Oh I'm just counting

Salidas a la crisis: plebiscito o elecciones anticipadas. Por Ricardo Hormazábal S. Abogado

La crisis de gobernabilidad se prolonga ya por casi por un mes. Se ha profundizado la sensación de inseguridad entre todos los habitantes, incluidos la abrumadora mayoría que apoyamos las diversas demandas ciudadanas. También constatamos la incapacidad de las elites políticas para canalizar estas peticiones con la urgencia necesaria. La injusticia social busca refugiarse, una vez más, en el orden, ese que la doctrina social de la Iglesia Católica define como la violencia institucionalizada o el desorden establecido.

No necesitamos emplazamientos para criticar la violencia. Tenemos una historia personal que lo demuestra, así como el ejemplo de millones de chilenos que les damos respuesta marchando y protestando pacíficamente, repudiando y enfrentando, cuando se puede, a los minúsculos grupos anarquistas y delincuentes comunes que se aprovechan de la conmoción.

El 26 de noviembre de 2013, el Papa Francisco publicó Evangelii Gaudium. En ese texto, expresó su rechazo a “una economía de la exclusión”, a “la nueva idolatría del dinero”, a “un dinero que gobierna en lugar de servir” y a “la inequidad que genera violencia”. “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata”, aseguró. El Santo Padre también atacó que todo entre en el juego de la competencia y de la ley del más fuerte, ya que esto ha llevado a que muchos sean excluidos. “Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además, se promueve”.

El Mercurio del domingo 10.11.2019, publicó una entrevista a Paul Romer, Premio Nobel Economía 2018, algunas opiniones que cito: “Chile como muchos países que han adoptado la ideología neoliberal, no ha hecho el tipo de inversiones que se requieren para tener un gobierno efectivo.” En otro párrafo agrega: “Es un error pensar que en Chile la situación es sólo de ley y orden, y que con un gobierno que aplique mano dura basta”. Y algo destaca de su entrevista: “Se necesitan nuevos líderes”. Y, en mi opinión, lamentablemente, en el “mercado chileno”, esa es una mercadería muy escasa.

Los datos duros

Diversas encuestas ratifican que la ciudadanía no tiene confianza en el Presidente Piñera. Una empresa de encuestas muy cercana al propio Presidente le otorga sólo un 13 % de respaldo.  Es cierto, también, que el desprestigio de los partidos viejos y nuevos es colosal. Menos del 4% de los encuestados confían en ellos, a pesar de las ahora diligentes propuestas para rebajar la dieta, reducir el número de parlamentarios y otras medidas que no atacan el fondo del modelo.  Según una encuesta de Termómetro Social realizada entre el martes 29 y el 1 de noviembre, más del 70% sostiene que tanto el Presidente como el Congreso Nacional no están dispuestos a reconocer el conflicto real y contestar las demandas.

Tomic nos señalaba en los años sesenta lo que él llamaba la crisis de la democracia representativa, el alejamiento de los representantes respecto de los representados, cuestión que fue promovida expresamente por el neoliberalismo concertacionistas, que logró un rol decisivo en la DC, el PS, el PPD y el PR. El libro de Carlos Huneeus sobre la Democracia semisoberana en Chile es lectura obligada en este aspecto.

Cierto, hubo importantes avances sobre todo en la disminución de la pobreza dura, otros avances sociales importantes y, sobre todo, en la convivencia democrática. Pero también, se lograron acuerdos con la derecha para desmovilizar al mundo social, debilitar los partidos y fortalecer una cultura transversal de individualismo entre los chilenos. Las AFP, las ISAPRES, las privatizaciones de las empresas sanitarias, eléctricas, de comunicaciones y la cultura usuraria en las empresas financieras han tenido respaldo transversal, a pesar de sus fracasos brutales.

Nunca he olvidado a Mounier, que enseñaba que el espíritu burgués empapa todas las clases sociales.  Eso pasa hoy en Chile, agravado por la falta de liderazgos morales y políticos. El individualismo y la corrupción coexisten siempre en la vida del ser humano, pero a mi generación en la DC la afectó menos, por el ejemplo de los líderes que tuvimos. Leighton, Frei Montalva, Tomic, entre otros. Con un Patricio Aylwin que superó las expectativas previas. Se equivocaban, cierto, pero tenían estatura moral y política para cambiar de actitud. En cambio, nosotros los de entonces, ya no somos los mismos.

Hoy, el dinero, el poder mezquino, las ambiciones descontroladas, el neoliberalismo en lo filosófico, y económico, creció descontroladamente, a lo que se sumó la crisis brutal del marxismo leninismo.  Muchos promotores de esas doctrinas se hicieron fácilmente liberales por razones filosóficas, los menos, el materialismo común al Marxismo Leninismo, al Neo liberalismo y la corrupción un número mayor. Los partidos ya no tienen militantes, tienen clientela, verdaderos siervos de los señores feudales sean estos Alcaldes honestos o corruptos.

