El académico de la Ucla advierte que Chile “está enfrentando una crisis profunda, esencialmente política, pero que ‘chorrea’ hacia (...) la economía” y que con un crecimiento bajo 3% “somos un país estancado”. Además, afirma que en el Ministerio del Interior se debió nombrar a alguien “que supliera las debilidades del Presidente” y que la dupla Fontaine-Moreno no alcanza para revivir los “espíritus animales”.
El economista que apoyó fervientemente a Piñera en la elección presidencial, hoy es crítico del mandatario y su Gobierno. En entrevista del diario La Tercera ex presa sus puntos de vista.
¿Eso quiere decir que hoy el principal problema del gobierno es más político que económico?
-Es un problema muy serio, tanto político como de gestión. Piense en la encuesta CEP que salió recién. Un 76% del público ve al Presidente como “lejano” y a un 66% no le da confianza. Además, un 65% cree que el gobierno ha actuado sin “destreza ni habilidad”. Y para gobernar con éxito se requiere exactamente cercanía, confianza y ser percibido como competente. El cambio de gabinete debió haber apuntado a subsanar estas falencias, nombrando en el Ministerio del Interior a un gran articulador político. Alguien que supliera las debilidades del Presidente. Pero no se hizo. Al contrario, se optó por cambios menores y más bien cosméticos.
¿Cuánto es responsabilidad del propio Presidente Piñera en todo esto?
-El Presidente tiene una responsabilidad considerable. Tiene un equipo muy bueno. Es una orquesta con buenos intérpretes individuales, pero él es un director complicado. A menudo se entusiasma demasiado y quiere tocar todos los instrumentos en persona. Y cuando lo hace, tiende a desatender su labor principal, que es, justamente, la de dirigir a la orquesta, con eficiencia, parsimonia y sin aspavientos. Que el director toque todos los instrumentos no funciona en ninguna parte del mundo. Además, el Presidente ha tenido dificultades en articular un diálogo fructífero con la oposición.
En ese contexto, ¿el cambio de gabinete que hizo este jueves modifica el escenario, mejora la capacidad de manejo del gobierno?
-Es un cambio más bien cosmético. Y digo “más bien” porque hay una mejora evidente en la Cancillería y en Energía. Pero el resto fue un enroque entre Juan Andrés Fontaine y Alfredo Moreno; es decir, ahí hay un empate. En Salud se reemplazó a una controversia por otra controversia. Insisto, aquí debiera haberse cambiado al ministro del Interior.
¿Debió haberse modificado el equipo político entonces?
-Debieran haber salido la vocera y, como dije, el ministro Chadwick. Se necesita un ministro del Interior que, como argumenté más arriba, cree confianza y esté en sintonía con la gente, que produzca una sensación de cercanía y de buena gestión. El ministro del Interior debe desarrollar un relato coherente y atractivo, una visión de largo plazo para el país que entusiasme a la gente. Y se necesita una vocera que transmita esas ideas en forma eficiente y persuasiva.
¿A quién hubiese puesto en Interior?
-Si uno mira para atrás, a los inicios del gobierno, el gran error fue no haber nombrado en ese puesto a Alfredo Moreno. Tiene todos los requisitos que nombré anteriormente. Ese es un nombre magnífico. También alguien como Evelyn Matthei. Pero se optó por una postura conservadora, que nos deja donde estábamos hace unos días. Ambos darían una sensación de cercanía y compromiso, de modernidad, de tolerancia y “buena onda”.