Por María Cristina Prudant
El sacerdote Percival Cowley de la congregación de los Sagrados Corazones, ex capellán de La Moneda, es un tanto atípico para ser cura. Dice las cosas a la cara y por su nombre, no acostumbra a adornar lo que dice, es directo y así es como ha enfrentado algunos de los problemas de la iglesia chilena en el último tiempo.
Fue uno de los primeros en escuchar a las víctimas de Fernando Karadima, párroco de la Parroquia El Bosque. James Hamilton recurrió a él y le contó todo lo que le había pasado. Al tiempo se encontró con el joven y como le contó que no había pasado nada con sus denuncias, tomó el toro por las astas y fue a hablar directo con el cardenal Francisco Javier Errázuriz para plantearle la situación de Hamilton y la respuesta de Errázuriz fue :“esto es una mentira”. Entonces, el sacerdote entendió que “me trató de mentiroso”.
También pidió intervenir la parroquia El Bosque porque algo le parecía que no andaba bien, incluso mandó una carta a El Mercurio que fue censurada. Trató que se supiera lo que era un secreto a voces. En su opinión, Errázuriz no quiso verse involucrado en los líos de Karadima.
A raíz de los últimos acontecimientos que ha están ocurriendo con la iglesia católica chilena, Cambio21 conversó con el padre Percival Cowley.
¿Cuáles son sus expectativas respecto al encuentro del Papa Francisco con los obispos chilenos?.
Lo primero es que tengo muchas expectativas, pero no quisiera dejarme llevar por ilusiones. Los procedimientos de la iglesia de suyo no son todos muy rápidos. Tiene que tomar decisiones y en ocasiones necesita tomarse su tiempo. Ahora, bien, frente a las cosas que han ocurrido hay dos cuestiones que a mí me parecen que son capitales. Lo primero es que tiene que haber una decisión en este minuto que viene respecto a lo que el Papa diga en relación a lo que ha ocurrido en nuestro país, en la Iglesia en Chile, tiene que ser una palabra que sea fuerte.
De alguna manera responda a las expectativas de mucha gente, pero de todas maneras pienso que eso mismo, que puede ser una palabra fuerte inicial no necesariamente va a estar poniendo el interés y el cambio necesario que requiere de suyo más tiempo porque en el fondo el tema más radical, que está adelante como desafío es un cambio de la Iglesia como tal y en todos nosotros por lo mismo. Lo esencial que está en juego es una conversión del corazón y esto significa ponerse al borde y adentrarse en el mismo evangelio de Jesús. Lo que eso significa como buena noticia teniendo ciertamente presente la promesa que él mismo nos hizo: estaré con ustedes hasta el fin del tiempo y yo creo que podemos confiar en eso, pero se tomará un tiempo mayor. Tal vez por eso el Papa habló de medidas a corto, mediano y largo plazo.
Posiblemente haya una manifestación clara respecto de la mirada que la Iglesia está llamada a tener sobre lo que ha estado ocurriendo, pero luego en el mediano y largo plazo podrá haber cosas más de fondo, más definitivas y en el fondo como digo se requiere de una conversión del corazón de cada uno de los que pretendemos ser parte del pueblo de Dios.
¿Usted cree que después de la visita del Papa a nuestro país que , al parecer, no fue satisfactoria para él, piensa que viene un cambio en la Iglesia chilena?
Creo que Dios escribe derecho con líneas torcidas. Y la visita del Papa a Chile fue un desastre. Pero eso mismo es lo que ha permitido abrir los ojos y provocó la concreción de un cierto proceso. Y ese proceso está provocando una cierta apertura a la acción del espíritu Santo. Y esta reunión de los obispos chilenos con el Papa, no es por rara coincidencia, sino que creo yo es una cosas que se puede mirar como providencial. Se produce justo en la fiesta de la ascensión del señor y Pentecostés, entonces uno puede volver a ponerse en las manos del señor y pedirle que su espíritu sea el que nos ilumine y se nos dé vuelta el pastel porque estas cosas no se arreglan puras medidas que provengan de la inteligencia o racionalidad humana. Hay que estar disponible a lo que el señor diga y a la manera como él lo expresa y esa es mi esperanza.
¿Cree usted que en la Iglesia católica chilena hay responsables de lo que ha pasado?
No cabe duda. Creo que la lucidez que hay hoy día que no existió ayer es patente.
¿A quiénes les asignaría más responsabilidad?
Gracias a Dios no me toca a mí eso.
¿Usted cree que amerita que el Papa tome decisiones claras respecto a los abusos cometidos, a la situación de Karadima para que los chilenos vuelvan a creer en su Iglesia?
Bueno, hay necesidad de alguna acción fuerte del Papa ahora como lo más inmediato que en el fondo nos ayude a responder a las expectativas de tantos y tantos hermanos. Creo que para mi eso es claro, ahora que suceda no es mi resorte.
¿Cuál es su opinión respecto a la situación del obispo Juan Barros?
Mi opinión fundamental en esta materia es que dejando de lado, por un momento, cualquier abuso o complicidad con abuso, a mí me basta mirar lo que hizo monseñor Barros durante la visita del Papa a Chile para pensar que es un varón, que podrá ser muy buena persona, pero no tiene criterios porque la forma como actuó, del modo como ocupó la pantalla, de la manera como dejó en un segundo lugar a la visita del Papa ,esa es una cuestión que da cuenta de que el hombre carece de criterio para poder guiar a una iglesia como la de Osorno o cualquiera otra.