La presencia de agitadores extranjeros es una campaña de mentiras diseñada en USA. Trump está en eso, ayudado por Maduro y sus cómplices, que buscan el caos y vengarse de Piñera. Este hizo el torpe papel de protagonista en la frontera venezolana esperando un Golpe de ESTADO que fracasó. Ni Bolsonaro, ni Macri lo acompañaron en ese vergonzoso episodio.   Estoy seguro que hay agentes de seguridad, venezolanos activos, pero para espiar a los cientos de miles inmigrantes que han huido del desastre de Maduro. Así lo hacen los dictadores.

Pero la violencia está creada por la cultura del oportunismo, de la corrupción y la exclusión.   ¿Podrá sobrevivir Piñera con su “agenda social”? El Presidente está confuso, típico de la definición de desgobierno. Desconcierto, violencia, falta de disciplina. Provoca, incluso sin querer, cuando pretende usar las protestas a su favor.  No es una persona con inteligencia emocional y sus excesos de narcisismo son malos asesores. Está cediendo hoy, pero puede retroceder mañana. La coalición de derecha se empieza a abrir, hay fisuras importantes, pero, creo que, si el miedo se incrementa, se unirán una vez más.

El odio recíproco entre los ciudadanos y la policía, va a ser un obstáculo gigante. 40 generales de carabineros expulsados del cuerpo en un año y medio, por corrupción, más debilidades formativas de varios años, acentúan la brecha. Las divisiones y malas artes al interior de esa institución la afecta duramente. Cuando una autoridad tiene el respeto de sus conciudadanos es muy valiosos, sino, el miedo es un sustituto frecuente. Hoy vemos creciendo el número de los que no los respetan ni les temen.  Constatamos con sorpresa y molestia que carabineros no concurre con la prontitud necesaria para frenar excesos de pequeños grupos. Hoy vemos que se concentran más en la investigación posterior a los hechos, incumpliendo su deber preventivo. ¿Los drones no envían las imágenes necesarias? Pongan la TV. Horas y horas mostrando los mismos destrozos, con dirección incluida.

Que más de 45 generales en menos de dos años, hayan salido de carabineros por fraudes, corrupción y mentiras no es un tema menor. Es muy dañino. Las sociedades necesitan policías para preservar los valores humanos, pero que actúen profesionalmente, usen las armas y el entrenamiento entregado de una manera civilizada. Humanamente, entiendo la rabia de esos carabineros, recibiendo insultos y agresiones increíbles. En mi vida he estado muchas veces en las calles, en democracia o dictadura y nunca, nunca, agredí a un policía, siempre fui víctima. Y no por cobardía. Primero porque la violencia utilizada de manera injustificada, es cierto, pero nunca me dispararon balines a los ojos. Me rompieron lumas en la espalda, recibí chorros del guanaco, gases tóxicos,   golpizas en los vehículos y en las comisarías. Sólo  en dictadura  sentí el cañón de una pistola en la boca o el  de una metralleta con bala pasada en  el estómago. Pero también conocí gestos humanos de otros policías, que atesoro por lo que valían en momentos complicados.

Por formación política, en nuestros cantos en dictadura decíamos: “Uniformado, entiende de una vez, la lucha no es contigo, es contra Pinochet”. Pero ver las escenas dónde policías disparan balines o golpean masivamente a manifestantes desarmados y no violentos se multiplican por los avances tecnológicos y me indignan.  Si tienen que usar la violencia contra los violentos, se supone que están entrenados para ello y que usaran los medios apropiados que practican en su fase formativa.

Muchas veces defendí operativos policiales en el centro de Santiago contra lanzas que se victimizaban, y lo seguiré haciendo mientras pueda. Mi amigo Alejandro Goic, destacado actor chileno, protegió en una marcha a una carabinera en riesgo y fue brutalmente agredido por los propios carabineros. Pero la furia y ceguera es tal, que una carabinera que terminó su sacrificado servicio y vestía de civil, fue cobardemente golpeada por sus colegas, debiendo ser internada en el hospital institucional    Necesitamos hacer un esfuerzo recíproco para poner fin a esta relación de odio creciente y tan malsana entre policías y ciudadanos.  El primer escalón se construye comprometiéndonos a no apoyar impunidad para los que violan esas normas.

Creo que es muy difícil aceptar que sigan legislando y gobernando varias personas que han infringido la ética y han defendido un modelo tan injusto. Ya en el siglo XVII el Cardenal Jean-François Paul de Gondi (1613-1679) escribió: “Una nación no siente el extremo de la miseria hasta que sus gobernantes han perdido toda vergüenza, porque ese es el instante en que los súbditos se despojan de todo respeto”. Pero estoy dispuesto a tragarme el sapo, por el Bien Común.   Por mis convicciones democráticas y el ejemplo de líderes que admiro, no apoyo ni apoyaré soluciones fuera del marco democrático, pero si estoy convencido que hay que presionar lícitamente a la clase política para que apruebe medidas que permitan que sea el ciudadano el que tenga la palabra final.

