Oh I'm just counting

Seamos Realistas; pidamos lo imposible. Por Juan Claudio Reyes, Sociólogo

En la “revolución de mayo”, en Francia, en 1968, cuando los estudiantes primeroy, luego, en compañía de los obreros y la mayoría de los ciudadanos, el país se movilizó, en contra del sistema, se escribieron muchas frases que se han usado,
por décadas, en otros movimientos, en diferentes partes del mundo.

Una de esas frases, escrita en los muros de Nanterre fue: «No puede volvea dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos»
En las actuales manifestaciones, por el cambio del modelo de desarrollo, que ha agobiado a la mayoría del país, desde la vuelta a la democracia, los chilenos hemos usado, como la frase más convocante, la de “Chile despertó”.

El gobierno y, algunos desde el otro lado de la mesa, no son capaces de entender la profundidad de esta sentencia.

Buscan y rebuscan la manera de “aplacar la protesta”, o, dando la mayor muestrade no entender de que se trata, intentan “volver a la normalidad”, lo que para ellos es, la vuelta a como era el país hace un mes.

Ello no solo demuestra la falta absoluta de comprensión de lo que está pasando pero, más complejo aún, muestra que, aunque la inmensa mayoría “despertó”, aquellos que ocupan posiciones en la institucionalidad política del país, parecen seguir durmiendo o, perplejos con lo que ven al despertar, vuelven a cerrar los ojos, esperando que esa visión solo sea producto de un mal sueño, que ya pasará.

¿Cómo hacerlos entender que esto no pasará? No es fácil, desde el retorno a la democracia se fue gestando una casta política que se entendió, sin mucha dificultad, sobre la base “de la medida de lo posible”, lo que terminó por favorecer la peor desigualdad del planeta, que tiene a Chile como el país más desigual, entre los países de ingresos medios, de acuerdo a cifras del Banco Mundial y el paraíso para el sector empresarial, que goza de ventajas tributarias inexistentes en el mundo moderno, lo que consolida una muy vasta proporción de la población, cuyos salarios ya no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas y, al tener que utilizar más del 70% de sus ingresos para pagar deudas, ha preferido salir a las calles, las que no serán abandonadas fácilmente.

Entonces, los satisfechos esperan que los demás se cansen, como en otras ocasiones. Eso, al parecer, no será tan fácil. Hoy, en la conducción del Estado, se encuentra un Presidente que representa, sin vacilación, todo aquello por lo que las
personas han decidido movilizarse: la consagración de un modelo, cuyo nivel de injusticia es tal, que, pareciera ser, que le ha llegado el momento de ser enfrentado, por una población que ya no puede soportar, no solo una vida
miserable, sino que abusos, en cada una de las relaciones que tienen que sufrir, día tras día, durante décadas.
Un gobierno sin base de apoyo, una oposición profundamente dividida y un parlamento en el peor nivel de desprestigio, no es un buen mix para enfrentar la crisis.

Lo que no perciben los que debieran avanzar en soluciones a la demanda, que no es por unos pesos más o menos, sino por modificaciones significativas a un modelo demasiado injusto es que, los que ahora marchan, llevan en la conciencia
otro referente de las protestas en la Francia del 68, que se escuchaba por calles y fábricas: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.
Eso es lo profundo de esta crisis. “Chile despertó”, por eso no bastará “dar” algo más de esto o aquello, como majaderamente pretende el gobierno, ni el “poquito más”, que responde la oposición que dialoga con el ejecutivo.

En ese marco, el Presidente convoca al Consejo de Seguridad Nacional, para un tema de seguridad interior, lo que solo reafirma la intención de proteger el modelo de injusticia. A balazos, si es preciso.
Desde el mundo de los satisfechos, el mundo empresarial, por cierto, no se da ninguna señal de receptividad de las demandas, confiados, una vez más, en que los políticos, no solo de derecha, los protegerán pues, claro, ello es parte
del pacto, que ellos han financiado generosamente.

Mientras esta situación se alarga, más difícil será la solución. Entonces, se requiere, por cierto, que surjan algunos liderazgos que entiendan la situación actual y reemplacen a los que no dieron el ancho y a un gobierno que no cambiará pues, su compromiso, ideológico y comercial, es más fuerte que el Bien Común.

Hay que romper este statu quo, que amenaza con un período largo de inestabilidad. Eso implica ir por el cambio, de las cuestiones más urgentes (pensión; salarios; precios de los medicamentos; congelamiento de tarifas; eliminación del Dicom y el CAE, etc.) y, estas reivindicaciones, deben ir en la dirección de los temas de resolución para el mediano y largo plazo (cambio del modelo y de la Constitución).
Los satisfechos repetirán “Seamos realistas”, esperemos que aparezca el líder que grite “Pidamos lo Imposible”.