Quienes trabajamos en Salud Pública con sectores vulnerables tanto en lo social cómo en lo psíquico, tenemos el deber y la obligación de aplicar nuestros conocimientos profesionales, pero sobre todo nuestros sentimientos. No tiene sentido mirar el diagnóstico solo bajo el prisma el modelo biomédico.
Es cierto que los medicamentos son útiles para disminuir las angustias, delirios y ansiedades pero la pena, la soledad y el trauma que lleva consigo las personas con una discapacidad mental, y que lo experimenta desde la indiferencia y el estigma, la condena a una muerte psíquica, la cual es más dañina que una muerte biológica.
Como profesionales de la salud mental estamos por y para generar cambios individuales y llegar a convertir nuestras buenas prácticas en políticas públicas; más aún si nos movemos en el terreno de las discapacidades psíquicas. las cuales siempre están asociadas a las emociones.
Sabemos que la biología marca la diferencia pero no hay mejor proceso terapéutico que curar desde la relación y el afecto. Es bueno tener claro que el diagnóstico no nos dice nada de la persona, por eso debemos adaptarnos a la singularidad de ella, de su familia y de su comunidad.
Nuestro trabajo apunta a priorizar la participación e integración de la persona en la sociedad. Hacer funcionar una red de servicios que va desde la hospitalización hasta el soporte del barrio y de la familia. Terminar con el estigma y ver en los pacientes futuros ciudadanos que pueden ser un aporte en el proceso de sanación de sus síntomas, incluso los más adversos como es el caso de las personas que intervenimos y apoyamos, es nuestro objetivo.
Tengo el honor de coordinar a un equipo de psicólogas, psiquiatras, trabajadoras sociales, terapeutas ocupacionales, técnicos en rehabilitación y de enfermería, quienes junto a ex usuarios hemos conformado una comunidad de trabajo inclusivo, de tratamiento y de rehabilitación de personas que sufren por sus adicciones y trastornos psiquiátricos severos, y cuando nos preguntan qué intervenciones y acciones desde la psicología y psiquiatría son las más efectivas para resolver los más complejos casos biosicosociales, simplemente respondemos las que hacemos con inmenso amor y respecto por cada uno de ellos.
En una reciente celebración de las Fiestas Patrias, resultó emocionante ver la participación y alegría con la que vivieron esta importante fecha, en la que nadie de la comunidad se restó a disfrutar y deleitarse. Usuarios, familiares, equipos de profesionales, técnicos y amigos acompañaron la hermosa jornada en la que todos nos sentimos infinitamente agradecidos. Por lo que hacemos como comunidad, por nuestros procesos inclusivos y sobre todo como hemos generado redes de soporte para combatir el aislamiento y la insatisfacción, para promover la adaptación social.
Hemos consolidado un modelo de trabajo que da continuidad de cuidados y tratamiento a los procesos ya iniciados en nuestra Red de Salud, se inicia en unidades de Cuidados intensivos, pasan por los Centros de salud familiar y de ser necesario se entrega un tratamiento ambulatorio desde un modelo que potencia este cambio de paciente a usuario para ser beneficiario de las políticas públicas, pero para hacer efectivo el proceso de sanación en salud mental se necesitan ciudadanos libres y alegres.
El modelo comunitario en la salud mental pretende priorizar la satisfacción de las necesidades biológicas y afectivas que pueda presentar una persona en situación de discapacidad psíquica mediante suministros psicosociales como el amor, los riesgos de la libertad y la participación.
Esto es la base de una mirada comunitaria de la salud mental, y sobre todo de la Psicología Comunitaria que en estos días tendrá en Chile la más diversas y heterogéneas jornadas, seminarios y debates los días 5,6,7 de octubre, en la 7° Conferencia Internacional de Psicología Comunitaria en la sede del Campus Gómez Millas de la Universidad de Chile; donde abordaremos temáticas asociadas a lo comunitario, su transformación y el valor de su impacto en la convivencia social, la inclusión y el bienestar social. Todos los que estamos construyendo la salud mental de nuestro país tenemos mucho que decir desde este modelo de lectura de la realidad. Para ser un buen comunitario, se debe ser un muy buen clínico.