Para ello, creo que debemos concentrarnos ahora en las soluciones, porque el país tiene claro que los responsables se encuentran en todos los sectores, los que, de buena o mala fe, fueron apartando al soberano de las decisiones.

LAS ALTERNATIVAS

14 partidos de la oposición firmaron, este martes 14 de noviembre de 2019, una declaración en la que se declararon a favor de un plebiscito y una asamblea constituyente como las vías apropiadas para elaborar una nueva Constitución para Chile que buscaría establecer un nuevo modelo político, económico y social. Este documento es una respuesta a una propuesta del gobierno que se abrió a iniciar un proceso para un nuevo texto constitucional, pero usando como mecanismo un Congreso Constituyente, buscando claramente preservar el modelo.

Por otra parte, diversos parlamentarios han señalado que la única salida posible a la grave crisis que vivimos es adelantar las elecciones de Presidente y parlamentarios, propuesta que coincide con opiniones que he entregado en este medio. En estos días, el destacado académico chileno Carlos Huneeus ha publicado un artículo en el que se hace una pregunta, ¿Podrá terminar su período el Presidente Piñera? Luego, el autor citado enuncia antecedentes muy sólidos, aporta una conclusión y una propuesta.

La conclusión es terminante: “El Presidente Piñera no podrá terminar su mandato, ni debiera empeñarse en ello. El país requiere un liderazgo presidencial ahora, que asuma las funciones políticas de jefe de Gobierno y líder de la coalición gobernante, que se proponga restablecer el Estado de derecho, impulse políticas económicas (pensiones, salud, transporte público, etc.) siguiendo otro paradigma, distinto al de neoliberalismo radical con el cual se construyó “el modelo”, y dé los pasos necesarios para llegar a una Nueva Constitución. El Presidente Piñera no está en condiciones de asumir esa función por sus limitaciones de liderazgo y por su identificación con “el modelo”

Comparto plenamente esta aseveración, aunque no me parece apropiado establecer un régimen semipresencial de hecho como sugiere Huneeus. Soy partidario de establecerlo en la nueva Constitución, pero de manera armónica y legitimado por la mayoría.

Quiero recordar que, en 1973, pocos días antes del Golpe, la DC propuso nuevas elecciones para los parlamentarios elegidos apenas 6 meses antes, yo era uno de ellos entonces, para facilitar la renuncia del Presidente Allende y dejar en manos del pueblo la decisión. El gobierno de esa época no se pronunció, la derecha calló y el Golpe de Estado destruyó la democracia por 17 años.

También me parece importante recordar que, en la primera semana de septiembre de 1973, el General en retiro Carlos Prats, hombre de confianza de Allende al igual que Pinochet, asesinado posteriormente por éste, le sugirió al Presidente Allende que no llamara a Plebiscito, sino que pidiera permiso constitucional al Congreso y saliera del país. Es evidente que el Presidente Allende no lo escuchó.

De manera muy clara no me cierro a ninguna solución que mantenga los cauces institucionales. Si el acuerdo más amplio se produce por una Asamblea Constituyente, elegida por los ciudadanos, con facultades para desatar los nudos gordianos e ideológicos de la Constitución vigente, en buena hora.  Sigo pensando que tener dos órganos legislativos funcionando puede ir generando   problemas adicionales y que la solución puede dilatarse excesivamente.
 
Si hay elecciones para Presidente y Congreso Nacional hay tiempo para que se preparen alternativas constitucionales, políticas concretas y alternativas de gobierno serias y estables. Esta opción permite construir el nuevo marco normativo y, adicionalmente, contaremos con legisladores legitimados expresamente por los ciudadanos para ir introduciendo las nuevas normas legales necesarias para implementar los valores que impregnen la nueva carta fundamental.
 
El rol de las actuales autoridades, sería dictar las normas que favorezcan la más amplia e informada decisión ciudadana, por ejemplo, como la manera más expedita del plebiscito que deberá pronunciarse sobre las alternativas que se elaboren, y, algo muy importante, adoptar las medidas indispensables para eliminar la violencia criminal desatada.
 
Es urgente apurar el despacho de normas para reducir las remuneraciones de los altos funcionarios de empresas del Estado, de los miembros del Gabinete y los Parlamentarios, así como corregir normas electorales que permiten a las cúpulas partidarias imponer candidatos, ampliar los cupos para que puedan participar personas nuevas, establecer filtros más eficientes en temas de probidad y representación.
 
Despejado el aumento del 20% a las Pensiones Básicas Solidarias es esencial avanzar en soluciones concretas y para ahora a la clase medida. Bastaría la voluntad política del Presidente para que las pensiones de la clase media subieran cerca de un 30%, al mes siguiente, sin dictar ley alguna. Es cierto, no lo hizo la Concertación y la Nueva Mayoría cuando estuvo en el gobierno.
Por eso, el rechazo ciudadano a esta clase política. Ahora tienen la oportunidad de hacerlo. Y salir con dignidad.