto de ni siquiera exigir en la negociación la prohibición de la inmoral práctica de la declaración y no pago de las cotizaciones previsionales de los trabajadores de Chile ? ¿Cómo este sector político realiza tal concesión en medio, además, de una agenda anti saqueos del oficialismo que, por cierto, excluye los de cuello y corbata ?
Parece ser más importante el estar en la foto, aparecer en primera fila, colocar la firma, que salvaguardar los legítimos intereses de quienes les han otorgado un mandato de representación legislativa ? Todo indica que así es, siguiendo el mismo patrón que el primario y feble Acuerdo por La Paz y una Nueva Constitución les involucrara.
La gran diferencia dirán los defensores de este actuar está en que aquí la oposición se ha reservado conscientemente, pero de ser así con ingenuidad increíble, para el debate de fondo en el proyecto de ley inicial de reforma del sistema de pensiones, pretendiendo ahí, esperamos, hacer lo que claramente dejaron de hacer en el acuerdo de pensiones.
Explicaciones varias parecen ser la tónica para una oposición que no está cumpliendo su rol, pues el debate de fondo no impedía, a lo menos, y conjuntamente con la ya dicho, implementar urgentemente herramientas para enfrentar en mejor forma la cesantía que se disparará en el corto plazo, y donde los actuales mal llamados beneficios previsionales, como la jubilación anticipada y el retiro de excedentes de libre disposición (ELD), podrían haberse convertido en una realidad al alcance de la mano y para alivio de miles de chilenos que la pasarán mal en los próximos meses y años.
Renunciar a lo dicho es a mi juicio no entender la magnitud de la crisis que en materia de cesantía enfrentará el país, desperdiciando, sin el más mínimo sentido de oportunidad, la posibilidad de generar mecanismos indirectos, pero eficaces, para la reactivación económica de Chile, pues tanto el retiro de ELD como la jubilación anticipada garantizan, sin costo fiscal alguno, una mayor liquidez, aumento del consumo de manera sostenida y sustentable y cierta tranquilidad y alivio a miles de hogares que no pueden esperar las disquisiciones y tiempos del proyecto de ley de reforma de pensiones del Gobierno a que apuesta, erradamente, la oposición.
A su turno el Presidente Piñera sigue demostrando que no quiere entrar al debate de fondo en materia de pensiones y que prefiere seguir girando a cuenta de la caja fiscal que exponer a los dueños de las AFP a tener que abrir la llave de los recursos que les pertenecen a los chilenos, y que, dicho sea de paso, esos verdaderos chilenos sí invertirían en Chile y no en el extranjero. Siendo, todo indica, esa la opción y la profunda convicción del Presidente Sebastián Piñera, qué importa (dirá él) ¿que la ley corta sobre pilar solidario se quede corta ?
La oposición parece cómoda con el modelo previsional privado, pues no se entiende de otra forma que después de todo lo que ha pasado en Chile no obtuviera para quienes dice representar (grupos vulnerables, trabajadores y clase media en general) absolutamente nada de dicho acuerdo de pensiones.
En efecto, la minoría, sin legitimación de ejercicio alguna, que representa Piñera y su Gobierno impusieron sus términos sin ningún contrapeso. Tanto así que no cedieron siquiera a la exigencia, de toda justicia de la oposición, de mejora de la pensión básica solidaria (PBS), vía ley de presupuesto, en un 50% y con carácter universal e inmediato, incluso cuando tal planteamiento tenía respaldo transversal y había sido levantado por parlamentarios del propio oficialismo.
Así, un Presidente Piñera deslegitimado e impopular, y con malos argumentos, impuso el camino de una ley corta que continua discriminando por edad, al igual que en su proyecto original de pensiones, que posterga la universalidad y establece una gradualidad impropia con vicios de inconstitucionalidad.
La falta de toda muñeca política o la manifiesta conformidad con el modelo parecen ser tal que la oposición ni siquiera fue capaz de obtener el más mínimo de los logros que toda negociación reserva para las partes. Salvo la Senadora Ximena Rincón, que no por el trabajo mancomunado y vínculo de hermanos destaco, nadie fue capaz de colocar un sólo aspecto de regulación al sistema de AFP, quedando todos diluidos en la euforia, sin lógica ni sentido práctico alguno, de los supuestos logros en materia de medicamentos y transportes que el acuerdo consigna y mezcla con pensiones en términos bastante burdos.
¿Cómo un sector político, como la oposición, cuyos votos son esenciales para la aprobación de cualquier ley por el bloque gobernante, cede total y absolutamente en un proyecto de ley tan sensible para el país, al punto de ni siquiera exigir en la negociación la prohibición de la inmoral práctica de la declaración y no pago de las cotizaciones previsionales de los trabajadores de Chile ? ¿Cómo este sector político realiza tal concesión en medio, además, de una agenda anti saqueos del oficialismo que, por cierto, excluye los de cuello y corbata ?
Parece ser más importante el estar en la foto, aparecer en primera fila, colocar la firma, que salvaguardar los legítimos intereses de quienes les han otorgado un mandato de representación legislativa ? Todo indica que así es, siguiendo el mismo patrón que el primario y feble Acuerdo por La Paz y una Nueva Constitución les involucrara.
La gran diferencia dirán los defensores de este actuar está en que aquí la oposición se ha reservado conscientemente, pero de ser así con ingenuidad increíble, para el debate de fondo en el proyecto de ley inicial de reforma del sistema de pensiones, pretendiendo ahí, esperamos, hacer lo que claramente dejaron de hacer en el acuerdo de pensiones.
Explicaciones varias parecen ser la tónica para una oposición que no está cumpliendo su rol, pues el debate de fondo no impedía, a lo menos, y conjuntamente con la ya dicho, implementar urgentemente herramientas para enfrentar en mejor forma la cesantía que se disparará en el corto plazo, y donde los actuales mal llamados beneficios previsionales, como la jubilación anticipada y el retiro de excedentes de libre disposición (ELD), podrían haberse convertido en una realidad al alcance de la mano y para alivio de miles de chilenos que la pasarán mal en los próximos meses y años.
Renunciar a lo dicho es a mi juicio no entender la magnitud de la crisis que en materia de cesantía enfrentará el país, desperdiciando, sin el más mínimo sentido de oportunidad, la posibilidad de generar mecanismos indirectos, pero eficaces, para la reactivación económica de Chile, pues tanto el retiro de ELD como la jubilación anticipada garantizan, sin costo fiscal alguno, una mayor liquidez, aumento del consumo de manera sostenida y sustentable y cierta tranquilidad y alivio a miles de hogares que no pueden esperar las disquisiciones y tiempos del proyecto de ley de reforma de pensiones del Gobierno a que apuesta, erradamente, la oposición.
A su turno el Presidente Piñera sigue demostrando que no quiere entrar al debate de fondo en materia de pensiones y que prefiere seguir girando a cuenta de la caja fiscal que exponer a los dueños de las AFP a tener que abrir la llave de los recursos que les pertenecen a los chilenos, y que, dicho sea de paso, esos verdaderos chilenos sí invertirían en Chile y no en el extranjero. Siendo, todo indica, esa la opción y la profunda convicción del Presidente Sebastián Piñera, qué importa (dirá él) ¿que la ley corta sobre pilar solidario se quede corta ?