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Víctima del sacerdote abusador: “Cura Hasbún me preguntó si sentí placer durante el abuso”

El padre Raúl Hasbún, el mismo que hasta avanzada la década del 2000 tenía un pequeño segmento en televisión, ahora deberá enfrentar un proceso judicial por encubrimiento de abusos sexuales. En el banquillo de los acusados no estará solo: lo acompañarán también los cardenales Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz. ¿Razones? La Fundación para la Confianza, dirigida por una víctima de abusos sexuales de Fernando Karadima, presentó una querella en contra de todos ellos.

Todo comienza por una denuncia hecha en contra del presbítero Jorge Laplagne Aguirre, en junio de este año. La víctima de este sacerdote cuyo nombre es Javier Molina, indica que hubo abusos reiterados cuando era menor de edad, hace trece años. A causa de este hecho se dictó una investigación de 60 días y por eso se apartó de sus labores al religioso, vinculado a las parroquias San Crescente de Ñuñoa y Nuestra Señora de Luján, Providencia. Sin embargo, en 2010 cuando hizo la primera acusación, el proceso terminó en nada.

“Intentó introducir sus dedos en mi ano”

En The Clinic, la víctima Javier Molina señala: “[El año 2004] Laplagne llegó a mi casa para pedirle a mi mamá que yo lo acompañara a un viaje a la playa, algo habitual a esa altura. Nos quedaríamos en un departamento que habían adquirido sus padres en un condominio en Isla Negro.

Al entrar al departamento me propuso que me duchara. Al salir de la ducha, el sacerdote Jorge Laplagne había abierto la puerta del baño y se preparaba para ingresar, lo que me descolocó. Se encontraba desnudo, cubierto solo por la toalla, por lo que me apresuré a salir. Fue en ese momento en que me abrazó fuertemente y sentí su erección.

Me paralicé. Salí del baño cerrando la puerta tras de mí, caminando apresuradamente hacia la habitación donde se supone que yo dormiría. Comencé a tiritar por los nervios que la situación me produjo.

Desperté con él abrazándome fuertemente. Intenté moverme, pero en ese momento se subió arriba mío, con sus brazos sujetó fuertemente los míos, y comenzó o refregarse, sobre mí, yo sentía su erección. Por lo fuerza que ejerció sobre mí, me costó sacármelo de encima, pero logré girarme para salirme, sin embargo, al soltarme me abrazó de tal forma que me introdujo su mano por debajo del pantalón de mi pijama, me abrió las nalgas e intentó introducir uno de sus dedos en mi ano. Ya absolutamente paralizado y tiritando, me giré nuevamente para que, con mi peso, estuviere obligado a sacar su mano de mi ano. Al girarme, Laplagne comenzó a darme besos en mis labios a la fuerza, mientras se seguía refregando sobre mí, recuerdo que su respiración se volvió entrecortada. Luego de eso, sin medir palabra, se corrió hacia una esquina de la cama, y esperé que se durmiera.

[Al regresar a Santiago] me dijo: ‘si dices algo, tu mamá arriesga el trabajo en la parroquia, y ella podría enterarse de tu homosexualidad’”.

Las denuncias y el encubrimiento

“Durante el año 2O1O, ya alejado definitivamente de la iglesia, asumí mi homosexualidad con mi familia, y presenté a una pareja en mi casa. Él me escuchó y me empoderó para hablar del tema. Una vez que reuní las fuerzas para enfrentar a mi abusador, llamé por teléfono al Arzobispado de Santiago, y pedí una audiencia con el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, quien me indicó vía telefónica que dada la naturaleza de mi relato, debía dirigirme físicamente o la cancillería del arzobispado para hacer la denuncia. Al llegar, me recibió el entonces canciller, presbítero Hans Kast Rist, quien tomó mi declaración, y me pidió disculpas a nombre de la iglesia. Él me informó que se haría una investigación con la declaración que yo había prestado.

Días más tarde, se contactó conmigo el ex vicecanciller del arzobispado, Oscar Muñoz Toledo, el cual me comentó su sorpresa ante mi declaración, me ofreció su colaboración y me invitó a iniciar el proceso que estaría a cargo del padre Raúl Hasbún Zaror, quien ejercería su rol como promotor de justicia.

Durante la declaración me llamó la atención algunas de las preguntas del padre Hasbún: si buscaba compensación económica y si sentí placer cuando (Jorge Laplagne) me metió el dedo en el ano. Al finalizar la declaración, me hicieron firmar un documento en el que renunciaba a hacer cualquier presentación ante tribunales.

Antecedentes


En esa oportunidad, se designó a dos personas para la investigación: el cura Hasbún fue promotor de justicia mientras que el vicecanciller del Arzobispado de Santiago, Óscar Muñoz Toledo. Este último está detenido desde julio, luego que la Fiscalía le imputada causas por abusos sexuales y estupro, algunas presuntamente contra sus propios familiares.

Según informa La Tercera, ninguno comprobó las acusaciones contra Laplagne ni tampoco entregaron los antecedentes a la Fiscalía, pese a que la víctima era entonces un menor. Para esa época, el arzobispo de Santiago era Francisco Javier Errázuriz. En esa calidad tenía que decidir si continuar con la investigación o archivarla. Firmó por lo segundo, aún conociendo los antecedentes del caso.

En junio de este año, cuando se reabrió la causa, el cardenal Ricardo Ezzati-ahora en el cargo que antes tuvo Errázuriz- tampoco entregó los antecedentes al Ministerio Público. Y pese a que era sólo un auxiliar de la Arquidiócesis de Santiago, el sacerdote Cristian Roncagliolo Pacheco tampoco habría tomado acciones, una vez que conoció el caso.

Querella

Por eso es que la Fundación para la Confianza, dirigida por José Andrés Murillo -uno de los voceros de las víctimas de Karadima- se querelló en contra del prebístero Laplagne por violación y de todos los demás a quienes los sindican como encubridores de abusos sexuales.

"Hoy se presentó la querella contra el sacerdote Laplagne por abuso sexual y violación contra menor, donde todos los mencionados, Errázuriz y Ezzati, entre otros, aparecerían como encubridores. Es fundamental porque el patrón de encubrimiento se repite desde hace mucho tiempo y demuestra cómo el arzobispado recibía estas denuncias y no procedía a investigar", dijo al medio Murillo.

Tres allanamientos


El procedimiento judicial se da en el mismo día en que la Brigada de Delitos Sexuales contra Menores (Brisexme) de la PDI realizó tres allanamientos en dependencias de la Iglesia Católica: Episcopado Apostólico, la sede de los Hermanos Maristas en Providencia y el Colegio Alonso de Ercilla, todos dirigidos por el fiscal metropolitano Sur, Raúl Guzmán.

En la oportunidad se habría incautado documento de una comisión de trabajo, encargada por el obispo de Malta, Charles Scicluna, quien fue enviado por el Papa a Chile a escuchar a víctimas de abusos.